En su pequeña tienda de cambio de divisas en Beirut, Farouk Khoury, de 86 años, mira las noticias en la televisión sobre la escalada del conflicto entre Hezbolá e Israel, que afecta a todo el Líbano. Ningún cliente toca ya el timbre para cambiar dinero.
«Hoy tengo dinero para cambiar, mañana no lo sé. Tal vez mañana cerremos», dice Khoury a DW, cada vez más inseguro sobre su negocio, que se ha deteriorado mucho con la reciente escalada.
Mientras ve imágenes de noticias sobre explosiones y ataques con misiles contra edificios, Khoury señala el logotipo de su empresa, que muestra el año 1975, el mismo año en que comenzó la guerra civil en el país.
La última escalada comenzó hace menos de dos semanas, con las explosiones de bíperes y walkie-talkies de Hezbolá , que mató a más de 40 personas, la mayoría de ellos combatientes de esa milicia, pero también civiles y niños. Los ataques aéreos de esta semana en el sur de Líbano, la región de Beqaa y los suburbios del sur de Beirut han matado a más de 500 personas, según el ministro de Salud de Líbano, Firass Abiad.
«Tengo abierto cinco días a la semana. Antes de la escalada, los turistas de Francia y otros países venían a cambiar dinero, pero ahora no viene nadie», dice Khoury.
Perla Tatros, de 19 años, trabaja en un pequeño café en Beirut. Últimamente tampoco ha visto muchos extranjeros viniendo al café. «Pero no son sólo los extranjeros; incluso los libaneses vienen cada vez menos al café donde trabajo. Esto sucede debido al conflicto, pero también a otros problemas que había desde antes, como la crisis económica», dijo a DW.
Varios países han instado a sus ciudadanos a abandonar el Líbano, y decenas de aerolíneas internacionales han cancelado vuelos hacia y desde Beirut.
La crisis económica de Líbano más allá de la guerra
Los problemas que enfrentan los negocios de Khoury y Tatros no se deben únicamente a la crisis de Hezbolá e Israel, sino que son parte del empeoramiento de la situación que el Líbano ha experimentado en los últimos cinco años.
Sami Nader, economista libanés y fundador del Instituto Levante para Asuntos Estratégicos en Beirut, dice que el Líbano en 2024 es muy diferente al de 2006, durante la segunda guerra entre Hezbolá e Israel. En aquel entonces, explica a DW, los fondos procedían de la diáspora libanesa y de países extranjeros, pero hoy el país carece de recursos para reconstruir su economía.
El experto repasa las múltiples golpes que el Líbano ha estado experimentando en los últimos años: en primer lugar, fue el colapso financiero de 2019, que provocó la pérdida de los ahorros de toda una vida y una devaluación del 98% de la libra libanesa, catapultando al 80% de la población a la pobreza. Luego llegó la pandemia de COVID-19, que dañó aún más la economía. Y finalmente, la explosión del puerto de Beirut en 2020.
«Políticamente, Hezbolá domina sin un gobierno de unidad, profundizando las divisiones sectarias, mientras que la crisis de refugiados sirios y, ahora el desplazamiento interno, ponen a prueba la economía, la infraestructura y el tejido social de Líbano, exacerbando la desesperación», añade.
Según el economista, una guerra sin cuartel entre Hezbolá e Israel, con una inminente invasión terrestre por parte de Israel, significaría el fin definitivo de la economía libanesa.
Para Nijme Nassour, farmacéutica de 24 años de Beirut, el negocio también ha cambiado considerablemente desde la escalada: «Los clientes están acumulando más medicamentos que antes: cinco o seis cajas, especialmente para enfermedades crónicas. Por suerte, nuestros proveedores todavía tienen existencias», explica a DW. Cuando se le preguntó si cerraría su negocio si la escalada se intensifica aún más, Nassour dijo que continuaría: «Por desgracia, durante la guerra las farmacias trabajan más».
Joseph Gharib, presidente del Sindicato de Importadores y Propietarios de Almacenes de Productos Farmacéuticos, afirmó recientemente que las existencias actuales de medicamentos son suficientes para cinco meses. Sin embargo, el elevado número de heridos y muertos está «poniendo a prueba al sector sanitario», afirmó.
Conflicto paraliza la economía libanesa
El economista libanés Roy Badaro dice que antes de la reciente escalada del conflicto entre Hezbolá e Israel, un pequeño segmento de la población se estaba recuperando lentamente de la crisis económica. Sin embargo, con esta escalada, las condiciones podrían empeorar mucho.
«Los suburbios del sur de Beirut, donde se concentran la mayoría de los ataques israelíes, pagarán un precio muy alto por la guerra. Aunque la gente muestre el signo de la victoria con dos dedos, esto no refleja necesariamente cómo se siente de verdad por dentro», dice a DW.
La gente del sur de Líbano está aún peor, porque ya no tiene un hogar, añade: muchos apartamentos han sido destruidos y los terrenos agrícolas del sur han quedado arruinados. «La confianza en quienes dirigen el país está por debajo de cero. Entonces, ¿cómo es posible tener una economía con todos estos factores?», se pregunta.
La agricultura en Líbano se ha visto gravemente afectada por el conflicto entre Israel y Hezbolá, ya que los combates han causado contaminación del suelo, desplazamiento de agricultores, interrupción de las cadenas de suministro y daños en la infraestructura, amenazando la agricultura orgánica.
En abril, el primer ministro Najib Mikati informó que se destruyeron 800 hectáreas de tierra, mataron 34.000 cabezas de ganado y alrededor del 75% de los agricultores locales perdieron sus medios de vida, lo que provocó un desastre agrícola en el sur de Líbano.
La emisora británica BBC informó de un total de 7.491 ataques transfronterizos por parte de ambas partes desde el inicio del conflicto el año pasado; Israel llevó a cabo aproximadamente cinco veces más ataques que Hezbolá. Estos ataques han causado daños importantes a la infraestructura, incluidos el agua, la electricidad, las telecomunicaciones y las carreteras, lo que ha provocado víctimas entre los trabajadores de mantenimiento y las personas que prestan los primeros auxilios.
En el sur de Líbano y Beqaa, casi 500.000 personas han sido desplazadas desde que Israel intensificó su campaña militar, según el ministro de Asuntos Exteriores libanés, Abdallah Bou Habib. Se suman a las alrededor de 110.000 que ya habían sido desplazadas con anterioridad.
«El aumento de personas desplazadas contribuye a la desesperación de los libaneses y empeora las condiciones sociales y económicas del país», afirma Nader.
Badaro explica que la economía libanesa comprende diferentes niveles de resiliencia: algunas personas tienen ingresos externos o ingresos índexados dentro de Líbano. Luego están aquellos con salarios fijos o sin ningún ingreso y están sufriendo mucho ahora. Muchos de estos últimos están empleados en el sector turístico, afirma Badaro, que también se ha visto muy afectado.
«El sector turístico está prácticamente muerto. La mayoría de los clubes y restaurantes está casi cerrada, con una caída de la actividad de al menos el 50%, y posiblemente hasta el 60% o el 70%», explica Nader.
(rmr/ers)
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