Jean-Yves Ferri, el guionista de Astérix: «El humor es la resistencia»

Los galos de Uderzo y Goscinny viajan en su nuevo libro, 'Tras las huellas del grifo', a una lejana tierra en la que las mujeres hacen la guerra y los hombres cuidan a los niños Leer#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura...

Actualizado Lunes,
25
octubre
2021

16:47

Los galos de Uderzo y Goscinny viajan en su nuevo libro, ‘Tras las huellas del grifo’, a una lejana tierra en la que las mujeres hacen la guerra y los hombres cuidan a los niños

Jean-Yves Ferri.GONZALO FUENTES

Algunas novedades incluidas en Astérix tras las huellas del grifo (Salvat; desde hoy, en las librerías): Obélix se enamora de una mujer y eso hace que se cuestione su relación con Ideáfix. Hay cuatro o cinco viñetas que parecen dibujadas desde un dron, verdaderas virguerías estéticas; pero también hay una imagen que es un cuadro blanco sobre blanco, estilo Malevich. El blanco, de hecho, es el color predominante en un álbum que transcurre en las nevadas estepas que bordean el Mar Negro, en algún lugar que debe de corresponderse con el sur de la actual Ucrania y en donde habitaba el remotísimo pueblo de las sármatas. Y ésa es la tercera novedad del libro: ¿quién sabe nada de los sármatas? ¿De Ucrania en la época de los romanos? El escenario de Astérix tras las huellas del grifo es un lugar casi irreal, irreconocinble para la mayoría de los lectores.

«La idea era que Astérix, Obélix y Panorámix no visitasen un país muy concreto, que no hubiese un escenario reconocible ni un folclore al que agarrarnos porque así creamos un aire expresivo, algo íntimo. Creo que Goscinny hubiese hecho Asterix en Rusia o en Astérix en Mongolia. Aquí, en cambio, todo es más abstracto y, por eso, puede ser más expresivo», explica Jean-Yves Ferri, el guionista que ha firmado las cinco últimos libros de los galos junto al dibujante Didier Conrad. Para entendernos: el país de los sármatas es para Astérix el equivalente de lo que fue Sildavia para Tintín.

Pero que nadie de preocupe: en Tras las huellas del grifo hay también un viaje al principio y un banquete al final. Salen los piratas, hay cameos muy graciosos, hay cuatro o cinco palizas y seis o siete buenos gags y los romanos son muy idiotas y muy inteligentes a la vez. La gracia del juego, como siempre, consiste en encontrar el equilibrio entre lo conocido y lo nuevo.

«La esencia de Astérix está en el lector. Asterix tiene algo que está dentro de cada lector. No sé por qué: Umpa-pá [el anterior personaje de Goscinny y Uderzo] nos parece maravilloso a todos, pero en las encuestas entre los lectores de la época resultó que no gustaba tanto. Después vino Astérix y pasó algo que es un misterio. Por alguna razón, hicieron 15 álbumes que fueron verdaderas obras de arte y que coincidieron con un momento concreto en el que el cómic estaba en el centro de la contracultura. Y ese legado quedó ya para siempre».

Astérix y Obélix son, por tanto, hijos de los 60: guasones, optimistas y rebeldes. ¿Qué tal se llevan con el mundo de 2021, tan grave y obsesivo? «Lo bueno de Astérix es que es una fórmula que te permite integrar cosas de la actualidad. Astérix es un cuento, es un ‘érase una vez en una aldea lejana’ que no cambia nunca pero que permite que vayas dejando cosas que hablan de nuestro mundo», explica Ferri. «Cuando hice Astérix y los Pictos (2013), leí toda la colección histórica. Esta vez, no repasé nada. Y lo curioso es que de este álbum, que es el más lejano de la tradición, nos dicen que es el más cercano a la esencia de Asterix. La libertad es lo que nos lleva a la esencia de Asterix».

Vamos con lo de las «cosas de actualidad». La acción del álbum se desencadena por un gesto de populismo de Julio César, que envía a sus tropas a buscar un animal mitológico que entretenga a las masas romanas. Bueno, ese recurso ya lo hemos visto antes. Lo interesante es que resulta que, entre los sármatas del nuevo Astérix, las mujeres van a la guerra y los hombres cuidan a los hijos. «Tenemos custodia compartida», explica uno de los anfitriones de los galos.

¿No llegaron a quemar ejemplares de La gran travesía (1975) hace unos meses, en un colegio de Canadá por el pecado de alguna escena un poco anacrónica, un poco eurocéntrica? ¿Qué pasa con la obsesión por la corrección política? Ferri responde con concisión: «El humor de Astérix es actual. Reírse como Goscinny es absolutamente necesario. El humor es más importante que nunca. El humor es la resistencia y en eso consiste la modernidad de Astérix. Y por eso tiene éxito aún hoy».

¿Y por el lado contrario? ¿Condiciona el hecho que los candidatos de la derecha nacionalista francesa tengan un 33% de votos en las elecciones presidenciales en la narrativa de un héroe que, de alguna manera, es un nacionalista irredento? «Goscinny y Uderzo venían de la inmigración», recuerda Ferri. «Su Asterix nunca fue militante de nada, nunca trató la política como un tema central. Puede que El regalo del César fuese la única excepción. Pero lo que importaba era el humor. Astérix siempre se ha reído de todo».

Ferri dice que su trabajo con los galos es muy difícil. La composición estética de los álbumes de Astérix es una cosa del pasado, «ya nadie hace cómics así», pero nadie quiere que los Astérix sean de otra manera. Sus dos héroes deben estar siempre presentes, sosteniendo la acción. «Y todo el mundo te recuerda siempre que tus libros no son tan buenos como los originales. Vale, yo también lo creo. Pero puede que sea por la parte emocional. Mire, conozco a niños que me dicen que su Asterix favorito es el de Los Pictos«.

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