Formas de intervención de Estados Unidos y alternativas contra ellas

Formas de intervención de Estados Unidos y alternativas contra ellas

Tomado de https://contralinea.com.mx/feed/

Las amenazas del presidente Donald Trump, congresistas, altos funcionarios civiles y militares, sobre la posibilidad de una intervención militar por parte de Estados Unidos en México, han provocado que el tema haya sido objeto de debate y especulación.

Donald Trump ha designado a seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras. Esto permite sanciones financieras y facilita la extradición de sospechosos, además puede llevar a ataques armados en México, directamente con introducción de tropas o con ataque de drones.

La historia muestra que Estados Unidos ha utilizado la acusación de terrorismo para justificar intervenciones militares en países, como Afganistán, Irak y Siria.

Actualmente, 9 mil soldados estadunidenses están desplegados en la frontera; es la mayor militarización reciente de la zona. Ahí, están utilizando radares, drones y visores nocturnos para vigilar los movimientos de drogas y migrantes en nuestro país.

Se han reportado sobrevuelos de Estados Unidos para espiar a cárteles mexicanos, lo que ha causado alarma y temor de una intervención directa. Además, por su control sobre el ejecutivo y el legislativo en su nación, el primer mandatario republicano tiene todos los elementos a su disposición para una ofensiva directa.

Hoy por hoy, queda claro el peligro de una intervención en México, la intervención armada, lo que no sería inusual, porque Estados Unidos ha estado interviniendo en nuestro país, desde hace más de 200 años.

Nos ha invadido varias veces en los siglos XIX y XX, además ha armado complots para asesinar al presidente Francisco I Madero y al presidente Venustiano Carranza. Durante la Segunda Guerra Mundial, se empeñaron en implantar bases militares en México, lo que impidió Lázaro Cárdenas con toda energía.

Durante décadas, han intervenido en nuestro país de diversas formas, ante lo cual no podemos cerrar los ojos. La Revolución Mexicana y su culminación con el Cardenismo fue un duro golpe para Washington, hasta que pudo colaborar con Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán para frenar la transformación y comenzar a endeudarnos.

Tras esto, trabajaron para reclutar a varios presidentes, con el objetivo de que colaborarán con la CIA y con sus planes. Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo actuaron como agentes, lo que está documentado.

Lo primero que hicieron fue endeudar a México, durante esos cuatro gobiernos la deuda aumentó de 602 millones de dólares a 80 mil millones de dólares. A fines del sexenio de Echeverría, nos sometieron a las políticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, las cuales llevaron a someternos económicamente a los intereses de Estados Unidos.

La ruta era clara: anexarnos o integrarnos a la región norteamericana; destruir nuestra economía nacional para abrir nuestro mercado a las corporaciones estadunidenses; e implantar el bipartidismo PRI.PAN al ejemplo de Estados Unidos para proceder a la integración militar. Tarea que realizaron Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Nos sometieron a la dependencia energética, alimentaria, industrial, cultural, militar. La integración destruyó la soberanía económica; y sin ésta, no hay soberanía política. El proceso no se ha revertido en los últimos años, lo que nos vuelve más vulnerables ante los peligros actuales.

Uno de los mayores golpes que ha recibido México en nuestra historia fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en el que se quitaron los aranceles y se nos puso a competir con una economía 20 veces mayor que la nuestra: la de Estados Unidos, y otra el doble que la mexicana, la canadiense.

FOTO: 123RF

Posteriormente, el T-MEC profundizó el proceso, al incluir capítulos sobre propiedad intelectual y comercio digital. Se limitó a la posibilidad de cambiar leyes, por ejemplo las leyes energéticas si afectan inversiones extranjeras.

Esto ejerció presión para que PEMEX y CFE no tengan trato preferencial frente a las corporaciones. Así, se aumentó la dependencia económica de México hacia Estados Unidos en manufactura, alimentos y transporte. Por otro lado, los mecanismos de solución de controversias favorecen al imperio del norte y a sus corporaciones con mayor capacidad de litigar y presionar.

Sin embargo, el T-MEC, que está a meses de ser revisado, ya fue hecho pedazos por Donald Trump desde que impuso un 25 por ciento de arancel a la mayoría de los bienes mexicanos. Sólo hubo una exención a la industria automotriz.

Los aranceles forman parte de una estrategia que puede incluir tasas entre el 10 por ciento y el 50 por ciento en múltiples sectores. Además, se impuso un arancel del 17 por ciento a los tomates. Esto viola el T-MEC, lo vuelve papel mojado. A lo largo de toda su historia, Washington viola todos los tratados que firma. ¿A razón de qué se puede confiar en ellos?

