Cada vez que alguien coloca paneles solares en su tejado, refuerza el aislamiento de un viejo edificio para que pierda menos calor o abre un pequeño negocio rural con un microcrédito, está participando, quizá sin saberlo, en un cambio de modelo. En apenas una década, las finanzas sostenibles, las que orientan el capital hacia proyectos con impacto ambiental o social, han pasado de ser un nicho técnico a convertirse en una fuerza global.
En 2012, los activos gestionados bajo criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG) sumaban unos 13,6 billones de dólares; en 2022, superaban ya los 30 billones, casi el 40 % de todos los activos gestionados en los grandes mercados financieros, según la Alianza Global para la Inversión Sostenible. Lo que demuestran estas cifras es que cada vez más el dinero fluye hacia aquello que busca mejorar el planeta.
El objetivo no es menor. Las finanzas sostenibles se han convertido en una de las herramientas más necesarias para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas: desde la acción por el clima hasta la reducción de la desigualdad o el acceso universal a la energía limpia. En definitiva, son el puente entre el capital privado y unas metas globales que durante décadas parecían depender solo de los gobiernos.
En el primer semestre de 2025, CaixaBank movilizó 20.989 millones de euros en financiación sostenible, un 28% más que el año anterior
La explicación de este auge tiene dos caras. Una de compromiso —la necesidad de abordar desafíos como la desigualdad, el cambio climático y el envejecimiento de la población— y otra económica: la oportunidad de invertir y de financiar la transformación global que supone la transición a una economía sostenible. Además, las empresas que incorporan factores ASG son más resistentes frente a crisis y cambios regulatorios. En tiempos de volatilidad, la sostenibilidad se ha convertido en un refuerzo para la gestión de los riesgos.
No todo, sin embargo, ha sido un camino fácil. El auge de la inversión verde ha traído consigo el riesgo del greenwashing, el intento de parecer sostenible sin serlo realmente. En respuesta, los reguladores han elevado el listón. En Estados Unidos, una revisión metodológica redujo el volumen oficial de activos ASG de 17 a 8,4 billones de dólares. Y en Europa, la nueva normativa ha impuesto criterios más rigurosos para garantizar que cada euro que se declare sostenible lo sea de verdad.
Pese a las tensiones, la dirección es clara: el mercado evoluciona hacia estándares más transparentes y medibles. Europa ha liderado esta transformación. En 2018 concentraba más de la mitad de los activos sostenibles del mundo. España empezó más tarde, pero ha recuperado terreno con rapidez. En 2009 apenas se gestionaban 35.710 millones de euros con criterios ASG; en 2022, la cifra alcanzó los 374.758 millones. Aquel año, marcado por la guerra en Ucrania, la inflación y la subida de tipos, puso a prueba la solidez del modelo. Pese a todo, la cuota de activos sostenibles dentro de la inversión colectiva subió del 51% al 55%.
En este nuevo escenario, CaixaBank se ha convertido en un referente de banca sostenible. Desde que en 2022 integró la sostenibilidad como uno de los pilares de su estrategia, la entidad ha movilizado más de 107.000 millones de euros en financiación e inversión bajo criterios de sostenibilidad. Solo en el primer semestre de 2025, bajo el Plan de Sostenibilidad 2025-2027, la cifra movilizada alcanzó los 20.989 millones, un 28% más que en el mismo periodo del año anterior. Y es que actualmente, más del 16% de los ingresos financieros del Grupo ya están generados a través de la financiación sostenible.
Esa movilización contribuye directamente a los grandes retos de la Agenda 2030: energía limpia (ODS 7), empleo y crecimiento inclusivo (ODS 8), ciudades sostenibles (ODS 11) y acción por el clima (ODS 13).
El avance se apoya en una amplia gama de soluciones financieras. MicroBank, el banco social del grupo, ofrece microcréditos a familias, emprendedores y personas en situación de vulnerabilidad. AgroBank impulsa proyectos sostenibles en el sector agroalimentario y rural. Y las divisiones de CIB (Corporate & Investment Banking) y Banca de Empresas diseñan productos específicos para compañías e instituciones que buscan reducir su huella de carbono.
Con las cifras obtenidas hasta junio, CaixaBank ha alcanzado ya el 62% del objetivo anual fijado para 2025 y el 21% del total previsto en su Plan de Sostenibilidad 2025-2027, que prevé movilizar 100.000 millones de euros, un 56% más que el plan anterior.
Del total movilizado hasta ahora, el 78% proviene de financiación directa, es decir, préstamos del propio banco a empresas o administraciones para proyectos sostenibles, desde parques eólicos y viviendas sociales hasta redes eléctricas inteligentes. El resto, un 22%, procede de la intermediación financiera, canalizando el ahorro de los clientes hacia productos sostenibles como fondos, planes de pensiones o bonos verdes.
Las finanzas sostenibles ya representan casi el 40% de los activos gestionados en los grandes mercados del mundo
El impacto es tangible. En el ámbito social, MicroBank ha concedido 1.183 millones de euros en microcréditos e iniciativas con impacto social en lo que va de año. Además, CaixaBank ha financiado 186 millones en vivienda protegida y 153 millones para apoyar a empresas y familias afectadas por emergencias como la DANA de 2024 en Valencia.
En la banca corporativa, la entidad ha financiado 300 millones de euros a la Comunidad de Madrid para proyectos con impacto social y ha desarrollado fórmulas de liquidez para farmacéuticos o abogados del turno de oficio, garantizando que quienes sostienen servicios esenciales no se queden atrás.
Otra línea en expansión son los Sustainability Linked Loans, préstamos cuyo tipo de interés se ajusta al cumplimiento de metas ambientales o sociales. Si la empresa reduce emisiones o mejora la igualdad, paga menos intereses. CaixaBank ha firmado ya 62 operaciones de este tipo en 2025.
El compromiso se extiende también a la inclusión financiera: el banco mantiene oficinas móviles en zonas rurales, trabaja para simplificar el lenguaje de sus productos y ofrece soluciones adaptadas a personas con discapacidad o en situación de vulnerabilidad. Además, promueve la planificación financiera a largo plazo y un ecosistema de servicios para mayores, que combina bienestar, ahorro y acompañamiento vital.
Todo este esfuerzo ha convertido a CaixaBank en una de las entidades mejor valoradas por las principales agencias internacionales de sostenibilidad —S&P Global, Fitch, MSCI, CDP o Sustainalytics— por su gestión transparente y responsable.
En un momento en que el mundo busca equilibrar crecimiento y sostenibilidad, CaixaBank encarna una nueva forma de entender la banca: aquella que demuestra que la rentabilidad y el impacto positivo pueden ir de la mano, y que las finanzas, más que nunca, son una herramienta para construir futuro.
Tomado de Ethic.es
Más historias
CFE elimina subsidio eléctrico para millones de usuarios en octubre
¿Por qué tu auto eléctrico gasta más energía cuando llueve?
Cómo los rasgos psicopáticos se han normalizado en la cultura del éxito