Lic. Armando Saucedo Monarque @saucedomonarque
“Un estudio efectuado por la empresa de análisis de datos científicos Airfinity puso cifras a un aspecto digno de atención en la lucha contra la pandemia de Covid-19, el de los ingentes recursos destinados por los gobiernos para la investigación de una cura para la enfermedad causada por el coronavirus. De acuerdo con dicho informe, los Estados han aportado cerca de 8 mil 600 millones de dólares, las compañías farmacéuticas aproximadamente 4 mil 400 millones y las fundaciones de asistencia privada alrededor de mil 900 millones; es decir, que el sector público ha aportado prácticamente el doble que el privado, pese a que será este último el que recoja todas las ganancias derivadas de la comercialización de las vacunas y las posibles curas. Impulsadas, en parte, por esa masiva inyección de recursos públicos, las farmacéuticas se han visto entre las grandes ganadoras en medio de la crisis económica provocada por la pandemia: la cotización de sus acciones en bolsa muestra que durante el año pasado incrementaron su valor de mercado en casi 90 mil millones de dólares, una cantidad que casi triplica el presupuesto anual de salud de México. En números absolutos, la compañía más beneficiada fue Johnson & Johnson, con un alza de 37 mil 934 millones de dólares, pero Moderna tuvo el crecimiento más espectacular con una ganancia de casi 600 por ciento en su valor de mercado, al pasar de 7 mil 609 a 45 mil 348 millones de dólares.” La Jornada en su edición de 10 de enero de 2021.
El mercado, este referente conceptual de política economía en la realidad palpable y aplastante ha sido determinante y ha contribuido para que el mundo esté sumido en esta profunda crisis sanitaria con motivo de la enfermedad COVID 19, con derivaciones en los ámbitos económicos, políticos y sociales en las sociedades del mundo por igual y, sin embargo, hoy emerge como el principal jugador en la solución de este caos mundial en una posición que le permitirá obtener inmensas fortunas a los privados a costa de la salud de los habitantes del planeta.
Los mexicanos somos testigos directos de los efectos de las políticas neoliberales aplicadas con rudeza durante los últimos sexenios, de aquellas que invocan al mercado en detrimento de la intervención estatal, en el sistema de salud pública del país que fue desmantelado y condenado a morir por inanición para que los agentes del mercado ocuparan ese vacío en la atención sanitaria a la población, claro está, con la consiguiente ganancia y subsidio, de mala calidad y enfocada a la utilidad, pues en ese camino nos tocó presenciar de manera impotente como se desmantelaban las instituciones de salud como el IMSS, ISSSTE, ISSFAM, los Institutos de Nacionales de Salud replicada esta política a nivel estatal, en nuestro girón de la patria el Hospital General de Especialidades, inacabado y a medias da cuenta de ello palmariamente.
De igual manera las empresas farmacéuticas y de insumos sanitarios a la fecha tienen monopolizado la comercialización de sus segmentos de tal manera que, en base a prácticas desleales, manipulan su producción y el abasto de medicamentos, poniendo en jaque las políticas públicas de salud cuando no les garantizan exorbitantes ganancias, aunque eso se traduzca en desatención a los sectores vulnerables necesitados urgentemente de medicamentos, como la prensa nacional lo ha hecho notar, de tal manera que en nuestro caso el mercado en base a chantajes pretende doblegar al Estado mexicano, para someterlo a sus intereses aunque de momento no lo ha logrado, afortunadamente, no sin sufrir un acoso mediático y extendido por los opinólogos del conservadurismo.
