A principios de enero de 2025, el Partido Liberal del primer ministro canadiense Justin Trudeau se enfrentaba a un panorama electoral desastroso, por detrás de los conservadores por un margen significativo en las encuestas. Una resonante victoria conservadora parecía inminente. Entonces, sucedió lo inesperado: el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca alteró dramáticamente el panorama político canadiense.
Las acciones de Trump, incluidos los intentos de dañar la relación entre Estados Unidos y Canadá, las amenazas de anexión de Canadá y el inicio de una guerra comercial perjudicial, galvanizaron la opinión pública canadiense. Los canadienses, sintiéndose traicionados por su aliado de larga data, se rebelaron contra las políticas de Trump. Esta inesperada reacción se convirtió en el improbable salvador del Partido Liberal.
Las elecciones subsiguientes vieron una victoria sorprendente para los liberales, asegurando otro mandato para el primer ministro Mark Carney (quien había sucedido a Trudeau). Si bien los liberales pueden no haber logrado una mayoría, el resultado distó mucho de la victoria conservadora predicha. NBC News informó sobre los resultados inesperados, destacando el papel significativo, aunque involuntario, de Trump en la supervivencia del Partido Liberal.
En su discurso de victoria, Carney reconoció la influencia de Trump, afirmando: «El presidente Trump está tratando de rompernos, para que Estados Unidos pueda poseernos. Eso nunca, nunca sucederá». Declaró además el fin del sistema de libre comercio global de la posguerra anclado en Estados Unidos, afirmando la necesidad de Canadá de autosuficiencia y diversificación de sus asociaciones económicas y de seguridad.
Trump permaneció inusualmente silencioso sobre los resultados de las elecciones, un marcado contraste con sus habituales pronunciamientos en las redes sociales. Sin embargo, una publicación anterior en Truth Social reiteró su deseo de que Canadá se convierta en el estado número 51 de EE. UU., citando los miles de millones de dólares en supuestos subsidios estadounidenses a Canadá. La súplica del líder conservador Pierre Poilievre a Trump para que se mantuviera alejado de las elecciones resultó inútil, ya que las acciones de Trump ya habían cambiado irrevocablemente la marea electoral.
El resultado de las elecciones asestó un golpe demoledor a Poilievre, quien había sido considerado un candidato seguro para primer ministro apenas unos meses antes. No solo perdió las elecciones, sino que también parece haber perdido su propio escaño parlamentario. La victoria conservadora, que alguna vez fue segura, se transformó en una victoria liberal, atribuida en gran medida a las consecuencias imprevistas de las acciones de Trump. Las elecciones sirven como un claro recordatorio de la naturaleza impredecible de las relaciones internacionales y su impacto en la política interna.
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