Juan Diego Martínez Álvarez, el tapatío que conquistó el Everest

Ya en Guadalajara, el alpinista nos cuenta más sobre su experiencia para alcanzar la "cima del mundo" Tomado de https://www.informador.mx/rss/deportes.xml...


La inspiración y motivación para cambiar la vida puede llegar en los momentos más sencillos si le prestas atención. Así fue para Juan Diego Martínez Álvarez, un joven tapatío que, a sus 19 años, logró conquistar la cima del mundo, literalmente.

En agosto del 2021, mientras platicaba con dos de sus seis hermanos, surgió la inquietud de lo que sería escalar el Monte Everest, la montaña más alta del mundo.

«Platicándolo con ellos se me empezó a meter la idea a la cabeza hasta que decidí que sí lo quería hacer».

Convencer a su familia fue relativamente sencillo a comparación de la preparación física a la que tuvo que someterse pues, aunque disfruta de hacer senderismo, no tenía ninguna experiencia en alpinismo:

Yo no había subido ni siquiera al Nevado, es más no lo he subido todavía.

«Yo no había subido ni siquiera al Nevado, es más no lo he subido todavía. Me gustaba ir a hacer senderismo, la montaña y la naturaleza, pero no así de grande».

Su primera experiencia fue ir al Pico de Orizaba, después, al hablar con las personas que le ayudaron a organizar su viaje, le pidieron que primero probara suerte en Aconcagua, en Argentina:

«Voy, me va muy bien. Una experiencia muy difícil, no dormí durante 42 horas, pero aprendí muchísimo y ahí decidí que sí lo quería hacer (escalar el Everest)».

La preparación, asegura, le demandó mucho físicamente:

“En la mañana me despertaba temprano, antes de ir a la escuela, hacía cardio, natación, spinning o stairmaster (escaladora). Después iba a la escuela, en la tarde tenía entrenamiento de fuerza y terminaba mi día con Yoga, hacía muchas respiraciones que me sirvieron muchísimo para la altura y la falta de oxígeno”.

Juan Diego logró romper varios récords durante su travesía por el Himalaya. EL INFORMADOR/ G. Gallo

Ocho meses después, en mayo de 2022, partió a la aventura, acompañado de sus papás quienes lo esperaron en el campamento base.

Ya estando ahí, Juan Diego se salió nuevamente de lo convencional y es que, él no se aclimató antes de comenzar su ascenso a la cima:

No lo hice porque me sentía muy bien, de hecho nadie lo había hecho así, sin aclimatarse, porque es muy peligroso

“Cuando llegas al campamento base, descansas unos cuatro días y después inicias con las rotaciones. Son procesos de aclimatación para hacer glóbulos rojos, pero yo no hice eso entonces mi expedición fue diferente. No lo hice porque me sentía muy bien, de hecho nadie lo había hecho así, sin aclimatarse porque es muy peligroso, te puedes morir. Fueron exactamente 12 días desde que llegué al campamento base hasta que llegué a la cumbre, fue muy rápido”.

¿Cómo es escalar el Everest?

Juan Diego no iba solo, iba con su guía y un equipo de Sherpas que lo ayudaron en durante el trayecto y para quienes solo tiene palabras de agradecimiento “todo lo pesado va para ellos y lo cargan sin esfuerzo. Suben sin ayuda de oxígeno, son muy fuertes”.

Miles de veces me pregunté qué hago aquí

“Miles de veces me pregunté qué hago aquí, es que, en estas actividades en el momento no lo estás disfrutando absolutamente nada. Una vez que bajas, después de un ratote dices: bueno estuvo padre lo que hice. Es muy complicado, es muy difícil física y mentalmente, te cansa demasiado. Yo me lo preguntaba millones de veces, pero en esos momentos pensaba en la película completa en el por qué lo quería hacer, entonces dije: vale la pena sufrir un poquito más y quedarme para siempre con haber subido al Everest y eso me ayudaba mucho”.

Juan Diego logró llegar a la cima sin tener que aclimatarse. ESPECIAL

En la cima del mundo por 25 minutos

Después de varios días de esfuerzo, de demandar a su cuerpo que se adaptara a condiciones climáticas complicadas, con poco oxígeno y a más de 8 mil metros de altura, finalmente Juan Diego tuvo su recompensa cuando logró llegar a la cima:

«En ese momento, hace mucho frío, muchísimo frío y la altura… no se puede explicar lo que hace a tu cuerpo. Te sientes atarantado, muy cansado y tienes todos los efectos de la altura, es muy difícil, pero tuve un sentimiento de mucha satisfacción, pero al mismo tiempo no te puedes dejar ir porque falta el descenso y es lo más peligroso porque las personas están muy enfocadas en subir, pero casi nunca piensan en bajar entonces gastan toda su energía y cuando vienen de bajada están muy cansados y se mueren”, aun así “estaba muy feliz, pero debo tener los pies en la tierra y estar muy bien porque tengo que bajar y subir Lhotse».

«Estuve como, 25 minutos. Las vistas es lo mejor que he visto en mi vida. Veías las nubes hasta abajo, podía ver otras tres montañas de ocho mil metros alrededor y eso se ve padrísimo. Toda la cordillera del Himalaya y las vistas únicas».

Lo básico… y un piano

Además de condición física, el subir cualquier montaña, pero en especial una como el Everest, requiere saber qué empacar y es por eso que debes llevar lo básico. En el caso de Juan Diego su equipaje incluía “mis banderas, que prácticamente no pesaban nada. Llevaba mi electrolit, que no podía faltar y me ayudó bastante. Llevaba googles, lentes, más guantes. Muy básico, agua y una que otra barra de chocolate”.

