Padecimientos como la endometriosis, el síndrome de ovario poliquístico o los trastornos hormonales siguen sin contar con tratamientos específicos ni con presupuestos proporcionales a su impacto.
En ese contexto, durante la conferencia “Inteligencia Anticonceptiva: la nueva era de la liberación prolongada”, los doctores Alfonso Moguel, Alejandro Rosas Balam y Pedro Antonio Regidor abordaron una pregunta que genera debate entre médicos y pacientes:
¿Hasta qué punto es saludable usar anticonceptivos como tratamiento para enfermedades como la endometriosis?
La deuda con la investigación en salud femenina
Durante su intervención, el Dr. Pedro Antonio Regidor, director médico de Exeltis Europa, reconoció una realidad poco discutida:
“Lamentablemente somos pocos los que nos dedicamos al estudio de la innovación en productos para la salud de la mujer.”
El especialista señaló que la falta de innovación no se debe a desinterés médico, sino a una escasa inversión en investigación específica para patologías femeninas. Buena parte de los tratamientos actuales, explicó, provienen de estudios realizados hace décadas, adaptados con el tiempo para responder a nuevas necesidades clínicas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada diez mujeres en edad reproductiva padece endometriosis, una cifra que contrasta con el bajo número de estudios enfocados en comprender su origen o mejorar su manejo.
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Por qué se recetan anticonceptivos para tratar la endometriosis
La endometriosis, enfermedad en la que el tejido del útero crece fuera de su cavidad natural, provoca inflamación, sangrados y dolor crónico. Aunque no existe cura, el control hormonal ha demostrado ser una de las estrategias más efectivas para reducir los síntomas.
Alejandro Rosas Balam, coordinador de la Clínica de Medicina de la Adolescente del Instituto Nacional de Perinatología, explicó que el uso de anticonceptivos en estos casos tiene un fundamento médico:
“Se utiliza un anticonceptivo por las propiedades farmacológicas que tienen las hormonas que contiene.”
Uno de sus componentes, el dienogest, es una progestina de cuarta generación con efectos directos sobre el tejido endometrial.
“Disminuye la proliferación del tejido, reduce la inflamación, mejora la densidad ósea y controla los cólicos menstruales”, detalló Rosas Balam.
Esta combinación —que además incluye etinilestradiol— logra una acción doble: controla los síntomas de la enfermedad y protege los huesos, algo que otras terapias no consiguen.
“No solo previene embarazos, también ofrece alivio a mujeres que desean postergar la maternidad y mejorar su calidad de vida”, añadió el especialista.
Y advirtió que en este momento no todos los tratamientos disponibles son igual de seguros.
“Hay terapias dirigidas exclusivamente a la endometriosis que tienen una gran cantidad de efectos secundarios”, puntualizó.
Entre ellas se encuentran los análogos de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH), fármacos que detienen por completo la función hormonal de los ovarios.
“Estos tratamientos inducen un estado de pseudomenopausia, predisponen a la osteoporosis y no deben usarse por más de seis meses”, explicó.
En cambio, los anticonceptivos hormonales con dienogest y etinilestradiol no anulan la función hormonal natural, permitiendo un control más equilibrado de la enfermedad sin alterar drásticamente el metabolismo femenino.
Más tiempo de uso, ¿más seguridad?
Otro de los temas discutidos fue la duración del tratamiento. Contra la creencia popular, los especialistas sostienen que el uso prolongado de anticonceptivos no incrementa los riesgos.
Explicaron que los efectos secundarios graves suelen deberse a condiciones externas —como sobrepeso, edad o enfermedades preexistentes— más que al medicamento en sí. Sin embargo, insistió en la importancia del seguimiento médico constante para evitar complicaciones.
El debate de fondo gira en torno a un tema sensible: la medicalización del cuerpo femenino. Cada vez más mujeres recurren a tratamientos hormonales no solo para prevenir embarazos, sino para controlar acné, ansiedad o irregularidades menstruales.
Los médicos alertaron que esta práctica puede llevar a depender de soluciones rápidas que enmascaran problemas de salud subyacentes.
Beneficios y riesgos del tratamiento hormonal prolongado
Los tres especialistas coincidieron en que los anticonceptivos no deben verse como una solución universal. El Dr. Alfonso Moguel advirtió que la hormonoterapia, aunque eficaz, “no reemplaza la atención integral ni el diagnóstico de fondo”.
La endometriosis, explicó, requiere un enfoque multidisciplinario que puede incluir cambios de alimentación, ejercicio, fisioterapia, apoyo psicológico e incluso cirugía.
Los anticonceptivos de liberación prolongada, que mantienen niveles hormonales estables por más tiempo, son solo una parte de ese proceso terapéutico, no el tratamiento total.
Tecnología de liberación prolongada: una nueva era anticonceptiva
De acuerdo con Regidor, el proyecto de desarrollo de este anticonceptivo comenzó en 2014 con un objetivo: crear un producto eficaz, cómodo y con menos efectos secundarios.
“No es una molécula nueva, lo nuevo es la tecnología de liberación prolongada”, explicó.
Este sistema mantiene una dosis constante de hormonas a lo largo del día, evitando picos y descensos bruscos. Gracias a ello, se reducen efectos secundarios como los cambios de humor, el sangrado irregular o la retención de líquidos.
Además, la combinación de progesterona y estrógeno protege el sistema óseo y mejora la regularidad del ciclo, reduciendo riesgos como la osteoporosis que sí presentan otros tratamientos más agresivos.
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Los riesgos de convertir lo hormonal en respuesta para todo
Aunque los avances científicos son evidentes, los especialistas fueron claros: no todo se debe resolver con hormonas.
Los métodos hormonales pueden ser aliados poderosos cuando se usan con responsabilidad, pero su uso indiscriminado podría acarrear nuevas complicaciones.
La conferencia concluyó con una reflexión que resume la postura médica actual: la tecnología farmacéutica avanza más rápido que la conciencia social sobre el cuerpo femenino.
Y mientras la ciencia continúa perfeccionando los métodos anticonceptivos, la tarea pendiente es entender que la salud de las mujeres no puede reducirse a un tratamiento hormonal.
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