septiembre 16, 2025

Muriel Darmon, una socióloga del hospital



Al investigar el tratamiento de pacientes anoréxicos y víctimas de derrames cerebrales, la socióloga Muriel Darmon muestra hasta qué punto los factores sociales desempeñan un papel en el proceso de tratamiento.


La salud es un asunto demasiado complejo para dejarlo en manos del personal médico. A lo largo de sus libros, Muriel Darmon cuestiona, como socióloga, temas que suelen ser propios de la medicina, la psicología o la neurociencia. Después de haber «abierto la caja negra de la anorexia» en su libro Convertirse en anoréxico/a: el trastorno como proceso de desviación (La Découverte, 2003), se centra en las víctimas de accidentes cerebrovasculares en su último libro, Reparando cerebros. Sociología de la pérdida y la recuperación tras el accidente cerebrovascular (La Découverte, 2021).

¿Cómo se recupera uno después de una apoplejía? Aunque hay factores biológicos, Muriel Darmon muestra el peso de los procesos sociales. Tras pasar casi un año trabajando en estrecha colaboración con los equipos médicos de los departamentos de neurología y rehabilitación de un hospital universitario, y después en un centro de rehabilitación, describe la construcción social de los diagnósticos y las vías de tratamiento.

También señala las desigualdades en términos de género…

Recordemos que en Francia, el derrame cerebral es la primera causa de muerte en las mujeres, y la tercera en los hombres. También en este caso, existen estadísticas burdas sobre las diferencias de género, con una suposición biológica en algunos estudios que explica la aparición de ictus en las mujeres por el tamaño de sus arterias. Otra hipótesis planteada por los propios médicos es que las mujeres suelen llegar a urgencias más tarde que los hombres.

Creo que este retraso se debe también al hecho de que su cónyuge está menos atento a la salud física de su mujer, mientras que en el caso de los hombres, es la esposa la que pide ayuda sistemáticamente. Más concretamente, en el itinerario asistencial, el proyecto de recuperación -definido como lo que importa al paciente, lo que debe recuperarse- suele ser menos ambicioso para las mujeres que para los hombres.

Las pacientes condicionan la urgencia de su alta principalmente a reunirse con sus familiares, a veces en detrimento de su rehabilitación. Hay una especie de trampa representada por esta preocupación por los demás que es típicamente femenina… Además, las pacientes femeninas están mucho más atentas a los efectos del ictus en su aspecto físico – temen la parálisis facial, por ejemplo – lo que no es un tema para los hombres. El paciente y el equipo trabajan en la presentación física del yo, que sustituye a otros tipos de rehabilitación. Por otro lado, el hecho de poder volver a conducir, que es fundamental para los hombres, parece ser mucho menos importante para las mujeres. Así que hay una serie de procesos sociales convergentes que explican la menor recuperación de las mujeres, más allá de la explicación biológica.

Muriel Darmon es una socióloga francesa. Es directora de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica y está afiliada al Centro de Sociología y Ciencias Políticas Europeas de la École des Hautes Études en Sciences Sociales desde 2012.

Usted dice que estos procesos sociales llevan a los equipos médicos a atribuir un «valor social de las pérdidas» correlacionado con lo que consideran «el valor social de los pacientes». ¿Cómo se manifiesta esto? ¿Están los médicos al tanto?

Sigo los pasos de los sociólogos estadounidenses de los años sesenta, especialmente Barney Glaser y Anselm Strauss, que mostraron cómo los médicos atribuyen un «valor social» al paciente, en oposición a la teoría funcionalista que defendía el universalismo de la medicina. Es una idea que puede parecer violenta, pero de la que los equipos médicos se dan cuenta y que forma parte de sus prácticas. En el caso de la gestión de los accidentes cerebrovasculares, algunas pérdidas son menos valiosas que otras.

Esta evaluación se basa tanto en criterios objetivos (resultados de las pruebas) como en criterios subjetivos (la forma en que se comporta el propio paciente, lo que es importante para él). Mi trabajo es decir que lo subjetivo es social. Por ejemplo, los objetos y fotos de la mesilla de noche ayudan a construir lo que es importante para el paciente en cuanto a lo que ha perdido. Los equipos médicos también son sensibles a la presencia o ausencia de familiares. Todos estos indicios crearán un valor de ciertas pérdidas que movilizará al paciente, a los familiares y a los equipos en torno a ciertas rehabilitaciones. Así, intento comprender las disposiciones sociales que subyacen a esta importancia individual.

¿Qué opina de la actual crisis sanitaria?

Lo fascinante y terrible es que nos encontramos en una situación sin precedentes y, sin embargo, todas las encuestas epidemiológicas subrayan el mantenimiento de las desigualdades sociales estructurales en materia de salud: las clases trabajadoras se han visto más afectadas por la epidemia, especialmente por sus formas graves y mortales, y los hombres más que las mujeres. Estas desigualdades también se ven reforzadas por la reducción de la financiación de los hospitales. Cuanto menos personal haya, más se juega con el valor social de los pacientes.

Muriel Darmon, una socióloga del hospital se publicó en francés en junio del 2021 en Sciences Humaines Copyright: Sciences Humaines. Reproducida con permiso.

Tomado de http://Notaantrpologica.com/