Enumerando uno a uno sus nombres, su edad, el municipio al que pertenecían y la fecha en la que los golpistas hicieron efectiva la condena a muerte han sido homenajeados los 107 hombres y una mujer que se sabe que fueron fusilados en 1939 en las tapias del cementerio parroquial de Colmenar Viejo (Madrid). Se ponen fotos frente a carteles que recuerdan sus rostros mientras se explica el estado actual de las exhumaciones. Gracias a las documentación encontrada, a los testimonios de testigos y familiares y a la labor de investigación de, entre otros, el historiador Roberto Fernández, se pudo llegar a la conclusión que estas 108 personas estaban enterradas en dos zonas del recinto. Una de ellas, el conocido como cementerio civil, pudo ser excavada el pasado año. La otra, la conocida como ‘el paseo’, que separa la parte antigua de la ampliación del cementerio parroquial ha podido ser abierta este verano.
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Para que todo esto fuera posible han tenido que pasar ocho años, desde que en 2015 se tienen las primeras pistas de la suerte que corrieron vecinos de siete municipios del norte de Madrid, se constituye la Asociación por la Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes (al pertenecer muchos de los represaliados a este municipio madrileño) y se inician las labores para pedir ayudar para abrir las fosas. Labores que pasan por lograr los permisos, tanto gubernamentales como eclesiásticos, el apoyo de expertos como el grupo Aranzadi o los arqueólogos del Grupo A, la colaboración de las familias aportando más datos y su ADN, así como las subvenciones que han sido posibles con el actual Ejecutivo. De hecho, esta fue la primera exhumación de víctimas civiles de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid.
Precisamente en la segunda semana de exhumación de esta segunda parte, visita el cementerio Diego Blázquez, director de la Dirección General de Memoria Democrática. Dependiente del Ministerio de Presidencia, ha hecho posible tanto el pasado año como este una partida presupuestaria para pagar a los profesionales, hacer frente a los numerosos costes de desenterramiento y para las pruebas de ADN que tienen como objeto conocer a ciencia cierta el identificación de los restos encontrados y así poder entregarlos a sus familiares. Junto a Blázquez visita las tareas de exhumación Alfonso Aragoneses, director General de Memoria Democrática en Cataluña. Viene a título personal, ya que su bisabuelo se encuentra entre los 108 represaliados que se buscan en Colmenar.
El ambiente entre los familiares mejora a cada momento. A diferencia del arranque de esta segunda fase de la exhumación, se están encontrando restos donde se suponía que estaban. Mientras que el pasado año se encontraron 12 cuerpos, en esta segunda zona del cementerio ya se han encontrado 14 cuerpos. Y quedan aún dos semanas de trabajos en los que se intentarán recuperar los cuerpos que parece estar apilados en tres filas de tres cuerpos. La alegría disipa la frustración que supuso el arranque de esta exhumación, que comenzó en la parte izquierda del cementerio civil. La derecha fue analizada y aparecieron doce cuerpos que correspondían con los represaliados. En principio, se habló de trece pero se desestimó a uno de ellos en el examen posterior que se realiza en la Unidad de Antropología Física de la Universidad Complutense de Madrid. Ahora queda cotejar las muestras de ADN obtenidas de los restos con las más de 30 familias que ya se sometieron al análisis. Por eso, desde la Asociación de la Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes aprovechan cada momento para pedir a los familiares de las demás víctimas que se acerquen a la excavación para tomar allí mismo la muestra.
“Conocí al que compró la gasolina para quemar a mi padre”
“Fueron a buscar a alguien y se lo encontraron a él. Luego, después, se inventaron cargos contra él para sentenciarlo a muerte”. “Mi padre fue a buscar a su hermano a la cárcel y también se lo llevaron”. “Fueron a buscar a mi abuela a casa, embarazada que estaba, para que viera cómo mataban a su marido”. Estos y otros testimonios se escuchan en el cementerio desde que se comenzó a abrir el hormigón armado que pusieron sobre la fosa común, hasta ahora solo un pasillo para quienes visitan a sus familiares en sus tumbas. Destaca entre los testimonios el de Benita, hija de Facundo Navacerrada, uno de los represaliados. Ella, de 91 años, no se pierde ni un día de exhumación. Ya no lo hizo el año pasado, cuando pese al calor, estaba pegada a la valla que separa la fosa. Todo pese a que no tiene esperanzas de encontrar restos de su padre. Ella tenía siete años cuando le detuvieron y le hicieron desaparecer por ser líder de UGT en San Sebastián de los Reyes. “Yo he conocido a la persona que compró la gasolina para quemar a mi padre”, dice al recordar. “A mi padre le ataron a un camión, le rociaron y le prendieron fuego.” Mi hermana fue a preguntar donde estaba mi padre y le dijeron que mirara en el rincón, que acababa de morir uno. Ella encontró un redondel negro y unos restos en el centro“.
