El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
Los libros: barcos para navegar
Irene Vallejo, escritora española, doctora en Letras clásicas, dio a conocer hace un par de años un libro excepcional, la historia del libro a través de sus distintos formatos: las tabillas de arcilla, los papiros, los pergaminos, los libros de papel y los de luz (Kindle y otros dispositivos para leer en pantallas luminosas).
El infinito en un junco es un libro erudito que tiende puentes entre el pasado y el presente. Nos enseña que el futuro se finca en el pasado y que sin la memoria no podríamos construir nada en el porvenir. Y la memoria, en buena medida, se deposita en los libros (también en obras arquitectónicas, musicales, de artes plásticas, por supuesto).
imposible condensar un libro tan rico en unos cuantos trazos. Me gustaría, sin embargo, ofrecerles una cartografía, algunas boyas que les permitan navegar en este océano cuyas páginas es una delicia recorrer. Irene nos recuerda a Alejandría, la ciudad que pintaron con sus letras Durrell y su El cuarteto de Alejandría y Constantin Cavafis, el viejo poeta de la ciudad +++ cómo Alejandro Magno dejó en Alejandría a su subordinado Ptolomeo, que fundó una dinastía de Ptolomeos +++ que la literatura era oral y se leía en voz alta y que tuvieron que pasar siglos antes de que se convirtiera en un acto solitario, casi de instrospección, que nos permite viajar sin movernos. +++ sobre la oralidad, Vallejo recupera a Sócrates, a Bob Dylan y a Heigo Kurosawa, el hermano de Akira, narrador de películas mudas que se suicidó en 1933 con la llegada del cine sonoro. +++ Irene estudió en Oxford. Describe la biblioteca como un laberinto enloquecido. Allí dio clases toda su vida Lewis Carroll. Nos sugiere que las intrincadas galerías en las que se pierde Alicia son un reflejo de la biblioteca oxfordiana. +++ la filóloga hace un homenaje al héroe desconocido que inventó el alfabeto, que permitió que la humanidad diera, como dijo Neil Amstrong, «un paso importante para la humanidad» +++ nos recuerda a Heráclito, para quien la escritura era una «tensión permanente», un esfuerzo por revelar una nueva visión de la realidad, surgida de esa tensión +++ cómo Eróstrato se propuso pasar a la historia quemando la Biblioteca de Alejandría –y lo logró- +++ cómo las bibliotecas protegen el conocimiento, porque «elegir es salvaguardar» +++ cómo Enhuedanna fue la primera mujer escritora, seguida siglos después por Safo y Aspasia y cómo abrieron la puerta a personajes femeninos como Lisístrata, Medea y Antígona +++ cómo Herodoto es el padre de la tolerancia +++ Cómo Demóstenes, el gran orador, recibió un homenaje al nombrar Harper Lee a Atticus Finch, su personaje abogado defensor de una causa imposible de ganar, en la gran novela Matar a un ruiseñor +++ cómo el suicidio de Werther es contagioso, como el de Las vírgenes suicidas, de Eugenides (llevada al cine por Sofia Coppola) +++ cómo Hipatia fue torturada y la biblioteca pasto de las llamas +++ cómo los romanos llevaron a Roma los tesoros griegos, de la misma manera que la Guggenheim se llevó a Estados Unidos los tesoros de Europa, siglos después +++ cómo la libertad de expresión siempre ha sido atacada, desde la antigüedad hasta Salman Rushdie y cómo Ovidio, por molestar al poder, fue desterrado a Dacia -hoy Rumania-.
Desde su publicación, El infinito en un junco ha sido traducido a más de 30 idiomas y ha llegado a más de 50 países.
Al final de su obra, Irene Vallejo señala: «La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción. A la arcilla, a los juncos, a la piel, a los árboles y a la luz hemos confiado la sabiduría que no estábamos dispuestos a perder. Con su ayuda, la humanidad ha vivido una fabulosa aceleración de la historia, el desarrollo y el progreso. La gramática compartida que nos han facilitado nuestros mitos y nuestros conocimientos multiplica nuestras posibilidades de cooperación, uniendo a lectores de distintas partes del mundo y de generaciones sucesivas a lo largo de los siglos. Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se habrian esfumado en el olvido».
Amable lector: ¿no has leído este libro? Te felicito, te espera un manjar de lenguaje, pensamiento, cultura y sociedad, como en Morfemacero. El infinito en un junco es un relato inagotable, como las mil y una noches, e Irene Vallejo nuestra Sherezada.
Tomado de https://morfemacero.com/
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