La danza de los Tecuanes en Guerrero: los jaguares que atraen la lluvia

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El sincretismo religioso y cultural que hubo entre la espiritualidad mesoamericana, el cristianismo católico así como creencias de otros sitios del mundo, alimentó un sin fin de costumbres en diferentes comunidades de nuestro país. Sin embargo, varias de las tradiciones de los pueblos originarios lograron sobrevivir. Una de ellas es compartida ampliamente en el altiplano y sureste de México; se trata de la danza de los Tecuanes. En el estado de Guerrero, para las comunidades nahuas es muy importante, ya que su escenificación está estrechamente vinculada con la lluvia y el aseguramiento de buenas cosechas.

Orígenes de la danza de los Tecuanes

La danza de los Tecuanes entre los nahuas de Guerrero, está estrechamente relacionada con ancestrales creencias prehispánicas. Tecuanes es la adaptación al español de una palabra en náhuatl, tecuani, la cual quiere decir «devorador de hombres», epíteto del jaguar.

No se debe olvidar que en época prehispánica, el jaguar fue un animal asociado a la oscuridad, a la noche y al inframundo. Para acceder al mundo de los muertos, se utilizaban las cuevas que conducen al corazón de los cerros, sitios donde abunda la humedad. Por ello en la actualidad, entre los nahuas guerrerenses, la figura del jaguar mesoamericano pervive en el tecuani. Los personajes conservan varias sus características físicas como la piel manchada, pero sobre todo encarnan sus atributos espirituales, como el poder y la fertilidad. Un dato curioso es que está registrado que la región que actualmente es Guerrero, tributaba a Mexico-Tenochtitlan los trajes de los «caballeros jaguar», una de las órdenes militares de élite del ejército mexica.

La danza de los Tecuanes de los nahuas de Guerrero

En diversos estados como Morelos, Puebla, Estado de México, Michoacán, Oaxaca y el mismo Guerrero, se suele celebrar la danza de los Tecuanes. La representación suele girar en torno a la famosa caza del jaguar por parte de los «viejitos» en diferentes festividades cívicas y religiosas. Sin embargo, en las poblaciones nahuas de la sierra guerrerense, sobre todo en Acatlán y Zitlala, tiene un matiz distinto. Allí es llamada Atlzazilistle («Petición de lluvia» en español), pero es mejor conocida como «Pelea de tigres» o «Porrazo del tigre».

En estas comunidades, la danza ritual es una petición de lluvia y para las buenas cosechas. Gran parte de los varones de ambos pueblos participan caracterizándose como jaguares (tecuanes). Después de esto, se introducen a las cuevas de los cerros cercanos (en el caso de Zitlala, el cerro Cruzco). En su interior transmutan simbólicamente a “hombres-jaguares”, con lo que se convierten en seres de la alteridad, una suerte de nahuales. Una vez transfigurados, se asocian a la fertilidad de la tierra y al inframundo. Es por ello que la palabra tecuani (“come personas») adquiere más sentido. Otra característica de esta danza ritual es que no participa ninguna figura clerical del cristianismo católico.

«La pelea de los tigres»

El rito de la danza de los Tecuanes inicia desde el 25 de abril cada año, con la bendición de las semillas para la siembra y diversos bailes. Varones desde los 7 hasta los 40 años participan. La prioridad es que se sucedan varios combates desde el 2 hasta el 5 de mayo, fechas de la fiesta de la Santa Cruz. Y es que entre más peleas sucedan, mejor será la cosecha. Lo que sostiene esta tradición es una idea explícita de autosacrificio y ofrenda de la sangre para garantizar la lluvia y la fertilidad de la tierra.

Las plazas centrales de Acatlán y Zitlala se vuelven los espacios rituales para la «pelea de los tigres». Allí centenares de personas se reúnen para ver los combates campales e individuales. Los tecuanes se organizan de acuerdo a sus barrios de origen. Todos portan sus máscaras y trajes completos de jaguares, listos para enfrentar la batalla. Varias refriegas se suceden, incluyendo las de los menores de edad.

Las máscaras de los tecuanes

La elaboración de las máscaras que usan los tecuanes es un proceso que dura un mes aproximadamente. Su forma asemeja a veces un saco y en otras un yelmo, dependiendo del maestro artesano. Se moldean con cuatro o cinco capas de piel de res curtida, a fin de que resista el fragor de la batalla. Posteriormente se pinta siguiendo los patrones y colores de las pieles de jaguares o tigres.

En la parte superior de las máscaras sobresalen las orejas largas de felino; debajo de ellas se sitúan los dos grandes y saltones ojos, los cuales suelen ser representados con un par de espejos. Los portadores de estas feroces cabezas ven a través de las fauces, símbolo del inframundo; están situadas abajo de los ojos, acompañadas de grandes dientes y una prominente lengua. Ambos elementos están elaborados de piel. Por último, los bigotes del felino son elaborados con pelo de jabalí, los cuales sobresalen por toda la parte frontal de la máscara y a los costados.

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Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/