Ta Megala
Fernando Solana Olivares
In memoriam Francisco Piñón
Axioma menor: “Raya y se acaba un destino / impensado y peregrino”, dice una expresión de Corneille. Eco y humo. Una imagen de la infancia puede determinar ese destino rayado y acabante. Por ejemplo, la del primer ebrio que se vio. El niño pequeño se esconde con otros infantes, hermanos y primos, bajo el piano de cola de la casa de la abuela. Desde la puerta de la entrada se escuchan algunos gritos y se adivinan aspavientos por los corredores. Nunca ve al tío beodo porque a este no se le deja llegar hasta el escondite, pero la intensa emoción de esas tardes memorables es el soporte escénico para creer que alguna vez lo vio. Representación icástica. La percepción se hace con las formas que la mente captura sin descanso y el sentimiento con el recuerdo de lo que no ocurrió como se recuerda: inexistente sustancia que alimenta la memoria emocional.
Enigma. Cuando el niño crece se convierte en un adulto que se alcoholiza. Un día, después de envilecimientos suficientes, decide no volver a beber. Al dejar el alcohol abandona también su vínculo con aquella imagen temprana y sus significados, resonancias que no fueron escrutadas a la luz de la razón. “¿Cómo ha aparecido la razón en el mundo? —pregunta Nietzsche—. De una manera irracional, por azar. Será preciso adivinar este azar como un enigma”. Un enigma también las resonancias inescrutadas.
Comienzo. Debe entonces adivinarse. ¿Cómo surge la razón? El niño camina al mediodía, levanta un higo tirado en la hierba y dice: yo soy yo. Es muy pequeño aún e instantes atrás su conciencia era participativa, dúctil y plural, su psicología la de la mutabilidad. Pequeño niño taoísta que existe en medio de las partes que forman el todo y no piensa ni habla todavía en términos que se opongan entre sí. El higo es el agente que lo lleva a la razón. ¿Eso resuelve el enigma? ¿La aparición de un elemento instrumental? La razón surge cuando se encuentra un higo, una puerta inesperada, un foco parpadeante o un sentimiento de soledad hasta entonces desconocido.
Teorética. a) La razón adviene por una influencia exterior al ser. b) La razón es una expresión de la interioridad del ser. c) La razón es producto de una mutación. d) La razón es resultado de un milagro. e) La razón se origina en la antropofagia cerebral. f) La razón deriva de formas de expresión y conocimiento religiosas. g) La razón nace del lenguaje.
Aplicación. La causa contra a) es que si fuera externa al ser no encontraría en él su hospedaje. Para responder c) debe afirmarse que toda mutación es un prodigio merecido. Las razones de d) no pueden conocerse más que sin la razón. Hacer caso de e) sería seguir la resonancia dramática del crimen fundacional de lo humano, una pista falsa.
Resultado. Atender a b) es iniciar el desciframiento (eso dice Nietzsche en otra traducción: descifrar el enigma de la razón, no adivinarlo: ¿descifrar es adivinar?: ya lo exigía el Príncipe Ardilla: sobre todo, no me malentendáis) del paso del Mito al Logos, cuando aparece la noción de razón. Se transita de un orden jerarquizado y fijo, regido por un canon sacramental, a otro en movimiento donde la subordinación a la proporción, al equilibrio y al acuerdo es el nuevo sentido de todas las cosas, y ese tránsito proviene de la misma razón: una resonancia que surge del interior del ser para construir el sentido del mundo.
Abrecartas. El Mito representa y ordena el mundo. Ofrece un cuerpo de prescripciones y un principio de comprensión. Su momento primario funda un acontecimiento y así reduce la brutalidad de lo inesperado, incluye la totalidad de un ciclo que siempre podrá iniciarse de nuevo, se apropia del tiempo y lo explica haciéndolo circular. Otorga un sentido común. Las artes de la descripción, que nacen del Mito, también significan una operación humana sobre el tiempo. El cuento cancela el tiempo, pues la palabra puede obrar según la necesidad de la imaginación. El teatro obliga al tiempo a comportarse como materia y energía.
Una llamada. La primera perplejidad humana es ante la naturaleza, que exige de los seres humanos establecer un sentido ante la catastrófica irrupción de la realidad. “Esencial: partir del cuerpo y utilizarlo como guía. Es el fenómeno más rico, el que permite observaciones más claras. La creencia en el cuerpo está mejor fundamentada que la creencia en el espíritu”, escribe Nietzsche. Puede entonces aceptarse que la hipótesis f) es correcta. El cuerpo observa al ir viviendo, de ahí su claridad. En él se llega a la razón, con él se va hacia el espíritu.
