El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
I. La biografía
En estos años, nos recuerda Herbert Lottman, el biógrafo, prosigue la relación amorosa con Louise Colet y ocurren dos acontecimientos relevantes: con su amigo Maxime du Camp Flaubert viaja a Egipto –el sueño romántico anhelado por los artistas de su generación, que será el germen de su novela Salambó— e inicia la escritura, en 1851, de su obra maestra, Madame Bovary. Veamos.
A Louise Colet:
7 de enero de 1847: «El mundo tiene razón en encontrarme intolerante, pero no sabe, por contra, todo lo que tolero sin decir nada».
Agosto de 1847: «Te envío, querida amiga, una flor que corté ayer bajo el cielo crespuscular bajo la tumba de Chateaubriand».
1847, sin fecha: «Releo el Quijote. ¡Qué libro! ¡Qué libro! ¡Cómo esta poesía es alegremente melancólica!
Fin de diciembre de 1847: «Hay personas de gran talento que tienen la calamidad de ser admiradas por naturalezas pequeñas».
Desde Alejandría, 17 de noviembre de 1849: «Al cambiar de país, el pudor cambia de lugar».
A su madre, El Cairo, 14 de diciembre de 1849: «Al ver las pirámides y la Esfinge, la cabeza me ha dado vueltas y mi compañero (Maxime du Camp) se puso blanco como el papel en el que escribo».
A Louis Bouilhet, desde Jerusalén, 24 de agosto de 1850: «Hemos hecho todo para volver ridículos los lugares santos».
Constantinopla, 14 de noviembre de 1850: «¿Por qué la muerte de Balzac me ha afectado tanto? Cuando muere un hombre que uno admira siempre es triste».
A su madre, desde Atenas, 24 de diciembre de 1850: «Estoy en un estado olímpico, aspiro lo antiguo con todo mi cerebro. La vista del Partenón es una de las cosas que me han penetrado más profundamente en toda mi vida. No hay duda, el Arte no es una mentira».
A Louise Colet, 2 de agosto de 1851: «Ayer en la noche comencé mi novela. Ahora intuyo dificultades de estilo que me horrorizan».
16 de enero de 1852:»Me gustaría hacer un libro sobre nada, sin ninguna atadura exterior».
Primero de febrero de 1852: «Las perlas no hacen el collar, sino el hilo».
Tres de marzo de 1852: «Todo el valor de mi libro -si tiene alguno-, es estar suspendido entre lo lírico y lo vulgar».
Tres de abril de 1852: «Se necesita una voluntad sobrehumana para escribir, y sólo soy un hombre».
14 de abril de 1852: «Tengo una tristeza de cadáver. Bouilhet me ha hecho objeciones sobre mi plan y sobre mis personajes. Todo depende de la concepción. ¡Tanto peor! Voy a continuar».
24 de abril de 1852, hablando de Graziella, de Lamartine: «(Sus personajes) no son seres humanos, sino maniquíes».
3-4 de julio de 1852: «En cuanto al amor, ha sido mi mayor tema de reflexión toda la vida. Bovary –desde un punto de vista burgués– será la suma de mi ciencia psicológica».
18 de julio de 1852: «Todo el talento de escribir sólo consiste al final en la elección de las palabras. Es la precisión la que construye la fuerza».
4 de septiembre de 1852: «¡Que uno pudiera vivir en una torre de marfil!».
13 de septiembre de 1852: «La Bovary va a paso de tortuga; me desespero por momentos».
19 de septiembre de 1852: «A menos que uno sea un cretino, uno muere siempre bajo la incertidumbre de nuestro valor y el de nuestras obras».
25 de septiembre de 1852: «Lo que distingue a los grandes genios es la generalización y la creación. Ellos resumen un tipo de personalidad y aportan a la conciencia humana personajes nuevos. Los grandes hombres, sin embargo, escriben a menudo mal ¡tanto peor para ellos! No es allí en donde debemos buscar el arte de la forma, sino en los pequeños (como nosotros)».
26 de octubre de 1852: «Si viera a Shakespeare en persona, reventaría de miedo».
16 de noviembre de 1852: «Releo a Rabelais con empeño. Es la gran fuente de las letras francesas».
22 de noviembre de 1852: «Conozco Rojo y Negro, que encuentro mal escrita e incomprensible».
9 de diciembre de 1852: «El orgullo es una bestia feroz que vive en las cavernas y en los desiertos. La vanidad, por el contrario, como un loro, salta de rama en rama y balbucea a plena luz» (…) La cabaña del tío Tom me parece un libro estrecho. Tiene un punto de vista moral y religioso; le hace falta un punto de vista humano«.
17 de diciembre de 1852: «¡Qué hombre hubiera sido Balzac, si hubiera sabido escribir. Sólo le faltó eso».
26 de diciembre de 1852: Jugando, firma: «Gustavus Flaubertus, burguesófobo».
27 de marzo de 1853: «Las mujeres guardan todo en su bolsa, no les sacas una confidencia completa. Lo más que hacen es dejarte adivinar y cuando te cuentan algo es con una salsa en la que la carne desaparece» (…) La vida pesa sobre aquellos que tienen alas; mientras más grandes, la envergadura es más dolorosa».
26-27 de abril de 1853. «Leo a Montaigne ahora en mi cama. No conozco un libro que nos conduzca a mayor serenidad».
6-7 de junio de 1853: «Debes adquirir el hábito de leer todos los días algo bueno. Se infiltra a la larga».
A Víctor Hugo, 15 de julio de 1853: «¿Cómo puedo agradecerle, Señor, su magnífico presente? (…) Ha sido usted en mi vida una encantadora obsesión. Su poesía entró en mí como la leche de mi nana».
A Louise Colet, 26 de agosto de 1853: «Qué pena que no sea profesor en El Colegio de Francia para dar un curso sobre zapatos comparados en literatura. ‘El zapato es un mundo, diría’ ¡Qué bella palabra, Sandalia!». (Siguen dos páginas de descripciones del calzado en diversos siglos en Francia).
30 de septiembre de 1853: «La crítica literaria me parece algo todavía por construir. Quizá los críticos conozcan la anatomía de una frase, pero no entienden nada sobre la fisiología del estilo».
28-29 de octubre de 1853: «Releo a Montaigne. Tenemos los mismos gustos, las mismas opiniones, la misma manera de vivir, las mismas manías».
29 de noviembre de 1853: «¡No llores! Por debajo de la vida, por debajo de la felicidad, hay algo azul e incandescente, un gran cielo inalterable y sutil donde los rayos que nos llegan son suficientes para animar mundos enteros».
Seguiremos releyendo este tesoro.
Tomado de https://morfemacero.com/
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