México debe asumir su soberanía. Hay alternativas, la primera fortalecer el mercado interno, local, regional y nacional. El mercado externo debe ser complementario. No debemos tener una economía dependiente del exterior que, como hemos visto, es incierto.

Menos aún debemos necesitar que el vecino nos mande la mitad de nuestros alimentos, en vez de que sean producidos en nuestra tierra. Estamos sembrando lo que necesita el mercado de Estados Unidos, cuando lo prioritario es que se produzcan nuestros propios alimentos.

Por otro lado, estamos concesionando el agua a grandes corporaciones extranjeras en vez de dársela a los productores mexicanos. Y también estamos concesionando minas que afectan a las comunidades y a los pueblos originarios.

Cualquier día un presidente estadunidense como Trump nos receta aranceles y golpea nuestra economía; y no podemos dejarnos. Debemos impulsar la producción nacional en todas aquellas mercancías que podemos generar nosotros;  sobre todo las de primera necesidad.

Asimismo, debemos importar sólo lo que no podemos producir aquí. De igual manera, hay dar prioridad a los productos locales y nacionales, al tiempo que se ponen aranceles a los productos extranjeros en reciprocidad a los que nos pone Washington.

Debemos recuperar nuestra soberanía industrial. Con el neoliberalismo y el neocolonialismo, México dejó de producir bienes de capital, autos, trenes y barcos. A finales de la década de 1970, éramos autosuficientes en productos agropecuarios, petroquímica en vacunas, fertilizantes; todo esto se revirtió. La producción automotriz quedó en manos de corporaciones extranjeras.

Hemos disminuido la producción de componentes electrónicos, dispositivos y equipos de telecomunicaciones. Dependemos cada vez más de importaciones, en aeronáutica, tecnología de la información y comunicaciones, así como en alimentos y biotecnología.

Nuestro desarrollo se vio distorsionado y sujeto al extranjero, a partir del endeudamiento de nuestro país. Hoy, la deuda pública está llegando a los 20 billones de pesos; y este año, el pago de la misma llegó a 1 billón 400 mil millones de pesos. Hay que auditar esa deuda, para lo cual primero debemos suspender pagos y luego negociar.

Es necesaria una reforma fiscal para que paguen lo que deben los mega ricos y las grandes corporaciones. Gracias a estas tres medidas, habrá presupuesto suficiente para financiar nuestro desarrollo autónomo. No hay que tener miedo a “ahuyentar las inversiones”.

La Inversión Extranjera (IE) significa dependencia económica; explotación de nuestra mano de obra; competencia desleal contra productores nacionales, como es el caso del monopolio de Walmart, el cual afecta a comerciantes mexicanos. Hace 75 años, la IE rondaba los 5 mil millones de dólares; durante los últimos años, alcanzó alrededor de 35 mil millones.

¿Y estamos siete veces mejor? En la década de 1970, crecía nuestro producto interno bruto (PIB) al 6 por ciento anual promedio. En los últimos años, creció alrededor del 2 por ciento; y en el reciente sexenio, menos del 1 por ciento anual por diversas razones. Más inversión extranjera, significó más desaceleración del crecimiento económico.

Y la inversión extranjera nunca cayó. Para los dueños del capital trasnacional, es ventajoso saquear nuestros recursos y explotar a nuestras personas trabajadoras.

Conforme ha crecido la deuda y la inversión extranjera, ha aumentado la migración. Y conforme nos “globalizamos”, aumentó el narcotráfico, que a fin de cuentas tiene como responsable a Estados Unidos que compra las drogas; las distribuye en un territorio cinco veces mayor que el mexicano; produce las armas; las venden a los cárteles; lava el dinero; etcétera.

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La dependencia económica, política y social de México con Estados Unidos es el principal problema que enfrenta el país. Casi el 45 por ciento del PIB de México está vinculado a su comercio bilateral con ese país (exportaciones e importaciones totales).

Esta dependencia limita la capacidad de México para tomar decisiones autónomas y proteger sus intereses nacionales. La relación desigual entre ambos países ha llevado a la explotación de recursos mexicanos; la migración masiva, y la desigualdad social en nuestro territorio.

Por eso son necesarias políticas que promuevan la autosuficiencia y la soberanía de México, así como una relación no subordinada y balanceada con Estados Unidos, como país soberano y no como apéndice menor en su región norteamericana.