Serpentina. Los invasores dorios derrotaron a los brillantes aqueos y al misterioso poder micénico. Esa gran crisis de soberanía precipitó el paso del Mito al Logos. Los refinados reinos cayeron ante nómadas guerreros a los que no podían llamar bárbaros porque hablaban en griego, aunque fueran culturalmente inferiores. Grecia se hundió en una enigmática edad oscura de cuatro siglos donde se produjeron transformaciones determinantes. El secreto y el tiempo rigen cualquier mutación.
Tornamesa. El gesto artístico y el religioso coinciden en un mismo instante. Al descubrir la danza, primera de las artes religiosas elementales, y agradecer con ella la admiración que la vida le despierta, los seres humanos la ofrecen a la divinidad. Siglos después irá de la representación al concepto, cuando la narración sagrada del mundo sea quebrada por los dorios vencedores y la razón mítica se colapse sin poder explicar la catástrofe. Las ciudades recordarán tal momento, de ahí que la plaza pública se constituya en un espacio vacío.
Dádiva. Si f) es verdadera, g) también lo es. La razón proviene del lenguaje. (“Y si mi Alfa y mi Omega es que todo lo pesado se vuelva ligero, todo cuerpo, bailarín, todo espíritu, pájaro”, canta Zaratustra.) El lenguaje nace en el contacto humano con las plantas. Mientras los hombres cazan, las mujeres recolectoras deben desarrollar términos y significados para clasificar, describir y transmitir el complejo reino vegetal. Hablamos en las lenguas que nos enseñan nuestras madres. El lenguaje, nominación femenina del mundo, teje con plantas la red de la razón.
Espoleta. Los rizomas de las palabras crecerán en la religión olímpica, versátil, épica y tolerante, sin verdad revelada, libro dogmático o casta sacerdotal que preserven un dogma hegemónico. Sólo en el sereno mediodía del culto olímpico pudo surgir la razón y con ella el nocturno complemento mistérico de los cultos órficos: música, baile éxtasis. El arte es un residuo cuya materia se hace con ese día y aquella noche. El entusiasmo (de en theos: dios interior) y el secreto fundaron los misterios de Dionisos, dios de las fuerzas ciegas e impersonales de Zoé. Apolo es el dios de la perfección individuada de la vida que por eso está destinada a morir, dios de la luz, la forma y la belleza. Sol invictus.
Carnaval. Se cultivarán las formas y las ideas. Es tarea de los sabios en las plazas vacías, sabiendo que en el fondo de lo real palpitan fuerzas oscuras e implacables que nunca deben ser desoídas. Una modesta partícula, el artículo neutro lo, extraordinario mecanismo de abstracción, permite desbocar el pensamiento hacia la interpretación del mundo. Los griegos modifican el alfabeto fenicio, lo vuelven fonético al introducir las vocales. Escribir igual que se habla representa el acceso a un mundo compartido, de geométrica correspondencia y fidelidad. Un principio de comprensión que coloca los acontecimientos bajo otra soberanía y es la puerta del Logos, aquel saber universal que orientará a los hombres frente a los acontecimientos y la naturaleza: la soberanía del sometimiento a la ley de lo común.
Andamiaje. Teorizar es ver, dice la lengua griega. Así Tales de Mileto, pionero del pensamiento racional, mide la altura de las pirámides según la longitud de su sombra. Surge la astucia de la razón, un camino indirecto para mensurar lo que el cuerpo no puede: los astros, las aguas, las construcciones. Esa reducción es el invento de la escala y su aplicación a la materia, alcance donde el ser comienza a extraviarse. El primer filósofo funda la racionalidad mediante la afirmación de que el agua es el origen y la matriz de todas las cosas. Nietzsche afirma que debemos considerar esa afirmación porque establece un origen prescindiendo por primera vez del mito y la fábula y porque en ella está la certeza esencial: “Todo es Uno”.
Pasión. Del Uno abarcador surgen los elementos. El principio con el que la razón teje la soberanía cósmica es, de nuevo, una abstracción: lo indeterminado, lo indefinido, que es infinito porque es informe y no está sujeto a las propiedades compuestas que llevan a todas las cosas a perecer. La naturaleza como un régimen expresivo donde se narra la acción de los contrarios en un ciclo interminable pero dicho, enunciado. Luego la razón hace al mundo habitable y se dice entonces que establece dominio, límites, legalidad.
Epacta. Sigue siendo un enigma: el niño recoge el higo y llega a la conciencia. Hace caso de Zaratustra: “El cuerpo es una gran razón, una pluralidad dotada de un único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor”. En el cuerpo del niño, recipiente de la idea del ser que desde ese momento lo habita, una flama se enciende y se hace metafísica, va en busca de lo demás.
Tomado de https://morfemacero.com/
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