No sorprende que exista un día dedicado a la luz, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) se trata de un símbolo universal de vida, inclusión y renovación. La luz se ve en oposición a la oscuridad, que representa la ignorancia y la intolerancia.
La luz contribuye en nuestra vida cotidiana; por ejemplo, el uso de la fibra óptica para las altas velocidades de banda ancha, la energía solar como fuente de calefacción o para el cuidado de la salud. Instrumentos ópticos que se utilizan para el análisis y la obtención de imágenes, además de las fuentes de luz ultravioleta que se utilizan para la esterilización. Estas tecnologías también son esenciales para secuenciar genomas, como el del virus SARS-CoV-2, entre muchos otros usos.
En el Día Internacional de la Luz se celebra el papel que desempeña la luz en la ciencia, la cultura y el arte, la educación y el desarrollo sostenible, y en campos tan diversos como la medicina, las comunicaciones y la energía, por lo que muchos sectores de la sociedad en todo el mundo participan en actividades que demuestran cómo la ciencia, la tecnología, el arte y la cultura pueden ayudar a lograr los objetivos de la UNESCO: sentar las bases para sociedades pacíficas.
Por ello el programa mexicano, a través de Divulgación de la Ciencia UNAM, el UK —Centro de Estudios Mexicanos en Reino Unido y la Universidad de Oxford, organizaron como evento principal, una charla con el profesor Chris Llewellyn Smith, físico teórico, que actualmente dirige un estudio de la Royal Society sobre el almacenamiento de electricidad a gran escala, fue director de investigación energética de la Universidad de Oxford y presidente del Consejo de SESAME (luz de sincrotrón para ciencia experimental y aplicaciones en Oriente Medio), además fue director general del CERN (1994-1998, cuando se aprobó el Gran Colisionador de Hadrones y se inició su construcción).
La diplomacia científica, paz y luz
Llewellyn Smith aprovechó esta oportunidad para hablar sobre la importancia de la diplomacia científica, pero también sobre sus limitaciones. Durante su ponencia denominada «Ciencia, diplomacia, paz y luz», explicó que el término ha sido utilizado desde hace 25 años para describir todo lo que tiene que ver con la ciencia, los científicos y las relaciones internacionales, políticas y diplomacia.
En realidad son muchas las definiciones y usos para este término, pero el profesor profundizó en el término. Él asegura que las recomendaciones que vienen desde la ciencia apoyan a los objetivos de las políticas en dos sentidos, uno apuntalando los objetivos de la política internacional y otra ayudando a enfrentar los desafíos técnicos globales, como el cambio climático, por ejemplo. “Esto facilita la cooperación internacional y ayuda a los científicos a trabajar juntos para finalmente desarrollar puentes y colaboración entre diferentes personas”
Problemas con impacto global (cambio climático, salud global, seguridad alimentaria o energética), necesitan un enfoque global. En ese sentido, dijo que la ciencia es importante porque identifica los problemas, hace una aproximación, investiga, mide y predice los impactos, además de identificar las soluciones. “Muchos de estos problemas son complejos y tienen grandes desafíos, muchas veces las soluciones son costosas y no siempre claras, para eso está la ciencia, para buscar opciones”.
El doctor Llewellyn Smith explica que los grandes problemas involucran muchos jugadores; científicos, gobiernos, industria, ONG’s, filántropos y agencias internacionales. Entonces, los científicos pueden atraer la atención de los jugadores más relevantes y trabajar con ellos, combinando perspectivas de toda naturaleza.
El especialista dio algunos ejemplos en los que la ciencia ha dado soluciones costo efectivas, por ejemplo, en el combate a la viruela que fue descubierta en 1798 y que la forma de combatirla llegó gracias a la inmunización a gran escala dirigido por la Organización Mundial de la Salud, posteriormente en 1979 se confirmó su erradicación gracias a una solución costo efectiva dada por la ciencia.
Otro ejemplo es el descubrimiento fortuito del Agujero de la Capa de Ozono en 1970 y que años más tarde (1987) llegó a generar el protocolo de Montreal para la protección de la capa de ozono, diseñado para reducir la producción y el consumo de numerosas sustancias que se ha estudiado que reaccionan con ella y se cree que son responsables del agotamiento de esta.
“La ciencia es clara, hace que las amenazas sean entendibles, con soluciones simples y relativamente económicas, como las vacunas, tampoco busca ganadores y perdedores, sin embargo, esto no es suficiente para asegurar el éxito”, por ejemplo, las alertas en 2004 sobre un Tsunami en Aceh Sumatra, fueron ignoradas, lo que provocó la perdida de la vida de 225,000 personas.
El investigador está convencido de que la diplomacia científica es esencial para facilitar la colaboración internacional, evitar restricciones de visas y habilitar el intercambio, además de establecer grandes proyectos internacionales e infraestructura científica como es el caso del CERN y el SESAME, proyectos de los que él ha sido parte, pero también reconoce a través de su experiencia que hay valiosas lecciones que vencer.
Por ejemplo, la confianza entre científicos, políticos y diplomáticos lleva tiempo para construirse; que la construcción de los grandes proyectos tienen un fuerte componente político para encontrar la sede idónea, que trabajar con Estados Unidos específicamente en proyectos de esta naturaleza conlleva retos especiales y que las contribuciones en especie tienen ventajas, por ejemplo para las compras, y desventajas, por los contratos divididos.
Finalmente explica que los científicos que se involucran en proyectos con un componente político y de creencias (por ejemplo, clonación, pruebas de ADN, seguridad), a menudo les gusta pensar que pueden ser totalmente objetivos, pues utilizan su experiencia técnica como bandera, sin embargo esto es algo difícil de lograr. “El juicio científico no siempre es objetivo como se afirma”, y hay que ser conscientes de ello.
En esta charla también participó la doctora Ana María Cetto Kramis, científica mexicana especializada en física teórica mecánica cuántica, electrodinámica estocástica y biofísica de la luz, ella coordinó el proyecto para el Museo de la Luz (UNAM) y dirige muchas de las actividades en torno al día internacional de la luz.
La charla se puede escuchar completa en inglés a través de: https://www.facebook.com/DILMexico
Tomado de https://www.eleconomista.com.mx/
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