Durante una década completa, desde que Donald Trump aseguró por primera vez una ventaja duradera en las primarias presidenciales republicanas de 2016, su dominio sobre la base del Partido Republicano ha permanecido en gran medida indiscutible. Incluso después de su derrota electoral de 2020, esta influencia pareció solidificarse con cada año que pasaba.
Sin embargo, este formidable control podría estar debilitándose ahora. ¿La razón? Trump está pidiendo a sus seguidores que lo apoyen en un tema que los obliga a tomar una decisión difícil, una que quizás él preferiría no reconocer.
Considere la controversia en torno a los archivos de Jeffrey Epstein. Después de la muerte del delincuente sexual convicto en una prisión federal en 2019, un segmento de la base de Trump, conocido como QAnon, ya estaba obsesionado con la creencia de que una cábala secreta de élites estadounidenses estaba involucrada en el tráfico sexual de niños. La vida de Epstein y, según las teorías de conspiración, su muerte, se convirtieron en una clara ilustración de dicha red clandestina. Muchos conservadores, incluso más allá del margen de QAnon, presionaron para que se divulgara toda la información relacionada con las actividades de Epstein, anticipando que expondría a destacados demócratas y figuras liberales a quienes despreciaban.
Sin embargo, ya entonces era evidente que el nombre de Trump aparecería en estos documentos, dada su antigua amistad con Epstein y sus círculos sociales compartidos en Nueva York y Florida. Si bien los aliados de Trump criticaron vocalmente a su sucesor por retener los archivos de Epstein, el propio Trump permaneció en gran medida en silencio. Cuando se le preguntó, no abogó por su publicación, sino que expresó preocupaciones de que personas inocentes pudieran resultar perjudicadas si la información se hacía pública.
Esta postura fue inusual para Trump, quien generalmente defiende afirmaciones descabelladas e infundadas contra los adversarios percibidos de la derecha. Al regresar a la oficina en enero, se encontró en la incómoda posición de tener el poder de conceder el deseo de su base pero careciendo del deseo de hacerlo. En consecuencia, no lo hizo.
Las encuestas repetidas indican que esta inconsistencia ha creado una división dentro de su apoyo. Una encuesta de Ipsos/Reuters de octubre reveló que, si bien 9 de cada 10 republicanos aprobaban la presidencia de Trump, solo 4 de cada 10 aprobaban su manejo de los archivos de Epstein. De manera similar, una encuesta de la Universidad de Quinnipiac de este verano mostró que el 84% de los republicanos aprobaba su presidencia, pero solo el 44% aprobaba su enfoque sobre el asunto Epstein.
El hecho de que un tercio de los republicanos desaprobara el manejo de Epstein por parte de Trump en la encuesta de Quinnipiac es problemático. Lo que podría ser aún más alarmante para el presidente es que el 22% de los republicanos afirmó que no sabía si lo aprobaba.
¿Por qué es esto una preocupación? Los votantes a menudo usan «no sé» como una forma educada de expresar desaprobación sin declararlo explícitamenteTomado de https://feeds.nbcnews.com/msnbc/public/news



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