Muere a los 87 años Joan Didion, la gran cronista del fin del sueño americano

Joan Didion ha muerto en su apartamento de Nueva York por complicaciones derivadas del Parkinson Leer#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura...

La escritora Joan Didion (Sacramento 1934, Nueva York, 2021) ha muerto a los 87 años en su casa de Manhattan a causa de complicaciones del Parkinson, según ha comunicado su editorial, Knopf.

Icono del Nuevo Periodismo, escritora de guiones para Hollywood (escribió junto a Robert Carson Ha nacido una estrella) y maestra del ensayo memorialístico tan en boga hoy, Didion conoció el éxito desde muy joven, cuando dejó su California natal y se mudó a Nueva York para trabajar en Vogue. Pronto despuntó por su estilo minucioso, detallista, distante y con cierto aire existencialista.

Autora de novelas como Según venga el juego, Una liturgia común o Democracia (sobre la caída de Saigón), y de ensayos como Miami, Salvador, Los que sueñan el sueño dorado o El álbum blanco, Didion vivió entre Malibú, Honolulu y el Upper East Side. Fue una excepcional cronista de la contracultura y la política norteamericanas de los años 60 y los 70.

En Manhattan, donde ha fallecido, fue donde en diciembre de 2003 la tragedia la golpeó por primera vez: su marido, el también escritor John Gregory Dunne, falleció de un fatal ataque al corazón. De esa muerte salió un memoir sobre el dolor de la pérdida que rápidamente se convirtió en un clásico sobre el duelo, leído por millones. Breve, honesto y, como todo lo que escribe Didion, algo distante, El año del pensamiento mágico sigue siendo el libro por el que es conocida en todo el mundo.

Sólo 20 meses más tarde, la muerte volvió a golpear la vida de la escritora: su hija Quintana Roo, moría a causa de las complicaciones de una pancreatitis a los 39 años de edad. Didion volvió a conjurar la pérdida escribiendo: en la desoladora Noches azules recuerda a su hija adoptada, quien por cierto, compartió clase en la universidad con lo más granado de la Generación X: Jonathan Lethem, Bret Easton Ellis y Donna Tart.

Además de lo memorialístico, el género del reportaje es en donde Didion brilló con especial fulgor y prueba de ellos son los textos reunidos en El álbum blanco, la legendaria compilación de artículos que escribió para Life, Esquire, The New York Times y The New York Review of Books en la época dorada del Nuevo Periodismo. Todas las historias, ya sean sobre los Panteras Negras, The Doors o Charles Manson y sus pandilla de acólitos asesinos están plagadas de anécdotas increíbles y describen muy bien el clima moral y sexual de los 60 en Estados Unidos, una década llena de violencia, paranoia y también apatía.

La autora de Arrastrarse hacia Beléncaptó como pocos el fin del sueño americano y en alguna ocasión contó que su manera de escribir, que frecuentemente recurría al collage y a un estilo digresivo, no especialmente apto para lectores despistados, en el fondo lo que quería era recrear la sensación de desorientación, locura y extrañeza ante la realidad que ella experimentó durante aquellos años.

Didion, por cierto, fue la encargada de comprar el vestido con el que Linda Kasabian, una de las acusadas por la matanza de Cielo Drive, acudió al juicio donde se juzgaban los asesinatos en casa de Sharon Tate. Se hicieron tan amigas que cuando Kasabian fue puesta en libertad, fue varias veces a casa de Didion a cenar. Otro de sus textos más famosos y polémicos, incluido en Los que sueñan el sueño dorado, describe con un crudo escepticismo la cara menos amable de las drogas y la revolución hippy en San Francisco: Didion se encontró con una niña de cinco años colocada de ácido en una comuna. «No lo negaré, era oro. Cuando estás escribiendo un artículo, das tu vida por un momento así», recordaba hace pocos años en el documental El centro cederá (Netflix). Didion era, ante todo, una escritora observadora, más que una cronista de trinchera, y podría decirse que el escepticismo frente a todo (el hippismo, pero también el feminismo) fue su actitud ante los hechos.

Perteneció a esa generación de periodistas testigo de primera línea de la guerra y las protestas contra Vietnam, la lucha por los derechos civiles, el Watergate, los asesinatos de los Kennedy, etcétera: el desmoronamiento moral de un país que perdió la inocencia de forma acelerada, casi de la noche a la mañana.

Si Mailer, Wolfe y Talese eran la quintaesencia neoyorquina, Didion representaba la visión de la otra costa, con todo lo que eso significa en un país como Estados Unidos: el sol de Los Ángeles, el mito del Oeste, la libertad. Leer a Didion tiene mucho de adentrarse al relato de cómo se destruyen los sueños de una niña bien de Sacramento que creció en una familia republicana conservadora.

En alguna ocasión confesó que el anuncio de que John Wayne tenía cáncer (y que, por lo tanto, era inmortal) y la decisión del Partido Republicano de nombrar un actor como candidato presidencial (Ronald Reagan), fueron todo un «shock» para ella, un antes y un después.

Muy crítica con todo el establishment político de su país, la mala suerte quiso que su ensayo sobre la corrupción del sistema, Political Fictions, saliera publicado el mismo día que dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas. El impacto del 11-S y la posterior fiebre patriota ahogaron la repercusión que hubiera podido tener.

Poco y mal traducida en España, el empeño personal del editor Claudio López de Lamadrid en Penguin Random House hizo que varias generaciones de lectores hayan descubierto a Didion en los últimos años, en los que su figura también ejerció una fascinación tardía en el mundo de la moda (fue imagen de Céline a los 80), que siempre trató de vampirizar su halo cool.

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