Israel utilizó armas de EE.UU. en el ataque en el que mató a tres periodistas en el sur de Líbano

Israel utilizó armas de EE.UU. en el ataque en el que mató a tres periodistas en el sur de Líbano

Tomado de https://rebelion.org/

Los familiares de tres periodistas asesinados en un
ataque israelí en el sur del Líbano reaccionan al llegar a un hospital
en Beirut, Líbano, el 25 de octubre de 2024.
EFE/EPA/STR

Una investigación de The Guardian ha revelado que Israel utilizó munición estadounidense para matar a tres periodistas y herir a otros tres en un ataque perpetrado el 25 de octubre en el sur de Líbano, algo que expertos juristas han calificado de posible crimen de guerra.

El 25 de octubre, a las 3.19 de la madrugada, un avión israelí
disparó dos bombas contra una casa en la que se alojaban tres
periodistas: el cámara Ghassan Najjar y el técnico Mohammad Reda, del
medio afín a Hizbulá Al Mayadeen, así como el cámara Wissam Qassem, del
medio Al Manar, también afín al Gobierno gazatí.

Los tres murieron mientras dormían en el ataque, en el que
también resultaron heridos otros tres periodistas de diferentes medios
que se encontraban en las inmediaciones. Ni antes ni en el momento del
atentado hubo combates en la zona.

The Guardian visitó el lugar, entrevistó al dueño de la
propiedad y a los periodistas presentes en el momento del ataque,
analizó la metralla encontrada en el lugar del ataque y geolocalizó el
equipo de vigilancia israelí en el radio de alcance de las posiciones de
los periodistas.

Basándose en las conclusiones de The Guardian, tres expertos en
derecho internacional humanitario declararon que el ataque podría
constituir un crimen de guerra y pidieron que se siguiera investigando.

“Todos los indicios muestran que se habría tratado de un ataque
deliberado contra periodistas: un crimen de guerra. Estaba claramente
delimitado como un lugar donde se alojaban periodistas”, declaró Nadim
Houry, abogado de derechos humanos y director ejecutivo de la Arab
Reform Initiative.

Tras el ataque, el ejército israelí declaró que había alcanzado
una “estructura militar de Hizbulá”, y que “los terroristas se
encontraban dentro de la estructura”. Pocas horas después del ataque, el
Ejército israelí dijo que el ataque estaba “bajo revisión” tras las
informaciones de que periodistas habían sido alcanzados en el bombardeo.

The Guardian no encontró pruebas de la presencia de
infraestructura militar de Hizbulá en el lugar del ataque israelí, ni de
que ninguno de los periodistas fuera otra cosa que civil. El ejército
israelí no respondió a una petición de aclaración sobre cuáles de los
periodistas eran militantes de Hizbulá ni sobre la situación de la
revisión del ataque.

“Ghassan no era miembro de Hizbulá, era miembro de la prensa.
Nunca tuvo un arma, ni siquiera para cazar. Su arma era su cámara”,
declaró Sana Najjar, esposa de Ghassan Najjar, en una conversación con
The Guardian. Ghassan dejó un hijo de tres años y medio.

El féretro de uno de los periodistas, Qassem, de Al Manar, fue
enterrado envuelto en una bandera de Hizbulá. La práctica es un homenaje
para personas o familias que profesan apoyo político al grupo, pero no
indica que el periodista ocupara un papel político o militar en Hizbulá.

Independientemente de su afiliación política, el asesinato de
periodistas es ilegal según el derecho internacional humanitario, a
menos que participen activamente en actividades militares.

Janina Dill, codirectora del Oxford Institute for Ethics, Law
and Armed Conflict, ha declarado: “Es una tendencia peligrosa, ya
observada en Gaza, que los periodistas se vinculen a operaciones
militares en virtud de su supuesta afiliación o inclinación política, y
luego se conviertan aparentemente en blanco de ataques. Esto no es
compatible con el derecho internacional”.

Un día después de que Israel iniciara sus ofensivas terrestres
en el interior de Líbano, un grupo de unos 18 periodistas llegó en
octubre a una casa de Hasbaya, en el sur del país. El avance israelí les
había obligado a trasladarse desde Ebl al-Saqi, localidad del sur de
Líbano donde habían permanecido los últimos 11 meses para cubrir las
hostilidades entre Hizbulá e Israel.

Eligieron esta localidad de mayoría drusa por su falta de
afiliación a Hizbulá y porque no había sido blanco de ataques israelíes
con anterioridad, según Yumna Fawaz, periodista del canal libanés MTV
presente el día del ataque.

Las casas de huéspedes eran propiedad de un
libanés-estadounidense, Anoir Ghaida, que declaró haber registrado la
casa y el coche de los periodistas atacados tras el ataque “como quien
busca una aguja en un pajar”, pero no encontró “nada sospechoso”.

Los reporteros utilizaron las casas como base durante 23 días,
desplazándose a la cima de una colina, a 10 minutos en coche, para
filmar las hostilidades y realizar coberturas en directo cada día. Desde
la colina se divisaban los pueblos fronterizos de Chebaa y Khiam, donde
continuaban los combates entre Hizbulá e Israel. Conducían coches con
la inscripción “Prensa” y llevaban chalecos antibalas y cascos con
símbolos de prensa.

