El pasado prehispánico de lo que es actualmente México, no deja de aparecer en el presente a través de la arqueología. Oaxaca es un entidad que disfruta no solo de un buen número de testimonios documentales de su historia, sino también ancestrales edificaciones. Sus poblaciones tienen sus raíces más remotas en la antigua Mesoamérica. Una de ellas es San Martín Huamelúlpam, en la región de la Mixteca Alta, donde los restos de su ancestral origen reposan inclusive en los muros de su iglesia. Conozcamos sobre ella.
Localización
San Martín Huamelulpan es una población que se encuentra en la región de la Mixteca Alta, en el Distrito de Tlaxiaco, Oaxaca. Su nombre es un topónimo en náhuatl que se compone de los vocablos huatli (bledos), tlamimilulli (montículo) y pan (en), es decir, «En el montículo de bledos». Sin embargo, su nomenclatura original en mixteco es Yucunindaba, que significa «Cerro que voló».
Los restos arqueológicos de San Martín Huamelúlpam
La zona arqueológica de Huamelulpan se distingue por su arquitectura y escultura monumental, las cuales poseen inscripciones calendáricas. La ciudad fue fundada por los antiguos mixtecos, y en época prehispánica llegó a extenderse por más de 2 kilómetros cuadrados. Respecto a su longevidad, superó un milenio (desde el 400 a.C. hasta el 600 d.C.) y sobrevivió a otros centros urbanos contemporáneos de la Mixteca Alta, como Yucuita y Monte Negro.
Los vestigios se dividen en las secciones del Cerro Volado, del Panteón, la Iglesia Vieja, Poniente de la Iglesia y el Grupo de la Iglesia. Las evidencia muestra que las construcciones se adaptaron a los accidentes del terreno con un sistema de terrazas. Había grandes plataformas niveladas en forma escalonada, con sistemas de drenaje planificado y formalmente construido. En ocasiones, sobre ellas se elevaban basamentos piramidales y las residencias de familias de la nobleza local. Estas extensas edificaciones formaban plazas con escalinatas que las comunicaban.
En la parte baja del conjunto se halla el juego de pelota. Por otro lado, en el Poniente de la Iglesia, en la ladera sur, se hallan enormes plataformas cuyas esquinas se reforzaron con bloques de piedra rectangulares con un peso de varias toneladas. Allí hay grabados de signos calendáricos muy similares a los que se encuentran en Monte Albán, evidenciando las complejas relaciones entre los señoríos mixtecos con las antiguas ciudades zapotecas.
La escultura antropomorfa
Sin embargo, lo más destacable de todos los restos arqueológicos de Huamelúlpam, es la escultura antropomorfa empotrada en un muro de la parroquia de San Martín. Ya para los primeros años de la conquista y evangelización, los tallados prehispánicos eran reutilizados como material de construcción y terminaban en las paredes de iglesias y viviendas. La estremecedora pieza también da testimonio de como en los primeros años de la labor evangelizadora por parte de las ordenes religiosas, se utilizaron elementos de la antigua religiosidad mesoamericana para acelerar la conversión de los pueblos de Oaxaca al cristianismo católico.
La escultura es de roca caliza, mide alrededor de 1.20 metros de altura y muestra a una figura descarnada mirando de frente. La parte media del torso exhibe un órgano que parece ser el corazón. Se representa a un personaje con motivos antropomorfos y zoomorfos, destacando de ellos unas enormes garras en todas sus extremidades. Estos atributos son típicos de las Tzitzimimeh, unas monstruosas deidades de los mexicas y otros pueblos nahuas, cuya función era impedir el nacimiento del Sol. Es probable que proviniera del antiguo asentamiento mixteco, pero también es plausible que fuera hecha en el Postclásico, ya con los tenochcas y sus aliados asentados en la región, tras invadir lo que actualmente es Oaxaca.
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Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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