octubre 12, 2025
Las algas, ¿la nueva medicina

Las algas, ¿la nueva medicina

Tomado de Ethic.es

En los años 40, en Estados Unidos se intentó cultivar masivamente una microalga de agua dulce. La intención era innovar en el mercado comercializando unas hamburguesas realizadas con las proteínas extraídas de esta planta acuática. Este experimento no funcionó y el artículo de Warren Belasco titulado ¿Hamburguesas de algas para un mundo hambriento? recoge cómo se gestó el fallido proyecto. «Hubo problemas desde la tecnología, la inversión económica insuficiente y la típica neofobia de los estadounidenses», explica José Lucas Pérez-Lloréns, catedrático de Ecología en la UCA y presidente de la Sociedad Española de Ficología.

Hoy las algas emergen con fuerza como una línea de investigación prometedora en muchos ámbitos que atraen inversión y esperanzas revolucionarias en el ámbito alimentario y médico. El valor del mercado mundial de productos derivados de algas se situó en 41.930 millones de dólares estadounidenses en 2024 y se prevé que supere los 80.000 millones de dólares en 2034.

«Entre algunos grandes campos donde las algas se están aplicando ya de forma exitosa podríamos nombrar: la alimentación y nutracéutica, la energía, el medio ambiente, las materias primas para la obtención de productos derivados con alto valor añadido, la obtención de bioplásticos e incluso la arquitectura», enumera José Lucas Pérez-Lloréns,

La mayor inversión se está produciendo en el sector farmacológico, en el que se exploran las posibilidades de las algas como fuentes de compuestos antivirales, antibacterianos y antiinflamatorios. Algo que la sabiduría ancestral que se transmite de generación en generación ya era capaz de intuir, puesto que hace 14.000 años ya se usaban las algas como medicina y alimento para curar distintas dolencias.

«Sin duda, entre los compuestos derivados de las algas que más se están investigando son las moléculas con actividad biológica. Muchos de estos productos son polisacáridos como los fucoidanos, alginatos, laminarina, carragenanos y ulvanos que se usan como sistemas de liberación lenta de fármacos, inmunoestimulantes, anticoagulantes, antioxidantes, antiinflamatorios, antivirales», explica Pérez-Lloréns.

Se prevé que el valor del mercado mundial de productos derivados de alga supere los 80.000 millones de dólares en 2034

El catedrático ve muy posible que las algas acaben constituyéndose como una fuente importante de nuevos fármacos. «Hay mucho aún por investigar. Por ejemplo, se sabe que algunos péptidos de origen algal tienen capacidad antimicrobiana. También algunos polisacáridos sulfatados como los fucoidanos tienen actividades antibióticas. Lo que actualmente se necesita es un desarrollo tecnológico e inversión para que estos compuestos que han resultado ser prometedores en laboratorio puedan ser probados».

Por ejemplo, un estudio reciente de la Universidad Metropolitana de Osaka ha evidenciado que los polifenoles de la Ecklonia cava, un alga parda, poseen propiedades antioxidantes que podrían proteger contra el daño neuronal asociado al Parkinson.

Otra investigación de la Universidad de Alicante destaca el potencial de un extracto de alga para tratar enfermedades neurodegenerativas de la retina.

Además, las algas también están cobrando protagonismo en el ámbito de la alimentación. La FAO destaca su valor nutricional y sus características sostenibles. Y es que el cultivo de algas no requiere de fertilizantes y además pueden funcionar como ecosistema para albergar biodiversidad, como reductoras de la contaminación y pueden combatir la acidificación oceánica.

Aunque Pérez Lloréns rechaza el concepto de «superalimento» para referirse a ellas. «Por definición, y desde una perspectiva científica, los superalimentos no existen. El término es una estrategia de puro marketing para introducir en el mercado productos novedosos o renombrar algunos ya existentes, confiriéndoles un nuevo valor o un incremento de precio».

Es cierto que las algas, en general, constituyen un ingrediente con pocas calorías y muchas proteínas, minerales y vitaminas. Pero el investigador subraya la necesidad de diferenciar: «Las macroalgas, en general tienen muy poca grasa. Algunas especies de algas pardas tienen un contenido de yodo bastante elevado, por lo que hay que vigilar la ingesta en caso de tener problemas de tiroides. Las microalgas se usan menos como alimento humano, pero si tienen gran cantidad de ácidos grasos omega-3. A diferencia de las setas, no hay macroalgas tóxicas, pero microalgas sí».

Tomado de Ethic.es