Eleanor Holmes Norton, la delegada no votante de 88 años que representa a Washington, D.C., en la Cámara de Representantes, ha anunciado su intención de buscar la reelección. Si bien su larga permanencia y sus constantes victorias en las reelecciones han hecho que la cuestión de su futuro parezca innecesaria, su avanzada edad —que la convierte en la miembro de más edad de la Cámara en el tercer Congreso más antiguo de la historia de EE. UU.— ha generado preocupaciones.
La carrera de Norton se ha caracterizado por su incansable defensa de la autonomía y la condición de estado de D.C., desempeñando un papel crucial en la recuperación financiera de la ciudad. Sin embargo, informes recientes pintan un panorama de una presencia disminuida. Un perfil de la revista Washingtonian destacó sus reducidas apariciones en los comités, descritas como breves y pro forma. Esto ocurre en un momento en que D.C. enfrenta ataques agresivos a su autonomía por parte de los republicanos y la administración Trump, lo que hace que una representación sólida sea aún más crítica.
Estas preocupaciones se han visto amplificadas por declaraciones públicas de cuatro miembros del Concejo de D.C., quienes expresaron dudas sobre la capacidad de Norton para seguir sirviendo eficazmente, y algunos instaron a que renunciara. Incluso Donna Brazile, una amiga y asesora de larga data, expresó públicamente preocupaciones similares, afirmando que es «hora de entregar el testigo». Si bien Norton inicialmente pareció estar considerando la jubilación, su anuncio de reelección subraya el problema.
Esta situación pone de manifiesto la lucha del Partido Demócrata con la gerontocracia, un desafío exacerbado por las recientes muertes de tres demócratas de la Cámara. La renuencia a abordar el problema es particularmente pronunciada cuando se trata de funcionarios electos negros mayores cuyas carreras a menudo se han basado en el sistema de antigüedad del partido.
El hecho de que Norton probablemente gane la reelección subraya el bajo valor que se le da al escaño no votante de D.C. Desde que obtuvo un delegado en 1970, el puesto ha funcionado esencialmente como un papel de cabildero para los residentes no representados de la capital del país. Si bien Norton ha servido durante décadas, su eficacia actual es cuestionable, y la falta de un representante con derecho a voto deja a D.C. vulnerable a una mayor erosión de su autogobierno. Los márgenes ajustados en las recientes votaciones de la Cámara resaltan el impacto potencial de un representante con derecho a voto para D.C., un escaño que probablemente sería una alta prioridad demócrata si existiera.
La decisión de Norton de buscar la reelección, a pesar de las preocupaciones sobre su aptitud para el cargo, corre el riesgo de socavar su legado. Muchos creen que es hora de que los residentes de D.C. elijan un nuevo representante capaz de defender eficazmente sus intereses en el Congreso.Tomado de https://feeds.nbcnews.com/msnbc/public/news
Más historias
La demanda de los Proud Boys puede ser inestable, pero sus posibilidades de éxito no lo son
La demanda de los Proud Boys puede ser inestable, pero sus posibilidades de éxito no lo son
Mark Green, del GOP, renunciará al Congreso, reduciendo la pequeña mayoría de los republicanos