Industrialización con conciencia de clase

Industrialización con conciencia de clase

Tomado de https://contralinea.com.mx/feed/

En nuestro país se está impulsando una política de reindustrialización que se enmarca en el Eje General 3, denominado “Economía moral y trabajo”, del Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030. De acuerdo con lo estipulado en este documento, el escenario en el que nos encontramos es de transición de un patrón de acumulación neoliberal caracterizado por el alto grado de apertura y un mercado interno desarticulado, a un nuevo patrón de acumulación bajo principios nacionales con dominio estatal.

Este viraje no se puede explicar sin dos conceptos clave: democracia y soberanía. La democracia entendida como un concepto estrechamente vinculado con la conciencia de clase, y la soberanía, con la capacidad de apropiarnos de nuestro propio proyecto histórico. Con ello, la economía vuelve a asumir su esencia política, al romper con el dogma liberal que convirtió un diseño local en uno global, impidiendo el reconocimiento de las singularidades económico-culturales de nuestro territorio.

Marcar distancia de los planteamientos abstractos, descontextualizados e imperialistas propios de la economía liberal requirió de un análisis científico que se fue desarrollando durante décadas en nuestro país, bajo el nombre de Proyecto Alternativo de Nación. Este ejercicio, con esencia popular, nos condujo a la elaboración de un proyecto de planificación de mediano y largo plazo. El reto, a seis años de comenzado este proceso, es el de vigilar que la coordinación de los procesos de industrialización proyectados esté a cargo de funcionarios no sólo honrados y eficientes, sino también dotados de una sólida conciencia de clase.

Una conciencia en favor de las clases trabajadoras, que es en donde efectivamente recae la soberanía de nuestro país. Para ello, es preciso distinguir tres términos que, aunque no son separables, tampoco son lo mismo: explotación, dominación y opresión. Por explotación vamos a entender al intercambio desigual del valor, tema por excelencia de la ciencia económica; por dominación, al intercambio desigual del poder, tema de referencia de la ciencia política; y para la opresión, que refiere al intercambio desigual del reconocimiento social, tenemos a la sociología.

Con esta distinción podemos develar las limitaciones de un concepto muy de moda en nuestros días, pero que muy poco explica nuestra realidad: la clase media. Ya que, con estas precisiones es más fácil entender el posicionamiento político de quienes se asumen como clase media, y la sujeción que les genera la constante amenaza de bajar de nivel; ya sea por los desplazamientos provocados por alguna nueva tecnología, o por variaciones en los niveles de su ingreso real.

Temor que lleva a “sus adeptos” a ser utilizados como un elemento amortiguador de la lucha de clases, dadas sus limitaciones para ver más allá del momento actual y, como consecuencia, estar alejados de toda intención de una real transformación social. Reafirmando una vez más que, sin conciencia de clase, no hay lucha de clases, ni motor de la historia.

Desde la academia, la función es apoyar este proceso de reindustrialización a través de innovaciones teóricas. Ya que la historia económica nos ha enseñado que las políticas económicas que fracasan tienen como defecto de origen una orientación teórica limitada, y muchas veces incompatible con los intereses de las clases trabajadoras. De ahí la necesidad de impulsar proyectos de innovación científica que no se limiten al desarrollo de maquinaria y equipo tecnológico, y se extiendan a los sistemas de organización social. Dicho en otras palabras, para que un proyecto de industrialización sea exitoso, se requiere velar por una gestión científica, basada en una conciencia de clase, que no se adhiera a la falsa premisa de que nuestro país puede alcanzar el desarrollo únicamente mediante las innovaciones tecnológicas, ignorando los problemas ideológicos y teóricos.

Máxime si los planes de industrialización se enmarcan en un proyecto de desarrollo económico y social. Es decir, que tienen claro que no se trata de crecer por crecer, sino de ampliar la producción nacional como condición necesaria para la mejora de la calidad de vida de la población. Lo cual implica que el desarrollo intrínsecamente está unificado con el propósito de bienestar social.

Por ello, en este proceso de reindustrialización, es fundamental hacer visibles a todos los sujetos que durante décadas fueron excluido de los análisis económicos neoliberales, y como tal del trazado de las políticas de industrialización. En este sentido, desde la academia debemos retomar las investigaciones que tengan como propósito algo más que la repetición mecánica de una teoría, y demostrar un interés verdadero por contribuir a la resolución de los problemas locales y nacionales.

Lo que nos demanda trabajar en propuestas creativas, basadas en valoraciones científicas del momento histórico y de la evolución de la realidad económica mexicana en toda su complejidad. Y terminar de sepultar a una denominada ciencia que niega –quizá por ignorancia– que los conceptos, modelos de pensamiento y metodologías de investigación se insertan en coyunturas históricas, en esferas culturales y espacios socioeconómicos específicos; una mal llamada ciencia que ignora el cuestionamiento hacia las premisas que dan sustento a sus postulados, y opta en todo momento por resguardarse en una formalización matemática, sin querer entender que lo que le da el carácter científico a la ciencia económica no son las matemáticas en sí, y menos cuando esta expresión técnica desplaza de los análisis a la historia particular de los actores económico-sociales. En este caso, las clases sociales.

Y desde la sociedad en su conjunto, identificar a los funcionarios alejados de las convicciones de transformación, que actúan como burócratas al servicio de las estructuras neoliberales.

Carolina Hernández Calvario*

*Académica de la UAM Iztapalapa. Licenciada y el doctora en economía por la Facultad de Economía de la UNAM, y maestra en estudios latinoamericanos los por la Facultad de Filosofía y Letras. Su campo de especialización es en economía política.

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