De la Redacción
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de junio de 2024, p. 14
Carmen Gabriela Ruiz, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, destacó que organismos internacionales estiman que más de 2 millones de menores trabajan en el país, esto es, 7.1 por ciento, de los casi 30 millones que hay en total.
Para el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia y las organizaciones mundiales de la Salud y del Trabajo, explicó, el empleo infantil es toda aquella actividad que pone en riesgo su desarrollo biosicosocial, así como el de los adolescentes.
En el contexto del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebra hoy, la experta afirmó que antes de la pandemia de covid, México tenía un estimado de 30 mil niños en un entorno de criminalidad.
Destacó que en el país no hay estadísticas fidedignas sobre el tema, pues está vinculado a aspectos delictivos. Por ejemplo, los menores que se encuentran en las maquiladoras clandestinas, o los que están en condiciones de esclavitud del crimen organizado, quienes han sido cooptados para ser sicarios en un contexto de esclavitud
.
Al estar asociado con esta clandestinidad, explicó, es difícil saber cuántos son, pero sabemos que las expresiones son diversas: algunos son explotados para la mendicidad forzada en grandes ciudades, otros en zonas rurales para trabajar en los campos agrícolas; están ligados al fenómeno migratorio y otro grupo a la explotación sexual
. Todas estas situaciones los colocan en una condición de vulnerabilidad, subrayó.
En la sociedad, expuso la también académica, a veces nos parece normal verlos trabajar, y poco nos preguntamos por qué no están en las escuelas como corresponde a su edad y etapa de formación
. Esto, agregó, tiene que ver con una perspectiva adultocéntrica, donde hemos privatizado su cuidado. Cuando no acuden a la escuela se atribuye la responsabilidad a la familia, no se ve como una encomienda del Estado, que debe garantizar el derecho a la educación
.
Esta situación, dijo, se agudizó con la pandemia –ya no fueron a las aulas– por no tener acceso a clases en línea, y otros laboraron porque sus padres enfermaron o murieron. Expuso que los daños por no acudir a las aulas son variados, profundos y definitivos en su formación. La escuela, destacó, es el segundo espacio de socialización después de la familia. No tiene que ver sólo con la transmisión de conocimiento, sino con una relación social y con la manera en que traducen el mundo
.
Tomado de https://www.jornada.com.mx/