Hasta el último momento estuvo lúcido, con el cuerpo rendido pero con la mente en estado permanente de alerta, con el pensamiento vivísimo y rápido, lo que era un don y una condena
Tenía 94 años, sí, pero nos habíamos hecho a la idea de que era inmortal, como se sospechaba que lo era el conde de Saint Germain, y que nos sobreviviría a todos.
No ha podido ser, aunque cuesta trabajo creerlo: ¿cómo que ha muerto Pepe, si ya lo difícil para él era morirse, después de haber sobrevivido a varios naufragios, circunstancia que, según una antigua superstición a la que él se acogía, otorga la inmortalidad a los mortales? Dábamos por hecho, en fin, que la metódica dama Muerte se había
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