Tristeza, pesimismo y agotamiento… La depresión se desarrolla en un ambiente de sentimientos negativos.
Entre la población global, la depresión es la enfermedad mental más frecuente. La tristeza, la falta de interés o de satisfacción, el sentimiento de culpa o la baja autoestima, los problemas de sueño o de alimentación, el agotamiento persistente y las dificultades de concentración son síntomas de depresión. Es una enfermedad crónica que influye considerablemente en la calidad de vida de los pacientes. Según datos de la OMS se estima que en todo el mundo el 5% de los adultos padecen esta enfermedad.
Diagnóstico de diversa índole
Muchos factores, sin embargo, pueden influir en la prevalencia de las enfermedades mentales: los cambios en los criterios de la práctica psiquiátrica (cada vez más orientados a la prevención y a la atención primaria), el desarrollo de una industria farmacéutica y su posición estratégica entre los médicos que ejercen la medicina familiar, así como el acceso a una amplia gama de información sobre salud mental, facilitado por el acceso a Internet.
Una depresión grave es un trastorno mental caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento, se acuerdo con la OMS. Ahora bien, más allá de este diagnóstico, surgen un sinfín de efectos secundarios que transforman la «depresión» en una red de trastornos que pueden ser bastante distintos. Como resultado, podemos sentirnos solos, tristes, poco apreciados y sin valor… sin estar deprimidos. Pero, ¿Dónde está el límite?
Illustration of the emotional moment between two hugging friends. Friends and Family Support. A young woman comforts her best friend from stress and depression.
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Solamente es posible debido a que los sistemas de referencia varíen constantemente. Consideremos el término «depresión subclínica», que se refiere a una persona que presenta síntomas de depresión pero no se ajusta a la definición de depresión que da la OMS. Este individuo está «subclínicamente deprimido» ya que estos síntomas son dolorosos y, por tanto, «merecen atención clínica». Por no hablar de la distimia, una forma más leve de depresión caracterizada por episodios depresivos menos graves pero de larga duración.
Hay otras depresiones que se denominan «contextuales». Por consiguiente, distinguir entre la depresión y el síndrome de burnout o «síndrome del trabajador quemado» se ha vuelto más difícil. El psicólogo Herbert Freudenberger destacó, en el primer trabajo sobre la noción de burnout, a aquellos «que parecen y actúan como si estuvieran tristes».
La escoria de los (viejos) tiempos
Persisten muchas dudas, aunque los síntomas de ambos trastornos no son totalmente idénticos: ¿El burnout es un tipo de depresión? ¿La transición del burnout a la depresión no forma parte del mismo proceso?
En ocasiones, los acontecimientos de nuestra vida pueden desencadenar la desesperación. Este es el caso de la depresión geriátrica, un tipo de tristeza que actualmente está poco diagnosticada y tratada, en parte debido a la idea generalizada de que «deprimirse» es algo normal en el envejecimiento… Ello ignora la realidad de que, como todo el mundo, las personas mayores tienen derecho a una buena calidad de vida.
«Patologización» de la vida cotidiana
Existe, sin embargo, una confluencia de intereses que presenta inevitablemente dificultades en el afán admirable de actuar pronto para atender mejor una persona con problemas psicológicos. ¿Por qué queremos diagnosticar a toda costa (y para quién)? Por supuesto, existe la preocupación de que lo que se denomina «depresión subclínica» se profundice y «mute» en uno (o varios) episodios depresivos graves. Sin embargo, la información que tenemos sobre este tema es muy variada.
En cambio, a otros expertos les preocupa cómo sería la sociedad si dejaran de ser aceptadas las emociones negativas, a pesar de que son un aspecto importante del equilibrio psicológico.
Un conjunto creciente de investigaciones está cambiando la definición de trastorno mental en respuesta a la expansión exponencial de los diagnósticos psiquiátricos. ¿Existe realmente? ¿O es nuestra cultura, cristalizada en torno a la búsqueda incondicional de la felicidad, la que ya no tolera la desviación de este ideal ilusorio? Cuando se trata de la depresión, hablar de números es sobre todo un punto de vista.
¿Es la depresión una enfermedad cultural? se publicó en francés. Copyright: Sciences Humaines. Reproducida con permiso.
Tomado de http://Notaantrpologica.com/
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