EUA por Taiwán – Niels Rosas Valdez

En los días pasados, el presidente Joe Biden aseguró que Estados Unidos de América (EUA) defendería a Taiwán en caso de una invasión china. La declaración es contundente y de enorme relevancia para el globo entero. ¿Cuál es el impacto de esta aseveración del mandatario estadounidense?

Las fricciones en el globo entre las principales potencias no se suavizan. La guerra ruso-ucraniana ha levantado las tensiones entre Rusia, la Unión Europea y EUA, principalmente, sin que nadie acepte ceder nada para solucionar el conflicto. Ahora, con la visita de Nancy Pelosi a Taiwán, la alerta de China se ha incrementado como nunca antes ante el evidente guiño estadounidense a la antigua isla de Formosa.

Fue un intrépido movimiento el de la Casa Blanca el haber enviado a Pelosi a Taipéi. Desde luego, Beijing no ha apreciado en lo más mínimo esta acción de EUA. Como era de esperarse, la reacción de China fue severa. Inmediatamente comenzó a realizar ejercicios militares en la costa china más cercana a Taiwán con la intención de aclarar un punto a Washington: ahí estaba la respuesta del país de los ríos azul y amarillo por si la visita escalaba a otro nivel.

Sin embargo, tras la reunión de Pelosi con funcionarios taiwaneses, como parte de la reacción anteriormente descrita, Beijing anunció que haría ejercicios militares en conjunto con sus contrapartes rusas. Este fue un movimiento igual de intrépido que el de Washington, es decir, mientras que EUA apoya a un Estado, Taiwán, que es reclamado por China, esta refuerza el apoyo que tiene con Rusia, que ha comenzado una guerra con Ucrania, un Estado apoyado por los estadounidenses y que parte de su territorio es reclamada por Moscú. Es, sin duda, una situación de grave tensión entre las partes involucradas.

Lo único que genera el escenario anterior es exacerbar las fricciones entre las principales potencias mundiales, pero la situación no acaba ahí, sino que se agrava con los movimientos más recientes en materia de seguridad que Occidente ha efectuado. Basta recordar la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebrada en Madrid hace unos meses. En el nuevo pronunciamiento de la alianza militar occidental se colocó, por obvias razones, a Rusia como una amenaza tras su invasión a Ucrania.

No obstante, en este mismo documento se colocó a China como un reto, situación que, además de irritar a los tomadores de decisiones en Beijing, pone el acento de seguridad en el país asiático, por lo que habría mayor legitimidad de una movilización de la OTAN contra la nación milenaria si las condiciones empujaran a ello. Por ende, Biden pudo ser sólido y contundente en su declaración en torno a la intervención militar estadounidense en Taiwán si la isla recibiera una invasión china que, de acuerdo con las instituciones de inteligencia de Taipéi, podría suceder en 2025.

Tanto China como EUA tienen claras sus metas. Uno quiere recuperar ese territorio que interpreta como suyo y el otro no puede darse el lujo de perder la fábrica mundial de chips y microchips ante su rival. Por ello, es una situación alarmante para ambas partes. La confrontación militar siempre es un problema, y lo es aún más cuando estamos hablando de dos hegemonías como las ya mencionadas.

En tal contexto, diferente a las amenazas de Rusia sobre el potencial uso de armas nucleares si Occidente se entrometía en la guerra con Ucrania, es difícil que los tomadores de decisiones en Washington y Beijing propongan el uso, incluso disuasorio, de armas de destrucción masiva. Pero en una confrontación sin precedentes, los recursos son variados y las situaciones pueden empujar a las partes involucradas a realizar acciones que no necesariamente estaban planeadas en una primera instancia.

Niels Rosas Valdez

Escritor, historiador e internacionalista

@NielsRosasV (Twitter)

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Last modified: 21 septiembre, 2022Tomado de https://lalupa.mx/