Cisjordania ocupada – «Agáchate. Si los israelíes te ven intentando entrar en el campamento, te dispararán», me dijo una residente de Jenin mientras el periodista palestino Ahmad al-Bazz y yo caminábamos hacia la entrada del campamento de Jenin, que hasta febrero albergaba a 25.000 refugiados palestinos que fueron expulsados de sus hogares durante la Nakba de 1948. El ‘ellos’ a los que se refería eran los francotiradores israelíes posicionados dentro del campamento para evitar que los palestinos entraran.
En enero, el ejército israelí comenzó una nueva y devastadora campaña militar en Cisjordania, que denominó «Operación Muro de Hierro». Al principio, trabajando con la Autoridad Palestina y, luego, por su cuenta, el ejército israelí invadió pueblo tras pueblo en la Cisjordania ocupada, mató a docenas, instituyó cierres y lanzó un ataque aéreo contra el campamento de Jenin.
El objetivo declarado de Israel de la operación es erradicar los elementos de la resistencia armada palestina de Cisjordania, pero lo que ha resultado es el mayor desplazamiento masivo de palestinos fuera de Gaza desde la Naksa durante la Guerra de los Seis Días de 1967: más de 40.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en Cisjordania este año. Y al igual que en Gaza, parece no haber perspectivas de que a los desplazados se les permita regresar a sus hogares.
Es «la Nakba otra vez», me dijo un residente de Jenin.
La mayoría huyeron de Jenin y Tulkarm, donde los campos de refugiados, que antes eran bastiones de la resistencia palestina, han quedado bajo control militar israelí por primera vez desde la segunda Intifada. Los que pudieron se fueron a las casas de sus familiares en pueblos de toda Cisjordania, mientras que los que no tenían a dónde huir se vieron obligados a permanecer en refugios improvisados en Jenin y Tulkarm. En este último, docenas de familias durmieron en el suelo de un salón de bodas y un centro deportivo juvenil.
Las órdenes de abandonar los campos de Jenin y Tulkarm provinieron del ejército israelí y se hicieron cumplir en cuestión de horas. Después de la invasión inicial de Israel a los dos campos, las fuerzas israelíes fueron casa por casa y les dijeron a los residentes que huyeran. Muchos con quienes hablé contaron cómo los detuvieron a punta de pistola y les dijeron que si elegían quedarse, los matarían. «Todo sucedió tan rápido», me dijo Fakhria Ghbairiga, una residente desplazada de Jenin de 58 años. «La gente no sabía a dónde ir; el ejército los sacaba alrededor de la medianoche», añadió.
Los residentes que huyeron lo hicieron solo con la ropa que llevaban puesta y lo que podían llevar. Esperaban poder regresar tan pronto como terminaran los combates entre las facciones armadas palestinas y el ejército israelí. Pero más de seis meses después, los campamentos permanecen cerrados. «[A]hora nadie sabe qué pasará», dijo Kamal Damaj, de 49 años, coordinador de los Comités de Servicios Populares.
Solo las fuerzas israelíes pueden entrar y salir del campamento de Jenin y, día tras día, demuelen las casas de los residentes y realizan ejercicios militares.
Tomado de https://zeteo.com/
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