Pero dentro de sus “básicos”, Juan Diego decidió llevar algo muy especial: un piano.

“A mí siempre me ha gustado la música, especialmente el piano. Aprendí hace como cinco años a tocarlo y platicando en el Aconcagua con mi guía y un amigo, me dijo: deberías de tocar el piano en la cumbre del K2 y le dije por qué ahí y no en el Everest si está más alto”.

Este es el teclado que Juan Diego tocó en la cima del Everest y confesó que tenía miedo de que, por las condiciones climáticas, no funcionara correctamente. EL INFORMADOR/ G. Gallo

El piano lo llevaron dos sherpas. Uno llevaba el teclado, que pesa 13 kilos y otro transportaba la base, que pesa otros siete kilos y de verdad, «estoy para siempre agradecido con ellos».

Máquina de ritmo, de Lynn Freeman Olson, la primera canción que aprendí entonces la quise tocar ahí arriba

Una vez en la cima, decidió tocar algo muy especial para él una melodía llamada “Máquina de ritmo, de Lynn Freeman Olson, la primera canción que aprendí entonces la quise tocar ahí arriba”, algo que parece más que apropiado para su primera expedición al Everest.

El descenso del Everest y la cima de Lhotse

Para muchos alpinistas, llegar a la cima del Everest y lograr descender con vida es el fin del camino, pero no fue el caso para el tapatío. Juan Diego aún buscaba escalar el monte Lhotse que es la cuarta montaña más alta del mundo.

“Bajamos del Everest y llegamos al campamento en  South Col. Llegas muy cansado y no te puedes dormir durante dos horas. Me esperé un rato, comí, tomé un té y me dormí. Es muy difícil dormir a esa altura, de hecho, mientras lo hacía se me cayó mi máscara de oxígeno y mi guía tuvo que despertarme para ponérmela. Dormí un poco más y comencé mi expedición a Lhotse».

Aunque la montaña es más chica, para Juan Diego resultó “el triple de complicado” y no solo por el cansancio.

“Es mucho más empinada. Everest subes, y caminas y en Lhotse no es así. Te metes, tiene como un canal entre piedras y por ahí te metes está muy empinado y así es todo el camino hasta la cima», pero aún con el cansancio, el tapatío logró reponerse para alcanzar su segundo objetivo.

“Los récords están para romperse”

Al terminar su impresionante travesía, Juan Diego logró imponer varios récords entre los que destacan:

  • El mexicano más joven en la historia en hacer cumbre en Everest.
  • El mexicano más joven en la historia en subir una montaña de arriba de 8 mil metros.
  • El mexicano más joven en subir a Lhotse y el más joven en subir dos montañas de más de 8 mil metros.
  • Gracias a su piano, también rompió el récord mundial de la interpretación de piano a mayor altura.
  • El récord del mundo como el más joven en completar dos cumbres de más de ocho mil metros sin aclimatarse.
  • Récord del mundo por ser el más joven en subir el Everest sin aclimatarse y lo mismo para Lhotse.

Muchas veces empezamos con un plan y lo empezamos a hacer, sin tener experiencia como fue mi caso y rápido se transforma en algo muy grande

Aunque esto lo llena de satisfacción, él sabe que “los récords están para romperse entonces poner a gente más joven a trabajar más fuerte. Es otra enseñanza que muchas veces empezamos con un plan y lo empezamos a hacer, sin tener experiencia como fue mi caso y rápido se transforma en algo muy grande entonces es un aprendizaje que me llevo y estoy muy agradecido que lo hice, pero están hechos para que lo rompan.”

La vida después del Everest

Aunque esta experiencia lo llenó de satisfacción, Juan Diego ha decidido alejarse de las montañas, al menos por un rato, pero ha decidido que aplicará a su vida todo lo que trajo de regreso de su travesía:

El impacto más grande que tuvo fue el saber agradecer por lo más insignificante

«El impacto más grande que tuvo fue el saber agradecer por lo más insignificante, por ejemplo, lavarme las manos con jabón, tomar agua de una botella, bañarme. Cuando te quitan las cosas te das cuenta cuánto las necesitabas y dices «por qué no agradecía cuando las tenía» y ahora que las tengo de regreso digo que de verdad soy muy afortunado. Esa es una enseñanza que me dio la montaña».

«Quiero enfocarme más en mi vida personal. Por lo pronto no hay más montañas, quiero agarrar todo lo que aprendí y relacionarlo a mi vida diaria, por ejemplo: cuando vas camino a la cumbre ves que nunca se acaba y la ves inalcanzable y vas pasito a pasito y tarde o temprano llegas después de horas y días llegas y eso se refleja en las metas. Cuando tienen metas y van hacia ellas y no las alcanzas se dan por vencidas, pero si sigues con perseverancia y mucha paciencia, tarde o temprano llegas y como esa hay muchas y las quiero tomar y relacionarla con la vida diaria».

Un viaje de muchos:

Aunque Juan Diego fue quien logró llegar a la cima del mundo, reconoce que no lo hizo solo, es por eso que se tomó un momento para agradecer a las personas que lo apoyaron, además de sus guías y los Sherpas, también recordó a quienes lo impulsaron desde casa:

«Mi abuelo me apoyó muchísimo, él me patrocinó y creyó en mi inmediatamente. Mis papás, mi familia, mi novia. A la Virgen de Guadalupe me la llevé hasta arriba en la cumbre, siempre ha tenido un espacio especial en mi vida, la he tenido muy presente, mi familia también y también me ayudó a subir».

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