Junto a Benita se encuentran otras dos hijas de represaliados en Colmenar. Algo cada vez menos habitual, como destaca el integrante de Aranzadi Juan José Marí Casanova. ”Casi no quedan hijas o hijos de los represaliados, suelen ser nietos o bisnietos, y en esta exhumación hay tres hijas vivas. Ojalá poder encontrar a sus padres y entregárselos“. El propio Marí explica a los que se han acercado este sábado al cementerio que se supone que “los confesados o los que pasaran la noche con el cura les enterraban en el paseo, pero se descarta algo así porque cuando se fusila un grupo de personas no se discriminaba para enterrar los cuerpos en un lugar u otro”. También cuenta que en futuro se podría reabrir la fosa del cementerio civil ya que hay un cenotafio -lápida sin cuerpos en su interior- que representa a cuatro hombres represaliados y cuyas familias han preferido no mover. Lo mismo ocurre con la tumba de Cosme Jerez Collado, el alcalde socialista de Comenzar que en su muerte (en los 80) quiso ser enterrado junto a los fusilados.
Estas dos tumbas son los únicos puntos que quedarían por reactivar en la búsqueda, así que todas las esperanzas se concentran en la fosa llamada el paseo. Esta zona la explica Almudena García-Rubio Ruiz, coordinadora de los trabajos de exhumación. Ya son 14 los cuerpos encontrados y seis los que se han retirado para su análisis. Se espera que el número aumente ya que las catas de terreno que se han hecho son positivas en 22 metros del pasillo. García-Rubio explica que sabían el punto exacto donde empezar a buscar gracias a la familia de Martina Aparicio Bastero, de 32 años y única mujer en el grupo de los 108 desaparecidos. Su familia pidió que la enterraran en lo alto de la pila de cuerpos que dejaban allí nada más ser fusilados. Ellos marcaron el lugar, pudieron recuperar el cuerpo de Martina y avisar a los demás de que ahí había represaliados.
Se trata de la zona que limita el antiguo muro exterior del cementerio con el terreno que se compró después para ampliarlo. Cuando la coordinadora es preguntada por qué saben que los restos que están apareciendo en esta última semana son de los 108, García-Rubio comenta que por la forma de sepultarlos no les caben duda: “son ellos porque fueron enterrados de forma simultánea, sin tierra entre los féretros o los cuerpos”. Ataúdes que aparecen comúnmente en las fosas, ya que algunas familias lograron costear y les permitían usarlos. Incluso se encuentran, entre restos como suelas de zapato, botones o enseres, dos cuerpos en un mismo féretro. La forense también comentó que los cuerpos han sufrido mucho la humedad del terreno, por la pendiente que une la parte antigua y la nueva que separa esta zona de enterramiento en el muro.
Como el caso de Martina, se sabe que otras trece personas al menos pudieron ser rescatadas por sus familiares y enterradas en las fosas familiares en el propio cementerio. 83 años de silencio y una dictadura franquista, hace que muchas de las familias de los 108 hombres y la mujer que se buscan no sepan lo ocurrido. 25 eran de San Sebastián de los Reyes, 16 de Fuencarral-El Pardo, 11 de Hortaleza, cinco de Moralzarzal, cuatro de Colmenar Viejo —incluida Martina Aparicio Bastero, la única mujer, de 32 años de edad—, cuatro de Soto del Real, dos de Manzanares, uno de Miraflores de la Sierra y otro de El Molar. Muchos de ellos pertenecían a organizaciones como CNT, el PC, el PSOE o el UGT. Otros tantos no tenían ningúna relación con la lucha obrera.
“Querían cometer el crimen perfecto”
”Cuando empezamos a conocer la historia de nuestros familiares, descubrimos la crueldad de la represión“, explica Luis, un integrante de la asociación, que junto con Carmen, Esther, Gema y otros muchos son los que han puesto en marcha todo. ”Hoy por fin podemos comunicaros que tanto esfuerzo y sufrimiento de las familias está teniendo frutos“, comenta Luis con el micrófono delante del centenar de personas que se han citado en un mes tan complejo como agosto. ”No es que nos hayamos acordado de los abuelos en 80 años -reivindica-, sino que siempre lo han intentado impedir. Incluso ahora, en cuatro comunidades están derogando las leyes que permiten las exhumaciones y la Memoria Democrática. Ayer le tocó a Aragón“.
En el homenaje hubo tiempo para recordar a las Trece Rosa, de cuyo asesinato en la tapia del cementerio del Este de Madrid (La Almudena) se cumplen este 5 de agosto el 84 aniversario. ”Querían cometer el crimen perfecto que era hacer desaparecer el cuerpo y el recuerdo de los represaliados. Pero no lo lograron gracias a ustedes, que han peleado por la memoria y justicia“, ha reconocido Eduardo Ranz, abogado de las familias de Calatayud que han ganado la batalla judicial por sacar sus restos de Cuelgamuros. También ha querido participar en el homenaje Francisco Etxebarria, director de Aranzadi y asesor de la Secretaría de Memoria Democrática adscrita al Ministerio de la Presidencia. Entre sus investigaciones forenses destacan las de Lasa y Zabala, Allende, Cervantes o Pablo Neruda, entre otras. Él ha recordado que tanto la Ley de Memoria Democrática estatal como las autonómicas ”han servido para recuperar 11.000 cuerpos, 11.000 familias con respuestas”.
Ahora quedan por delante dos semanas, al menos, para recuperar todos los cuerpos posibles que haya en el paseo. Los exámenes de ADN y el trabajo de los técnicos harán su trabajo para encontrar a estas personas “un final digno por fin”, único objetivo de las familias de esta y de otras tantas fosas comunes que aún se encuentran a lo largo y ancho de España.
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