El Señor hizo la luna. ¡Qué bella le salió! Parecía como si en el oscuro manto de la noche se hubiese abierto un círculo que dejaba salir la luz que brilla en la morada celestial.
La luna hacía que los enamorados se enamoraran más. Tan hermosa era que el mar se alzaba en las mareas para estar más cerca de ella. Los poetas le hacían versos.
La luna, generosa, agradecía los buenos y perdonaba los malos.
El Espíritu le dijo al Creador: -¡Qué preciosa es la luna! -Sí -respondió el Señor, triste-.
Lástima que los hombres ya están haciendo de ella un depósito de chatarra. ¡Hasta mañana!
Tomado de https://www.elimparcial.com/




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