La cima de la colina estaba en la línea de visión directa de
tres torres de vigilancia israelíes, todas ellas a unos 10 km del lugar
de los hechos. Las torres de vigilancia israelíes suelen estar equipadas
con cámaras “Speed-er”, que pueden rastrear automáticamente objetivos a
una distancia de hasta 10 km, así como con capacidades de vídeo,
imágenes térmicas e infrarrojas.

Otros periodistas del grupo afirmaron que la presencia de drones
de reconocimiento israelíes fue “constante” tanto sobre el lugar de los
hechos como sobre la casa de Hasbaya durante su estancia de 23 días
allí.

“La noche del ataque, estábamos sentados frente a las casas y el
dron volaba muy bajo por encima de nosotros”, declaró Fátima Ftouni,
periodista de al-Mayadeen que se alojaba unas casas más abajo que sus
colegas cuando fueron atacados.

Ftouni se fue a la cama, pero se despertó unas horas más tarde
por el sonido de una explosión. Salió de entre los escombros del techo
de su casa y buscó su casco. Su chaleco antibalas había sido destrozado
por la fuerza de la explosión. Salió de la habitación llena de humo y
encontró a sus compañeros muertos en el suelo.

La vivienda donde dormían Najjar, Reda y Qassem había sido
alcanzada directamente por una bomba lanzada por un avión israelí, y
otra bomba había caído junto a la estructura.

Los restos de munición hallados en el lugar revelaron que al
menos una de las armas era una bomba de la serie MK-80 de 500 libras
–230 kilos– guiada por un JDAM de fabricación estadounidense, un kit que
convierte grandes bombas tontas en armas guiadas de precisión.

Los fragmentos fueron verificados por Trevor Ball, antiguo
especialista en desactivación de bombas del ejército estadounidense, un
segundo experto en armas de la Omega Research Foundation y un tercer
experto en armas que no estaba autorizado a hablar con los medios de
comunicación.

Se encontró un trozo de la aleta de cola del JDAM, fabricado por
Boeing, así como parte de la sección de control interno que mueve la
aleta. Un código de jaula en el resto de la sección de control reveló
que había sido producida por Woodward, una empresa aeroespacial con sede
en Colorado. Ni Boeing ni Woodward respondieron a las peticiones de
comentarios.

El uso de al menos una bomba guiada de precisión implicaría que
el ejército israelí seleccionó la vivienda en la que se encontraban los
tres periodistas como objetivo antes del ataque. La presencia de drones y
torres de vigilancia sobre el grupo de periodistas claramente
identificados durante los 23 días anteriores hace probable que las
fuerzas israelíes conocieran su ubicación y su condición de miembros de
la prensa.

Un portavoz del Departamento de Estado declinó hacer comentarios
sobre el ataque en Hasbaya, pero declaró que Estados Unidos “ha instado
sistemáticamente a Israel a que garantice la protección de los civiles,
incluidos los periodistas”.

Según la legislación estadounidense, si un país utiliza armas
suministradas por Estados Unidos en un crimen de guerra, debe
suspenderse la ayuda militar a ese país. A pesar de las pruebas de
varios casos en los que Israel ha utilizado munición estadounidense para
cometer posibles crímenes de guerra, la ayuda militar estadounidense a
Israel ha continuado sin verse afectada.

Israel ha matado a seis periodistas en Líbano y al menos a 122
en Gaza y Cisjordania desde el 7 de octubre de 2023, el periodo más
mortífero para los periodistas en las últimas cuatro décadas, según el
Comité para la Protección de los Periodistas.

Según Irene Khan, relatora especial de la ONU sobre la promoción
y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, las
autoridades israelíes están “ignorando descaradamente” sus obligaciones
jurídicas internacionales en materia de protección de periodistas: “El
relato de The Guardian sobre lo ocurrido en el sur de Líbano coincide
con el patrón de asesinatos y ataques de las fuerzas israelíes contra
periodistas en Gaza. Los asesinatos selectivos, la excusa de que los
ataques iban dirigidos contra grupos armados sin aportar ninguna prueba
en apoyo de la afirmación, la no realización de investigaciones
exhaustivas, todo parece formar parte de una estrategia deliberada del
ejército israelí para silenciar la información crítica sobre la guerra y
obstaculizar la documentación de posibles crímenes de guerra
internacionales”.

A pesar de las declaraciones en las que indicaba que revisaría
determinados ataques contra periodistas, el Ejército israelí aún no ha
hecho pública ninguna información relativa a las investigaciones sobre
sus asesinatos de periodistas. “Es el silencio de la comunidad
internacional lo que ha permitido que esto ocurra”, ha declarado Ftouni.

Los ataques a periodistas en Hasbaya y otras partes del sur de
Líbano han tenido un efecto escalofriante en los trabajadores de los
medios de comunicación libaneses, que ya no saben dónde pueden trabajar
con seguridad.

Mientras tanto, las familias de los periodistas son incapaces de superar la pérdida de sus seres queridos.

“Realmente era un gran hombre. Sé que parecía tan grande, pero en realidad era un hombre amable. Y era tan, tan divertido”, dijo Najjar de su marido, Ghassan: “Todavía no me creo que Ghassan haya muerto. Sigo esperando a que se abra la puerta y entre. Me prometió que algún día envejeceríamos y nos iríamos a vivir juntos al sur, pero ahora él se quedó allí y yo me quedaré aquí, en Beirut, para siempre”.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/israel-utilizo-armas-eeuu-ataque-mato-tres-periodistas-sur-libano_1_11849031.html

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