El deporte de alto nivel requiere una alta capacidad de resistencia psicológica que no siempre es visible donde los y las tenistas compiten contra el cansancio, la presión y sus propios pensamientos. Como el propio Carlos Alcaraz ha reconocido en varias entrevistas desde que ganara su primer Abierto de Estados Unidos en 2022, «la carga de ser y mantenerte entre los mejores supone un desafío tan grande como cada partido decisivo en sí mismo».
Hablamos del Grand Slam más intenso, el que se juega en todas las superficies y se mantiene toda la temporada. Junto con el Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, es el quinto Grand Slam: el Abierto del Equilibrio Mental.
La autenticidad y aceptación como recursos estratégicos
En el deporte en general, y en las modalidades individuales en particular, el error se evidencia como mucho más inevitable y determinante. Es auténtico en su expresión y sincero en su esfuerzo. El tenista español Carlos Alcaraz ha tenido momentos de desconexión psicológica como en Roland Garros 2023, cuando los calambres en semifinales frente a Novak Djokovic se vieron agravados por el estrés competitivo. O tras la final olímpica de París 2024, que supuso un «break mental» que le lastró hasta final de la temporada.
Tales experiencias, lejos de considerarse retrocesos, han sido lecciones. Ha sabido aceptar, parar, reformular, reconducir y dosificar la carga mental y física para convertir la temporada 2025 en la mejor trayectoria de un tenista a la edad de 22 años.
Lo demostró el pasado 7 de septiembre cuando conquistó su segundo título del Abierto de Estados Unidos, el sexto Grand Slam de su carrera, y se volvió a convertir en el número uno a nivel mundial.
Preparación mental antes y después del esfuerzo
La responsabilidad de convertirse en el número uno más joven de la historia, y más aún, de mantenerlo y querer agradar a cada quien que le admira, le obliga más aún a gestionar su extraordinario talento psicológico. Emociones intensas (entusiasmo, dudas, enormes expectativas…), dificultades durante el juego y fuera del mismo y pensamientos son experiencias que enseñan y al mismo tiempo reflejan cómo el agotamiento mental conforma la necesidad de prepararse y consolidar un sólido funcionamiento psicológico.
Antes de competir, Alcaraz comparte rutinas de visualización y respiración
Antes de competir, Alcaraz comparte rutinas de visualización y respiración, dinámicas cognitivas (mensajes, consignas íntimas o pensamientos positivos) para entrar con calma a la pista.
En Wimbledon 2023, donde derrotó a Novak Djokovic en una final histórica, se observó esa preparación: tras perder el primer set con claridad, logró recomponer su confianza y ajustar su enfoque táctico. Ese cambio no fue solo técnico, también mental, basado en la capacidad de resetear y reconducir en mitad de la adversidad.
Después del esfuerzo, su manera de gestionar la interpretación del éxito también da pistas de su saber hacer. En lugar de instalarse en la euforia, Alcaraz suele destacar el valor del trabajo en equipo (entrenadores, fisioterapeutas, familia…), lo que le ayuda a distribuir la presión y a mantener el equilibrio personal.
Una mente extraordinariamente entrenada
Desde los ojos de un profesional de la psicología deportiva, y con el foco puesto como referencia para cualquier joven deportista, su puesta en escena y lo que proyecta sobre su funcionamiento psicológico es impecable. Se crece y se reafirma igual de honesto cuando se siente fuerte que cuando se muestra vulnerable.
Comparado con el adolescente que «pedía pista» en 2021 o 2022, el Alcaraz de 2024-2025 muestra un grado superior de madurez, de regulación psicológica y respeto por cada momento de su conexión con el momento deportivo.
Ya no se precipita en puntos o momentos de quiebre con la misma frecuencia; sabe manejar los silencios de la pista y la presión de ser favorito.
En lo extradeportivo, probablemente lo más importante en su transición de joven a adulto, también ha sabido poner límites sanos como adolescente ante experiencias especiales: conserva momentos de desconexión con su familia y amigos en Murcia, mantiene una actitud cercana y humilde en el trato mediático y no oculta sus íntimos deseos de disfrutar de la vida, lo que contribuye a sostener su salud mental frente al ruido externo.
Probablemente veremos más de algún altibajo en el futuro –seguramente tenga que ver con el mantenimiento de su nivel competitivo, con su popularidad en cualquier rincón del mundo o con dejarse llevar y liberarse cuando se sienta vulnerable– como lo hay en la vida de cualquier persona, aunque en su caso se suma la gran carga de ser un prodigio.
Sus retos en tiempo real
Los retos se mantendrán y aparecerán otros nuevos, sus rivales buscarán nuevas formas de ganarle, recibirá las presiones habituales de todo lo que rodea al deporte de élite (la épica, la mercantilización…) y su vida personal propondrá nuevos esfuerzos y adaptaciones que nos harán ver nuevas versiones del talento de Carlos Alcaraz. Y todo ello, seguramente televisado y en tiempo real.
El Abierto del Equilibrio Mental no otorga un trofeo ni suma puntos ATP, pero define la duración y la calidad de una carrera llena de sensatez y sana autenticidad. Alcaraz, con solo 22 años, ya ha mostrado que su crecimiento no depende únicamente de su drive o de su físico privilegiado, sino de su capacidad de aprendizaje psicológico.
Gestionar la presión dentro y fuera de la pista (mucho más impredecible), aprender a mantener el foco constante y realista y recuperarse de los golpes invisibles son, en definitiva, de las victorias más difíciles y duraderas.
Juan González-Hernández es profesor e investigador de Personalidad, Deporte y Psicología de la Salud en la Universidad de Granada. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Tomado de Ethic.es
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