Culturas impopulares
Jorge Pech Casanova
Como la mayoría de los mártires instituidos por la revolución mexicana, Felipe Carrillo Puerto no aspiraba a la inmolación sino al poder cuando fue borrado de la existencia hace cien años, el 3 de enero de 1924, en el cementerio general de Mérida, por una tropa sublevada a las órdenes de dos oficiales a quienes financiaron ricos hacendados de Yucatán.
Carrillo Puerto, orador socialista, fascinaba a su público hablando en maya mientras cataba con sus ojos verdes a cada oyente. Había nacido en el pueblo yucateco de Motul en 1874. Desde muy temprana edad trabajó como dependiente, después fue vaquero y conductor del Ferrocarril de Oriente. Cansado de su empleo, con tres carretas emprendió el transporte de mercancías de la ciudad de Valladolid a su natal Motul.
En esas correrías, Felipe Carrillo observó las pésimas condiciones en que obreros y campesinos subsistían en las poblaciones yucatecas. En 1906 comenzó a publicar el periódico El Heraldo de Motul, que le cerraron en 1907 por “ultrajes a funcionarios públicos”. La juventud de Carrillo Puerto transcurrió bajo la dictadura de Porfirio Díaz, y su temprana madurez la alcanzó justo cuando el malestar por el régimen comenzaba a manifestarse.
Sus notas desde El Heraldo de Motul atrajeron la atención del abogado Delio Moreno Cantón, quien dirigía La Revista de Mérida. Felipe fue contratado como corresponsal por Moreno. En 1907 el abogado y escritor fue forzado a vender su medio a una sociedad que encabezó su ex redactor Carlos R. Menéndez, quien mantuvo la corresponsalía de Carrillo.
Moreno Cantón se postuló en 1909 por el Centro Electoral Independiente a la gubernatura. Compitió contra el porfirista Enrique Muñoz Arístegui y un tercer candidato, José María Pino Suárez, del Partido Antirreeleccionista. El aparato oficial impuso a Muñoz.
No tardó éste en ser depuesto por su patrocinador Díaz, ante el creciente movimiento revolucionario de Francisco I. Madero en 1910. Al triunfo de la revolución, Moreno Cantón se presentó de nuevo como candidato a la gubernatura yucateca, pero la victoria de Pino Suárez lo sorprendió. Sus partidarios, Carrillo Puerto entre ellos, reclamaron fraude electoral.
En los roces políticos siguientes, Felipe tuvo noticia de que lo buscaba para matarlo un tal Néstor Arjonilla. Sin averiguaciones, el joven motuleño ejecutó al supuesto sicario. Por ello estuvo encarcelado de 1911 a 1913. Ese período de su existencia es incierto por la falta de datos, pues a su salida de prisión se fue a la Ciudad de México.
Después del fraude en la gubernatura yucateca, el joven no estaría muy de acuerdo con los actos de Madero. El asesinato del presidente en 1913 quizá no le pareció grave. Acaso Felipe Carrillo sirvió al régimen de Victoriano Huerta mientras estuvo en la capital del país. Para 1914 militaba en el ejército de Zapata. Ahí completó su aprendizaje socialista y quiso predicar en su tierra nativa las demandas de tierra y libertad.
Al llegar Carrillo Puerto al puerto de Progreso en 1915, fue puesto en prisión por orden del nuevo gobernador y comandante militar: el general Salvador Alvarado. Aprovechando una visita del gobernante a Motul, las hermanas de Felipe intercedieron por él. Alvarado sintió curiosidad por el joven agitador y tuvo con él una conversación.
Al salir de la entrevista, Carrillo no sólo era hombre libre sino tenía un empleo en la Comisión Agraria. Alvarado envió al joven a difundir sus planes socialistas entre la población maya. Con el general sonorense se formaron varios futuros militares gobernadores que tuvieron gran influencia en el sur de México: Heriberto Jara gobernaría Veracruz; Tomás Garrido Canabal se convertiría en el azote anticlerical de Tabasco.
Carrillo Puerto no se entrenó en las armas, pero al dejar el estado su mentor en 1918, el aún joven líder estaba listo para conducir a Yucatán por el más radical experimento socialista en México. Sin la violencia que manchó a Garrido Canabal y Jara, el gobierno carrillista emprendió a partir del 6 de noviembre de 1921, mediante sus Ligas de Resistencia, acciones como el reparto agrario, programas de educación racionalista en las escuelas y la liberación de indígenas mayas sujetos mediante el peonaje a las haciendas henequeneras.
En marzo de 1922 el gobernador puso en funcionamiento la Universidad Nacional del Sureste, que con el tiempo se convirtió en la actual Universidad Autónoma de Yucatán. Ahí los jóvenes yucatecos pudieron estudiar medicina, jurisprudencia e ingeniería. El centro de estudios integraba, además, la preparatoria del Instituto Literario, la Escuela Normal Mixta y las Escuelas de Música y Bellas Artes.
Todo parecía muy prometedor en 1923 para el gobernante que aún no cumplía cuarenta años de edad. Proyectaba impulsar el estilo arquitectónico llamado Neo Maya para identificar su administración. Por eso, favoreció el rescate de los vestigios arqueológicos mayas. En la visita que una comitiva estadounidense hizo a Chichén Itzá, el mandatario de ojos verdes conoció a la periodista Alma Reed. Ambos se enamoraron. No tardaron en planear su boda, pese a que Felipe seguía casado con la madre de sus cuatro hijos, Isabel Palma Puerto.
En noviembre de 1923 la rebelión de Adolfo de la Huerta puso en conflicto a los gobiernos del sur de México. En Oaxaca, el socialista Manuel García Vigil apoyó la rebelión hasta que fue capturado y fusilado en abril de 1924. Jara, Garrido Canabal y Carrillo Puerto permanecieron fieles, en sus puestos, al gobierno de Álvaro Obregón.
Jara y Garrido eran expertos militares, pero Felipe —“el Dragón de Ojos Verdes” como lo llamó Alma Reed— carecía no sólo de experiencia bélica sino del soporte guerrillero que esperaba. Muy tarde supo que la comandancia militar yucateca le era adversa, pues se alió a sus enemigos de la “Casta Divina”, los hacendados a quienes afectaron sus reformas.
Carrillo Puerto esperaba casarse a finales de 1923. En vez de boda, tuvo que precipitarse en fuga a los escasos puertos yucatecos donde podía tomar un barco que lo llevase con Alma. Lo capturaron a finales de diciembre en la isla de Holbox. Entre tormentos, lo llevaron a Mérida. Aunque no estaba en sus propósitos, Carrillo Puerto tuvo que desempeñar el papel de mártir cuando lo condenó un tribunal militar a ser fusilado el 3 de enero de 1924.
Felipe Carrillo Puerto tuvo catorce hermanos. Tres de ellos lo acompañaron en el paredón: Wilfrido, Edesio y Benjamín, junto con nueve seguidores más.
Al huir los rebeldes, asumió la gubernatura José María Iturralde Traconis, quien ordenó esculpir un monumento en el que colocó la efigie del fusilado con la leyenda “Al Apóstol y Mártir Felipe Carrillo Puerto”. Iturralde lo hizo levantar en el Paseo de Montejo, la avenida donde se paseaban los hacendados que pagaron por la ejecución del renuente inmolado.
Tomado de https://morfemacero.com/
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