Hay personas que no se dan cuenta de lo que hacemos por ellas hasta que dejamos de hacerlo. Ayudar es estar dispuesto, más no disponible
Ayudar, escuchar, compartir son acciones que nos dan felicidad. Compartir tiempo, una sonrisa o un consejo pueden hacer la diferencia en la vida de tus amigos
Hay que dar amor para recibir amor
Cuando una persona deja de atender una relación, cuando se deja de estar presente es el momento en que las personas se dan cuenta de lo que hemos hecho por ellas y quizá ya sea muy tarde. Algunas personas suelen pensar que las amistades o el amor son como una cuerda donde en un extremo está alguien que tiene que dar y la otra solamente recibir.
Una amistad o un amor se trata de que todas las partes ganen, donde exista un compromiso, retroalimentación y estén basadas en la verdad y el reconocimiento del otro.
Para ayudar hay que entender cómo se sienten los demás. Dejamos que expresen sus sentimientos por nosotros, en lugar de excluirlos. Esto profundiza nuestra conexión con esa persona y crea un sistema de apoyo mutuo más fuerte, en el que el dar y recibir puede sentirse natural e igualitario.
Ayudar sin dejar de ser tú mismo
“Ayudar es bueno, pero debe ser estratégico y autodeterminado”, como ha enfatizado Adam Grant, un experto en donaciones prosociales en The Wharton School : “Hay una gran diferencia entre complacer a las personas y ayudarlas”. Uno debe elegir cuándo y cómo ayudar, en lugar de ser empujado a ayudar a quienquiera que pregunte
El que seas pareja, amigo, compañero no te obliga a darlo todo por las personas con las que convives. Hay quienes ven el “recibir” de todos como una obligación, pero la realidad es que la vida y el amor sano es como cuidar un árbol: hay que cuidarlo todos los días para que crezca fuerte. Si pensamos que el árbol siempre estará presente y no necesita ningún cuidado, es probable que el árbol se termine marchitando.
Si las personas solo se concentran en el bienestar de los demás, pueden ignorar sus propias necesidades. Hay demasiadas historias de personas que sacrifican su propia felicidad para servir a sus familias o alguna gran causa mundial.
Cuando ayudamos generamos una sensación única de bienestar, es placer y recompensa. Hay investigaciones donde se ha examinado si existe una relación entre la riqueza financiera de una persona y la riqueza emocional.
“Algunos sugieren que el tener dinero puede brindar una perspectiva positiva sobre el mundo con más oportunidades a su alcance; sin embargo la compra de cosas materiales sólo da un impulso breve y temporal, siendo de corta duración” de acuerdo a la Gaceta de Harvard
¿Entonces qué deja más? La sensación de ayudar, de hacer el bien sin esperar nada a cambio, es lo que enriquece a una persona de manera espiritual y para muchos será el combustible para seguir adelante.
¿Y si inviertes dinero en otras personas como regalos? Hay artículos que mencionan que puede generar felicidad a largo plazo. Y quienes participan ayudando a sus amigos o comunidad podrían reducir su tasa de mortalidad en comparación con aquellas personas que no ayudaban.
¿Cómo ayudar a la gente?
Si en verdad quieres hacer la diferencia, lo primero es conectar siendo empáticos y sin dejar que los problemas de otras personas se vuelvan tuyos. Si quieres ayudar de verdad, hay que estar presentes con quienes nos necesitan y darles la libertad de elegir, es decir debes saber que la última palabra la tiene la persona que estás apoyando.
En ocasiones la ayuda con buena intención podría generar personas demandantes o dependientes. Algunos expertos recomiendan que la ayuda debe de ser pensada para que la otra persona encuentre su camino y pueda crecer sin dependencias.
Hay personas que no se dan cuenta de lo que hacemos por ellas hasta que dejamos de hacerlo. Ayuda es estar dispuesto, más no disponible. Ayudar es hacerlo por amor al prójimo y jamás por subir tu ego y siempre siendo empático ante otras personas.
La vulnerabilidad de estar abierto a aceptar ayuda y generosidad tiende a provocar una respuesta afectuosa en los demás y, a menudo, conduce a una cercanía emocional más profunda.
Ahora que ya lo sabes, es momento de salir, descubrir el mundo y compartir este conocimiento con otros.
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Tomado de https://viajeropeligro.com/
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