El hombre entre la multitud

El hombre entre la multitud

“Al fin el hombre comprende. Habrá sido el sendero orgánico que contempla, habrá sido la perseverancia de tanto tiempo. El secreto está localizado en el secreto. Deberá encontrar una organización secreta que quiera contratarlo por su saber”....Tomado de https://morfemacero.com/

TA MEGALA  

Fernando Solana Olivares 

Este es un hombre que camina en medio del gentío y va guiándose por unos cuantos impulsos que lo hacen marchar en una columna de dos o tres en fondo hacia una sola dirección, conservando una velocidad determinada y una distancia suficiente de aquellos que lo rodean. Tiene abundantes ideas en la cabeza sobre la lógica de las multitudes en movimiento desde que varios años atrás leyó un artículo científico de divulgación sobre el tema y al hacerlo obtuvo la certidumbre de una monomanía. 

         Como se ha convertido en un especialista al respecto —además está técnicamente desempleado: ¿quién le daría trabajo a ese autodidacta de un solo texto y en todo lo demás empírico, cuya especialización versa sobre gente caminando, gente huyendo empavorecida o gente atropellándose con civilidad?—, entonces recorre sin cesar, de día y de noche, los sitios de la ciudad donde se mueven decenas, cientos y hasta miles de personas. La masa y su conducta tácita son su materia de observación. 

         Sabe, adecuadamente, que el movimiento bajo estas reglas según las que ahora fluye el río humano entre el cual camina: una velocidad regular en un mismo sentido y la conservación de un espacio mínimo entre cada cual, puede variar azarosamente si alguno de los viandantes las quiebra y modifica su velocidad, altera su distancia o cambia su ruta. Así que él ralentiza su ritmo para perturbar la lógica motriz de la multitud. Súbitamente casi se detiene, y de esa manera consigue que detrás suyo la fila antes armónica ahora se descomponga como si fuera un acordeón sin fuelle.  

         Otros pueden hacer lo mismo estando en una muchedumbre pues cualquiera es un agente involuntario de ese pequeño y variable elemento de azar, pero la diferencia consiste en que este hombre lo realiza a título experimental. Hasta los códigos legales afirmarían que la intencionalidad debe considerarse para calificar con justicia una acción. De tal manera que se siente a gusto descomponiendo con toda conciencia, intencionalmente, el operar mecánico de un flujo de individuos que a pesar de no haberse puesto de acuerdo caminan bajo un sistema común. 

         “No hay nada en el modelo que le diga a la gente que forme filas”, de acuerdo con el artículo del periodista Ball sobre una investigación de los físicos Helbing y Molnár, único texto que el hombre sabe de memoria. Y luego sus propias observaciones de varios años lo han llevado a creer que entre las masas se establece una transferencia de pensamiento intuitivo, lo mismo que entre las bandadas de pájaros al volar, donde la clave de un movimiento grupal coherente está en la armonía —un baile secreto— que cada individuo guarde con sus vecinos. 

         Por ello improvisa al tiempo que reflexiona, y produce cortocircuitos públicos mediante las variantes que practica y pone a prueba: detenciones, cambios de ritmo, aboliciones de la distancia, partidas en sentido opuesto al del flujo principal. Puede graduar, si se lo propone, hasta la temperatura emocional de la multitud, forzando su velocidad de marcha, por ejemplo, cosa que comienza a hacer después de haber estado prácticamente detenido un instante. Camina cada vez más de prisa y la corriente de gente se va apresurando junto con él. Tal cambio de ritmo puede llevar hasta el pánico colectivo, emoción extrema que no es su intención conseguir. Mucho menos el día de fin de año cuando las personas salen a celebrar. 

         Abandona, pues, haciéndose a un lado, el presuroso torrente humano. Calcula que unos metros más adelante perderá su impulso inercial, siempre y cuando la modificación rítmica no duplique su velocidad promedio, se extienda también a la corriente que camina en dirección contraria y produzca una estampida. Pero si la hazaña del vuelo en formación surge de las interacciones locales (las aves uniforman su velocidad entre sí, se mueven hacia el centro del grupo local en el que viajan y evitan colisiones), asimismo la lógica de las multitudes se fundamenta en la relación de las partes con el todo, por eso esta masa rápidamente andante ahora se ajusta y baja de velocidad. Otro elemento pequeño del azar.   

         No importa cómo se llame ni su fenotipo social, el hombre es nadie y va a ninguna parte. Aunque posiblemente es algo, un estudioso de los actos masivos de desplazamiento, más que alguien llamado fulano de tal. Y marcha hacia algún lado así ahora lo haya dejado de hacer para dedicarse a otra intrigante parte de su maniática tarea: conocer los mecanismos del caminar. Este hombre está en el parque mirando a los transeúntes que siguen “sendas que parecen surgir de forma órganica”, conforme cita el axial artículo de marras, trazadas por los pasos de tantos a pesar de las múltiples direcciones potenciales existentes en el espacio. 

         Ésta es la parte lírica de su dedicación, una rama de aquella lógica multitudinaria que solamente se explica aceptando la intervención de otra lógica, la de la tierra misma —la tierra es un estado del ser, dícese por ahí—, la cual de modo intangible pero inexcusable determina que se pisen esas rutas orgánicas o tales atajos y senderos, a pesar de que haya otros caminos formales al alcance, mejor construidos, bien hechos. Caminos espontáneos con corazón por los cuales la gente va mirando. Resulta la zona poética de su especialización porque el hombre no puede alterarla como cuando incursiona al interior de multitudes en movimiento. 

         Si el hombre no tiene empleo no es tanto por el carácter de los posibles empleadores sino del tiempo histórico que globalmente se padece. Tantos años dedicados a su original oficio debían obtener quizá no un reconocimiento formal pero sí una retribución suficiente. ¿Hay personas biográficamente más realizadas que quienes consiguen vivir haciendo lo que le gusta? Mirando la costumbre andariega de los asiduos a los parques, el hombre reflexiona sobre su propia situación existencial. 

         Puede enseñarle a cualquier organización que lo requiera conocimientos inapreciables acerca de que en una emergencia, y habiendo en un recinto dos puertas, las personas tienden a utilizar solamente una y dejan la otra vacía. Que existiendo solamente una puerta la gente se agrupa en semicírculo alrededor de ella y se dificulta la salida. Que cuando el escape es a través de un pasillo y éste se ensancha en algún punto la gente se aglomera y produce un efecto de tapón. 

         O puede además, y esto es mucho más reservado, trabajar prototipos de movimiento colectivo basado en el estudio de los tordos, hasta llegar al hermético tema del lenguaje de los pájaros, un tópico no nada más franciscano o diplomático sino francamente hermético. Al fin el hombre comprende. Habrá sido el sendero orgánico que contempla, habrá sido la perseverancia de tanto tiempo. El secreto está localizado en el secreto. Deberá encontrar una organización secreta que quiera contratarlo por su saber. Es menos difícil de lo que parece. Este viernes 31 de diciembre las logias ocultas se muestran aquí y allá. Todo es cuestión de encontrar una buena agenda de direcciones.

Tomado de https://morfemacero.com/