No pretendo afirmar y demostrar que la ruta trazada por la Cuarta Transformación esté exenta de errores y defectos en su planeación, pero sí me parece que atribuirle al gobierno, sin el menor resquemor, la crisis económica, los contagios y las defunciones es verdaderamente desproporcionado, tomando en cuenta la naturaleza paralizante de la pandemia y que no hay en el mundo ningún país que salga bien librado de este laberinto, la tragedia es horizontal se extiende de norte a sur y podemos decir que ninguna estrategia ha logrado dominar la curva de contagios y muertos, por más lamentable que eso sea, sin evadir ninguna responsabilidad señalo que el mundo y sus políticas de economía de mercado nos dejaron al desamparo socialmente al criticar y despreciar las políticas públicas de salud, criticando la intervención estatal para proveer de sanidad a la sociedad en general o a los grupos vulnerables, dejando de invertir en ciencias e investigaciones de la salud, profundizando el déficit de operarios sanitarios en los sistemas de salud pública, presionando a los Estados para que abandonaran estas responsabilidades dejándolas en manos de los privados, que optaron por la utilidad como enfoque paradigmático y abandonando a quienes no podían acceder económicamente a la salud, creando el escenario perfecto para que esta crisis se magnificara, frente a una población sin la debida protección estatal.
Así debemos contextualizar la situación, no de otra manera, porque el estado de quiebra del sistema de salud pública de México no es responsabilidad del gobierno actual, es culpa directa e inmediata de los gobiernos neoliberales, no de otro, la escasez de insumos médicos e infraestructura sanitaria para enfrentar la crisis es producto de la economía de mercado que desarticuló o eliminó las políticas públicas de salud con un enfoque social y asistencial, recordemos el fracaso del seguro popular con el que se pretendía sustituir el sistema de salud público, que destacó más por sus limitaciones y simulaciones que por sus resultados en los índices de bienestar y calidad de vida de los mexicanos, para darnos una idea de lo que estaría pasando si no hubiere llegado Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república, pobre México.
Ante este panorama es claro que las grandes perdedoras son las sociedades del concierto de naciones, en menor o mayor medida ninguna se escapa, pero la pregunta obligada es ¿habrá algún ganador en esta desgracia? La respuesta es sí, el mercado, explico por qué.
Al inicio de la pandemia los grandes fabricantes y distribuidores de equipos y materiales médicos lograron inmensas ganancias favorecidos con la protección y subsidios estatales, hoy las farmacéuticas son quienes obtienen inmensurables ganancias con sus vacunas, para ello vale citar que las acciones de la estadounidense Moderna, por ejemplo, han ganado 243.35% en el 2020 en la Bolsa de Nueva York, mientras que las acciones de BioNTech y Jonhson & Jonhson, también en Wall Street han subido 88.40 y 1.03%, respectivamente, según los cita el diario El Economista, no obstante que la financiación de las mismas ha sido con fondos públicos de los Estados interesados en adquirirlas, que han beneficiado a los fondos de inversión propietarios de la industria farmacéutica, los cuales distribuyen y comercializan las vacunas aplicando las reglas de la economía de mercado de forma tan ruda, que han motivado la inconformidad de los gobiernos de las principales economías capitalistas del mundo, que reclaman prioridad en el abasto por encima de las necesidades del planeta en general.
De ahí que las economías más débiles tengan problemas para implementar sus programas de vacunación, en consecuencia, debe de quedar claro para todos que los supuestos yerros en la materia que denuncia la oposición en México son producto de circunstancias externas y no de la improvisación del gobierno federal, al que debemos de reconocer su esfuerzo y empeño en dotarnos de vacunas a pesar de las desventajas que se señalan.
Es ilustrativo el caso de Israel cuyo programa de vacunación ha sido citado como un ejemplo de éxito, sin embargo, este programa nos da la razón pues es la evidencia palpable que en la pandemia el mercado marca las pautas, en tanto la vacuna le fue vendida en aproximadamente en treinta dólares y con el compromiso de transferir a las farmacéuticas los datos de las personas vacunadas, como se señala en la edición digital del diario El País de 25 de enero de 2021, luego entonces el dinero marca la ruta, pauta y destino, y lejos, muy lejos están las necesidades de la población.
Tomado de https://sonorainclusiva.com/rss
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