La demanda de $100 millones presentada por cinco líderes de los Proud Boys, incluyendo a Enrique Tarrio, condenados por conspiración sediciosa relacionada con el ataque al Capitolio del 6 de enero, tiene una probabilidad de éxito sorprendentemente alta a pesar de su débil base legal. Los demandantes esencialmente están repitiendo las defensas fallidas del juicio, argumentando violaciones de sus derechos constitucionales.
Su caso se basa en gran medida en la doctrina de Bivens, cada vez más obsoleta, que permite demandas contra agentes federales por violaciones de derechos constitucionales. Sin embargo, la Corte Suprema ha restringido severamente su aplicación, haciendo que una demanda exitosa de Bivens sea altamente improbable. Su argumento alternativo, utilizando la Ley Federal de Reclamaciones por Agravios para procesamiento malicioso, también enfrenta obstáculos significativos, y los expertos legales describen la probabilidad de éxito como «realmente, realmente baja».
A pesar de estas debilidades legales, la fortaleza de la demanda radica en la aparente falta de voluntad del Departamento de Justicia (DOJ) para defenderse vigorosamente. Esto se evidencia en el acuerdo de $5 millones del DOJ en la demanda por muerte injusta de Ashli Babbitt, una participante del 6 de enero que recibió un disparo mortal de la Policía del Capitolio. Si bien las investigaciones exoneraron al agente, el acuerdo sugiere un patrón de evitar litigios, incluso en casos aparentemente sólidos.
Los indultos de la administración Trump a Tarrio y las conmutaciones de sentencia para sus coplainantes complican aún más la posición del DOJ. El lenguaje del indulto de Trump, que describe a los acusados del 6 de enero como víctimas de una «grave injusticia nacional» y «rehenes», y sus disculpas públicas, debilitan significativamente cualquier defensa potencial del DOJ. Un juicio arriesgaría el absurdo escenario de que funcionarios de la administración Trump testifiquen contra las propias acciones del DOJ.
Esto, junto con la falta de incentivo judicial para rechazar un acuerdo en este tipo de caso, hace que un acuerdo sea altamente probable. Si bien un juez *podría* rechazar un acuerdo, tales casos son raros y generalmente implican una mayor supervisión judicial, como las demandas colectivas.
Las implicaciones financieras de un acuerdo son sustanciales. El ataque del 6 de enero causó daños estimados en $2.7 mil millones, con solo una pequeña fracción recuperada a través de la restitución. Los indultos anulan cualquier restitución existente, y el DOJ ha indicado su apoyo para reembolsar las cantidades ya pagadas. Un acuerdo podría abrir las puertas a demandas similares de los aproximadamente 1,600 acusados del 6 de enero indultados, lo que podría costarle a los contribuyentes millones, si no cientos de millones de dólares.
Este resultado se alinea con el interés informado de Trump en crear un fondo de compensación para los alborotadores del 6 de enero, una medida que los historiadores critican por legitimar la insurrección violenta y potencialmente crear un precedente para eventos similares en el futuro. En esencia, la administración Trump podría crear inadvertidamente un programa de facto de reparaciones para los involucrados en el ataque al Capitolio.



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