Es grave que las empresas estadunidenses dominan sectores clave de la economía mexicana. Esto tiene un impacto negativo en la soberanía y autonomía del país. Además, la inversión estadunidense lleva a una mayor explotación de los recursos naturales de México y a una mayor desigualdad social.

Las empresas estadunidenses en México se aprovechan de la mano de obra barata y las regulaciones laborales tan laxas. Se violan derechos laborales básicos apoyándose en el aparato de control sindical del charrismo. Éste permanece casi intocado.

Sindicatos como el Sindicato Independiente Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Industria Automotriz SINTIIA son la excepción que confirma la regla.

Esta situación de dependencia económica lleva a un agresivo intervencionismo político de Estados Unidos y de sus agentes en México; los partidos y políticos afines a Washington; la oligarquía; y los medios de desinformación masiva.

Un arma de penetración ha sido la americanización de la cultura en México, desde la moda y la música, el estilo de vida, los valores sociales y hábitos alimenticios nocivos a la salud, como lo ofrecido por las cadenas de comida rápida –McDonald’s, Burger King y Starbucks–. Han modificado los hábitos alimenticios tradicionales.

El uso frecuente del inglés en publicidad, marcas, tecnología y la influencia de plataformas y gadgets estadunidenses, que afectan la forma en que los mexicanos se comunican, comparten y consumen información. La penetración cultural es clave en el proceso de intervención económica, social y política.

La más grave amenaza es la integración militar, que comenzó con Vicente Fox y la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) en 2005. Y siguió en 2008, con la Iniciativa Mérida con Felipe Calderón.

Ambos expresidentes abrieron el país sin restricción a las agencias estadunidenses. Permitieron el inicio de maniobras militares conjuntas; primero en el extranjero, pero, con Enrique Peña Nieto y hasta la actualidad entran tropas de Estados Unidos  para ejercicios, capacitación y entrenamiento en múltiples puntos del territorio mexicano.

Si un enemigo pretende atacar, es necesaria la planificación estratégica; la penetración en los aparatos de inteligencia y contrainteligencia; y el conocimiento del terreno para conocer el teatro de operaciones.

Los gobiernos mexicanos que permiten maniobras militares en México a tropas estadunidenses están doblegando  nuestras defensas en el caso de un ataque, en el que el ejército de Estados Unidos ya andaría “como perro por su casa” en nuestro México.

En El arte de la guerra, Sun Tzu describe la preparación para un ataque como un proceso que involucra engaño, conocimiento del terreno y del enemigo, y una cuidadosa planificación.

Se enfatiza la importancia de ocultar las verdaderas intenciones y aprovechar las debilidades del oponente. Así, se busca la victoria a través de la estrategia más que por la fuerza bruta. Y eso es lo que los gobiernos que “cooperan” le permiten a Estados Unidos. Ellos practican el engaño y la sorpresa: Sun Tzu considera que el engaño es fundamental en la guerra.

Un comandante, dice, debe hacer parecer que no puede atacar cuando sí puede, y viceversa. La idea es confundir al enemigo, haciéndole creer  mentiras y preparándolo para un ataque inesperado. Es crucial conocer el terreno donde se va a luchar y las características del enemigo.

Además, Sun Tzu destaca la importancia de evaluar factores como el clima, el terreno, el líder y la disciplina del ejército propio y del enemigo. Todo ello es lo que le permite al Comando Norte con su actuar conjunto en territorio mexicano: la planificación y preparación meticulosa de un posible ataque, lo que es esencial para su invasión victoriosa en contra nuestra.

México está en riesgo. La salida clara es romper con los lazos y tratados que nos hacen dependientes de Estados Unidos. No olvidemos que nos quiere integrar a su maquinaria de guerra para mantener su decadente hegemonía.

Quiere usar nuestros puertos, vías de comunicación, nuestros recursos y nuestra gente –por millares ya han sido reclutados para sus guerras de agresión–. Busca nuestra sangre y recursos para un eventual enfrentamiento contra sus enemigos China, Rusia, Irán, Venezuela, etcétera.

Es la hora de asumir nuestra plena soberanía… ¡La Patria está en riesgo! Es la tarea que enfrentamos y que gracias a la conciencia de millones lograremos completar con éxito, en medio de terribles obstáculos y complicaciones, con la decisión de la población mexicana. ¡Venceremos! ¡Seremos libres e independientes!

Pablo Moctezuma Barragán*

*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social

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