El poeta Diego Doncel homenajea a su padre, «muerto por una neglicencia médica», con ‘La fragilidad’

Ocho meses estuvo el padre del poeta en coma hasta que falleció. Del dolor, de la búsqueda de cierta esperanza nació 'La fragilidad' (Visor), XXXIII Premio Loewe, un galardón clave Leer#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura...

Literatura

Actualizado Miércoles,
16
junio
2021

19:49

Ocho meses estuvo el padre del poeta en coma hasta que falleció. Del dolor, de la búsqueda de cierta esperanza nació ‘La fragilidad’ (Visor), XXXIII Premio Loewe, un galardón clave

Diego Doncel

Conmueve y emociona ‘La fragilidad’, que es el propósito que el escritor Diego Doncel (Malpartida, Cáceres, 1964) persigue. «Para mí, la emoción es lo más importante de un poema. Pero una emoción que se va creando con las palabras, no una emoción a priori. La poesía es una confidencia, el secreto que le susurramos a alguien y en el que le decimos lo más importante de nuestra vida».

«Tal vez moriste para que el dolor me haya traído/ de nuevo hasta aquí, para encontrar de esta forma la felicidad«, escribe el también autor de Territorios bajo vigilancia, que reúne varios libros de poemas anteriores, y El fin del mundo en las televisiones (ambos de 2015). Ha firmado también tres novelas. El jurado del Loewe, que le entregó el galardón este miércoles, le concedió el premio por unanimidad.

El primer poema, La visita de Judas, aparece el apóstol, quizá como médico.
Mi padre entró en coma por negligencias médicas. En la Clínica de la Consolación de Cáceres no tenían ni siquiera oxígeno. Judas traiciona la vida, traiciona la dignidad humana. Vende todo y a nosotros nos queda con la culpa. Él tiene prestigio social y nosotros la humillación del dolor.
El libro parece un homenaje a su padre, pero no sólo, ¿también a toda su generación?
Sí, a la generación más importante del siglo XX. La que vivió su infancia en la guerra y el hambre posterior a la guerra, la que atravesó la dictadura, en mi tierra la que tuvo el shock de la emigración, la que ayudó a construir la democracia y la dejamos morir finalmente en la soledad de las residencias de ancianos. Creo que necesitan un homenaje nacional, un reconocimiento institucional que simbolice el reconocimiento de todos.
Se llora la pérdida, ¿puede que usted le dijera en el libro lo que no le comentó en su momento?
Fue mi padre, pero también mi guía. Recuerdo cuando íbamos a buscar el último diario de Miguel Torga. Fue muy fácil vivir con él. Afortunadamente he escrito lo contrario que la Carta al padre de Franz Kafka. Estoy más cerca de Handke.
Asistió a su padre en coma, creo que durante ocho meses, ¿murió por negligencia médica, por covid?
No, por una negligencia como te decía, con nombre y apellidos. No quisimos denunciarla porque tanto mi hermana como yo teníamos que proteger a mi madre. Ya lo importante era ella. Pero como te he dicho la culpa quedó y la indignidad.
El trato a los mayores, la generación de su padre, en hospitales durante los primeros meses de la pandemia, fue el de abandono…
El libro estaba escrito, pero cuando lo iba corrigiendo durante el confinamiento tenía que parar. Pero me decía a mí mismo que no era un libro sobre la muerte sino sobre la vida, que estaba lleno de recuerdos, de experiencias importantes, de amor.
Pese al tema, el libro no es derrotista: el último poema es un canto, o una posibilidad, hacia la felicidad: «Todo espera porque entre tú y yo/ puede haber noche pero nunca muerte«.
Sí, en realidad es una lucha contra la muerte y contra el dolor. Escribo sobre cómo es necesario reconstruir la vida. Uno va a los escombros y empieza a construir de nuevo una casa. Ese es el reto. Debemos tener la ambición de hacer una literatura más allá de las patologías del siglo XX.
No era un reto fácil, podría haber caído en la sensiblería…
Luché contra eso. La sensiblería es la traición a la poesía. Creo que es lo primero que debe entender un poeta joven y un lector joven.
Dialoga con Ofelia y con Hamlet, la primera como símbolo del amor imposible, el segundo quizá de tú a tú, los dos huérfanos ¿buscando consuelo?
Sí, para mí son dos personas reales. Hablo con ellos buscando compañía.
Es un libro sereno, pese a todo. Y hondo.
La serenidad es un bien moral. Nos hace comprender cuál es nuestro sitio en el mundo. La serenidad exige lucha, no viene sin más. Respecto a la hondura, me gusta la poesía de la meditación, esa que une sentimiento y pensamiento, como quería Unamuno o Pessoa.
Poema El frío en casa: vuelve al pasado, a encontrarse con su ropa. Está indefenso pero a la vez esperando un milagro…
El milagro de que mi padre está ya más allá de la soledad que ha dejado, de esa casa vacía. Ya vive solo dentro de mí o en la tierra, las plantas, los árboles que cuidó, los libros que leyó, todo lo que tiene sus huellas y lo que se le parece: una nube que pasa, un pájaro. Creo firmemente en esto. Él ya vive también en este libro.
Lógicamente hay ecos de Jorge Manrique, ¿algún libro o autor le ha acompañado también?
Hice una edición de la poesía de Gómez Manrique, el tío de Jorge. Más allá están Holan, Milosz, Adonis…
Cómo se fue gestando el libro, ¿a borbotones (no parece), durante semanas?
Durante años. Tuve que esperar para que todo tomara la forma precisa.
Aborda un tema tabú en la sociedad de hoy, el de la muerte, un tema que se orilla. Qué grande ser joven era el lema de unos grandes almacenes hace unos años…
Un error. Somos algo más que ser joven. Tenemos arrugas, acumulamos experiencias, somos cuerpos y almas que van acumulando vida.
Ante la fragilidad de una pérdida, de los desencantos… ¿en su caso lo afronta con la poesía, la poesía como bálsamo?
Sí, la poesía nos consuela, nos acompaña, nos habla con nuestras palabras, con nuestros sentimientos.

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