septiembre 17, 2025

Los limones amargos de Lawrence Durrell

“Durrell no es sólo el autor de El cuarteto de Alejandría. Sus demás libros contienen su maravillosa prosa, sus descripciones únicas sobre los paisajes y su intento de sondear la psique humana, a través de las relaciones amorosas de sus personajes....

El laberinto del mundo

José Antonio Lugo

I. La novela sobre Chipre

Es la novela de Lawrence Durrell sobre esta isla griega. Fue publicada en 1957. Inmediatamente después apareció El cuarteto de Alejandría, cuyos volúmenes se publicaron entre 1957 y 1960. De modo que nos encontramos ante una novela que abrió la puerta, por decirlo así, de la obra maestra. Por su cercanía en el tiempo, quizá no le hemos dedicado la atención que merece. Es un texto que narra la estancia de varios años de Durrell en esa isla, en el que se entrecruzan temas políticos y personales. 

A nivel social, la demanda de libertad de los chipriotas se vio reprimida por los ingleses. Así, la simpatía de los griegos por los británicos –que se remonta a Lord Byron–, sentimiento de cariño y hospitalidad que recibió Durrell no sólo por ser inglés sino por hablar griego con soltura, al final de la novela se convirtió en frialdad, distancia e incluso hostilidad, lo que llevó al escritor –después de trabajar como agregado de prensa para el gobierno inglés en la isla– a no renovar su contrato y abandonar la isla.

La novela comienza cuando Durrell llega a Chipre con su pequeña hija Sappho. Así comienza también Justine –el primer tomo de El cuarteto--, cuando Darley llega a Alejandría acompañado de la hija de Nessim y de Melisa. Vemos cómo adquiere y reconstruye una vieja casa con una vista espléndida, en la que vive hasta que se ve obligado por su trabajo con los ingleses a ir a vivir a Nicosia. Casa a la que llegan su hermano y su madre. Al final de la novela, el profesor Panos es asesinado, el rebelde chipriota es ejecutado por las autoridades inglesas y Durrell se ve obligado a abandonar tanto Chipre como su casa, regresando a Londres y preparando su futura estancia en Francia. 

II. Noticias sobre Chipre

En 1878 Rimbaud, el niño genio de la poesía francesa, estuvo en Chipre, donde ayudó a construir la residencia del Gobernador. En la isla hay reliquias de diversas civilizaciones, culturas y movimientos: Grecia, Siria, Egipto, Roma, Turquía, así como de los cruzados y los templarios. 

III. Lo que pasó mientras escribía Limones amargos

Durante el tiempo en Chipre, su mujer, Eve –modelo del personaje Justine– se encontraba enferma en Inglaterra. Al sanar, alcanzó a Larry y a la hija de ambos en la isla griega, hasta que un día Durrell la golpeó. Ella abandonó Grecia y se llevó a la niña. Este acto de violencia de género lo tenemos que enmarcar en el contexto del equilibrio mental de Sappho, su hija, quien se suicidió años más tarde, proyectando sobre el escritor la sombra del incesto, sin que se haya podido comprobar nada. Sin embargo, un padre que quiere demasiado a su hija –aunque no la toque– le causará daño.

A Chipre lo fue a visitar Katsimbalis. Este mítico personaje representaba un hombre griego antiguo, de una vitalidad y un amor a la vida que ya habíamos perdido en el siglo XX. Por eso fascinó a tantos escritores. Sobre él, Henry Miller, mentor de Durrell, escribió El coloso de Marusi y Nikos Katzantzakis Zorba el griego. Marguerite Yourcenar lo conoció en sus viajes a Grecia acompañada de André Embiricos y André Fraigneau. 

Durante su estancia en Chipre, Durrell no sólo se separó de Eve sino que conoció a Claude, que fue su siguiente pareja y con quien se fue a vivir a Provenza, al sur de Francia. Fue el modelo de Clea, el personaje que da título a el cuarto tomo de El cuarteto, aunque Gordon Bowker –el biógrafo– señala que, si bien pudo haber sido la argamasa de ese personaje, también lo fue Clea Badaro, pintora de Alejandría –cuyos cuadros me recuerdan a Tamara de Lempicka–. Pueden verse en la famosa Enciclopedia virtual.

En esos años le mandó su obra de teatro Sappho al gran actor Laurence Olivier para invitarlo a producirla. Él le contestó que había versos finos y sonidos encantadores, pero que en conjunto era inverosímil y no lo había atrapado emocionalmente. 

IV. Las maravillossas descripciones durrelianas de los paisajes 

Así describe Venecia Durrell al salir rumbo hacia Chipre: «Estos pensamientos nacen al alba en Venecia, vista desde el puente del barco que me llevará hasta Chipre a través de las islas: una Venecia quebrada en mil reflejos del agua, fresca como jalea. Era como si algún gran maestro enloquecido hubiese arrojado su caja de colores contra el cielo para cegar el ojo interno del mundo. Nubes y agua se mezclaban chorreando colores, fundiéndose, superponiéndose, llenándose, con agujas y techos y balcones flotando en el espacio, como los fragmentos de una vidriera de colores vistos a través de una docena de velos de papel de arroz. Fragmentos de historia rozados por los colores del vino, el alquitrán, la tierra ocre, el ópalo de fuego y el cereal maduro y todo ello lavado a la vez en los bordes con suavidad, para confundirse con el cielo del alba, tan tenue y circunspectamente azul como un huevo de paloma». 

V. A modo de conclusión

Durrell no es sólo el autor de El cuarteto de Alejandría. Sus demás libros contienen su maravillosa prosa, sus descripciones únicas sobre los paisajes y su intento de sondear la psique humana, a través de las relaciones amorosas de sus personajes. Todo ello, con una sinceridad a prueba de fuego: «Una novela debe ser un acto de adivinación a través de las entrañas, no el cuidadoso relato de una partida de pato en el prado de una casa parroquial». Releamos a Lawrence Durrell. Vale la pena. 

Tomado de https://morfemacero.com/