Cuando Manuel tenía 43 años se llevó una sorpresa que cambió su vida para siempre. Estaba a punto de desayunar con un amigo suyo. Este se tomó la presión (tenía una afección cardiaca previa) y Manuel lo hizo también, solo por probar, solo por curiosidad. ¿El resultado del experimento? El nivel de hipertensión que tenía Manuel era tal que la lectura que le dio su amigo es que estaba prácticamente al borde de sufrir un infarto o de tener un ictus. Y un médico le confirmó ese diagnóstico.
Desde niño hasta casi los 30 años, Manuel había jugado bastante al fútbol. No había llevado una vida muy distinta a la de cualquier varón de su generación, y jamás había cometido demasiados excesos. Sin embargo, las dos últimas décadas las había pasado en el departamento comercial de un par de empresas dedicadas al sector gastronómico, y la presión laboral no le daba tregua. Peor aún, en ese momento sufría la presión del cargo de director comercial. En pocas palabras, entre comidas copiosas y a deshoras, excesos de grasas y carbohidratos, así como una ingesta de alcohol en cantidades no recomendables, su salud se había ido deteriorando poco a poco.
Cuatro de cada cinco personas que presentan hipertensión arterial no reciben el tratamiento adecuado
La hipertensión es un padecimiento de condiciones genéticas, pero que se agrava cuando los hábitos no son los adecuados. Es decir, con una dieta equilibrada, ejercicio y, en términos generales, una vida sana, la probabilidad de que sus efectos sean mortales se reduce bastante.
Desafortunadamente, hablamos de una afección que durante años no se trató con la seriedad debida, y no ha sido hasta que el número de las muertes se ha elevado dramáticamente que se ha puesto el foco en ella. El año pasado la Organización Mundial de la Salud presentó el primer informe al respecto. Entre sus conclusiones aparece un dato imposible de ignorar: cuatro de cada cinco personas que presentan hipertensión arterial no reciben el tratamiento adecuado. No obstante, de tener los cuidados pertinentes, se podrían evitar 76 millones de muertes desde ahora hasta 2050.
Un enemigo silencioso
Lo primero que tenemos que saber es que se trata de un problema de salud que afecta a uno de cada tres adultos en el mundo. Es mortal: causa accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio, insuficiencia cardiaca y daños renales, entre una larga lista de complicaciones de alta gravedad. Y, de acuerdo con el informe de la OMS, el número de personas con este padecimiento se duplicó entre 1990 y 2019, pasando de 650 millones a 1.300.
Estos datos nos muestran que estamos frente a un problema importante de salud pública en el mundo. Más grave aún es que la mitad de las personas que padecen hipertensión desconocen su situación. Además, más de tres cuartas partes de ellos viven en países de ingreso medio y medio bajo.
El caso de Manuel es el de alguien que tiene una predisposición genética para desarrollar el padecimiento, pero han sido los malos hábitos adquiridos durante los últimos años lo que ha agravado de manera crítica su salud. Manuel también tuvo que renunciar al tabaco y reducir la ingesta de sal en sus alimentos, pues ambos perjudican a la presión arterial. Y, por supuesto, desde que recibió el diagnóstico ha tenido que medicarse.
La prevención es la clave
Cada hora, más de 1.000 personas mueren por accidentes cerebrovasculares e infartos al miocardio. Muchas de esas muertes eran evitables. Ese dato lo da el doctor Tom Frieden, presidente y director ejecutivo del programa Resolve to Save Lives.
La prevención, así como un diagnóstico a tiempo, son elementos clave para evitar los más drásticos efectos de este padecimiento. En la mayoría de los países desarrollados, los medicamentos y la atención primaria de salud son asequibles y están al alcance de la mayoría de la población. Sin embargo, de acuerdo con el experto antes mencionado, aún queda mucho trabajo por hacer, ya que la diferencia en el acceso a los servicios de salud con los países en vías de desarrollo sigue siendo grande. Para él, solo con el compromiso de todos los países del mundo se podrá atenuar la gravedad de esta enfermedad.
120 millones de accidentes cerebrovasculares, 79 millones de infartos al miocardio y 17 millones de casos de insuficiencia cardiaca podrían evitarse de cara a 2050
Por otra parte, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, sostiene que aunque la hipertensión puede controlarse de manera efectiva mediante medicamentos sencillos y de bajo coste, solo una de cada cinco personas que la padece la tiene bajo control. Ha escalado tanto la preocupación por esta enfermedad que en regiones como América Latina la misma OMS ha puesto en marcha programas como HEARTS, que ofrece medicamentos genéricos seguros, detección y seguimiento a quienes puedan ser proclives a padecer de hipertensión.
Finalmente, Manuel ha tenido que apostar por un cambio de hábitos, además de la medicación, para evitar ser una víctima más de este enemigo silencioso. Si la mayoría de las personas tuvieran la misma suerte que él de tener un diagnóstico a tiempo y acceso a los medicamentos, de acuerdo con el informe de la OMS, 120 millones de accidentes cerebrovasculares, 79 millones de infartos al miocardio y 17 millones de casos de insuficiencia cardiaca podrían evitarse de cara a 2050.
Tomado de Ethic.es
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