Lo que sabemos de la gripe H5N8 que, por primera vez, Rusia acaba de detectar en humanos:

A mediados de diciembre de 2020, en una pequeña granja al sur de Rusia, siete personas empezaron a tener síntomas de gripe. Siete casos de gripe en la Rusia rural es algo que, en un año normal,...

A mediados de diciembre de 2020, en una pequeña granja al sur de Rusia, siete personas empezaron a tener síntomas de gripe. Siete casos de gripe en la Rusia rural es algo que, en un año normal, no hubiera llamado la atención de nadie, pero no vivimos años normales. Este invierno, como pasó en el invierno austral, la gripe ha desaparecido casi por completo. Las precauciones para frenar la transmisión del coronavirus la han llevado a mínimos históricos. Entonces, ¿por qué había un brote de gripe en esa granja de Europa del Este?

Incluso así, es probable que, si nadie hubiera hecho pruebas a las aves de la granja, todo hubiera pasado desapercibido. Pero se hizo y los resultados han hecho que este fin de semana Rusia haya notificado a la Organización Mundial de la Salud el primer caso de transmisión de la cepa H5N8 de gripe aviar a seres humanos.

Un aviso de lo que puede estar por llegar

CDC

El brote ruso: Anna Popova, responsable de Rospotrebnadzor, la agencia sanitaria rusa, salió al paso este mismo fin de semana para explicar que ha sido el laboratorio Vector (uno de los centros biotecnológicos rusos) el que ha aislado el material genético y que «se han tomado rápidamente medidas para controlar la situación». También ha explicado que los infectados «se encuentran bien» y, por ahora, “esta variante del virus no se transmite de una persona a otra”.

Sin embargo, la misma Popova ha subrayado que esta detección “da tiempo al mundo entero para prepararse” para crear tests y vacunas “en el caso en que este virus fuera más patógeno y peligroso para el ser humano, y adquiera la capacidad de transmitirse de persona a persona”.

¿Por qué es importante? Tradicionalmente, el H5N8 (un subtipo del conocido como virus de la gripe aviar) ha sido una cepa muy poco patógena para los seres humanos, pero terrible para las aves (salvajes y de corral). Desde el gran brote de 1983 en Irlanda, las autoridades sanitarias han perseguido a la cepa por los devastadores efectos que tiene para la industria avícola. Para hacernos una idea de su peligrosidad, en enero de 2017, Francia sacrificó a 800.000 aves para intentar frenar la transmisión de la enfermedad.

El problema es que la cepa es muy contagiosa y, pese a todos estos esfuerzos, ha sido casi imposible tenerla bajo control. Lo único que la mantenía en un discreto segundo plano era el hecho de que no afectara a los humanos. Al fin y al cabo, si no era capaz de saltar a nuestra especie, por muy contagiosa y peligrosa que fuera estábamos relativamente a salvo. La noticia de Rusia cambia las cosas.

Marismas del Ampurdá – Michael Pfeiffer

¿Cómo nos afecta? La noticia rusa cambia las cosas, pero más como aviso que como constatación de un problema real. De ahí que el Rospotrebnadzor alerte de que es buena idea empezar a diseñar tests rápidos y kits de PCRs para diagnosticarla, por un lado; y el desarrollo de «vacunas molde» sobre las que poder trabajar en caso de que un brote se vuelva pandémico. Si algo hemos aprendido de la «crisis del coronavirus» es que las variantes son un riesgo permanente y, en ese sentido, la transmisión de la H5N8 entre humanos puede ser cuestión de tiempo.

No hay olvidar que la Generalitat de Cataluña confirmó el pasado enero la presencia de la cepa en aves del Parque Natural de los Aiguamolls del Empordà. Es decir, esta cepa del virus está repartida por todo el mundo y su transmisibilidad no hace más que aumentar las probabilidades de que esto desemboque en una variante capaz de transmitirse también en humanos.

¿En serio es un problema real? Lo cierto es que ahora queda una labor bastante compleja, valorar y prepararnos de cara a esta amenaza. Por un lado, como ocurrió en el caso de listeriosis en la carne mechada de 2019, la sensibilidad mediática a todo tipo de nuevos casos puede hacer que demos más importancia de la que tiene al suceso. Por otro lado, no es un hecho inesperado en absoluto y sobre el que se lleva advirtiendo (con mejor o peor tino) desde hace tiempo.

No obstante, lo cierto es que nunca sabemos cuál va a ser el próximo patógeno que pare el mundo. Y, por eso, más que centrarnos en casos concretos, parece que lo idea es empezar a diseñar un sistema que nos permita reaccionar mejor a la próxima gran pandemia.

Imagen | Кирилл Жаркой

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