—¡Demetrio, por Dios! ¡Ya no te vayas ¡El corazón me avisa que ahora te va a suceder algo! –le dijo ella, bañada en lágrimas.

El niño de ambos lloraba a gritos, cuenta Mariano Azuela en la extraordinaria novela Los de Abajo.

—¿Por qué pelean ya, Demetrio? –lo cuestionaba la esposa. ¿Para qué irse, cuál era su propósito de volver a los batallas?, decía ella.

Y entonces Demetrio tomó una piedra y la arrojó al barranco. Y la piedra cayó y cayó sin que nada la detuviera, hasta perderse en la nada.

—Mira esa piedra cómo ya no se para… –le dijo a ella y, claro, regresó a la Revolución.

El extraordinario escritor mexicano Mariano Azuela plantea, en apenas unas líneas, que hay destinos inevitables. Pero son inevitables no porque sean un condena; son inevitables porque son el resultado de algo en lo que se ha trabajado con empeño.

Demetrio echa una piedra al abismo para explicar que él mismo se había echado a rodar y ya era imposible detenerse. Demetrio decide lanzar la piedra o lanzarse él mismo para volver el destino inevitable. Es él quien conduce a esa piedra y se conduce a sí mismo hacia un destino que, para entonces, mientras rueda, se vuelve imposible de evitar.

El próximo lunes, si todas las mediciones son ciertas, el PRI se quedará con apenas dos gubernaturas después de haber gobernado cada rincón de este país. No es un evento casual, no se trata de eventos inesperados. Ciertamente el desempeño de Alejandro Moreno Cárdenas y su alianza con el PAN han tenido un alto costo para esa fuerza política. Pero se trata de un proceso de degradación que se fue sembrando durante décadas.

El día después de la elección del próximo domingo podría ser hoy y ya sabremos el resultado. No hay demasiada sorpresa cuál es el futuro del PRI. Usted y yo sabemos que se encamina a su casi extinción, y el mismo partido lo sabe porque es el causante de su propio fin. Lanzó la piedra al barranco y allí va, como le pidieron, cayendo por el barranco.

Hace poco tiempo que el PRI tuvo posibilidad de regenerarse; hace todavía cuatro años tenía la Presidencia de México. Prefirió robar. La corrupción está en su ADN, qué le va a hacer. La represión y las ganas de comprar voluntades con dinero ajeno están en su alma. El PRI de Enrique Peña Nieto no se traicionó a sí mismo: era y es lo que es: le gusta chapotear podredumbre, abrazarse de la desvergüenza. Hizo lo que le sabe mejor.

Lo demás, la derrota, son simples matemáticas y las consecuencias de ellas.

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Dentro de ocho días, en lunes como hoy, el PRI se quedará apenas con los gobiernos que ganó hace cinco años: Estado de México y Coahuila. Ambas entidades le dan suficiente población como para superar a Movimiento Ciudadano, que tiene Jalisco y Nuevo León. El PRI todavía es la tercera fuerza política de México. Pero eso cambiará en unos meses y se puede adivinar desde hoy. Lo explico adelante.

La población del Edomex es de 16 millones 992 mil habitantes; la de Coahuila, 3 millones 147 mil. Juntos suman 20 millones 139 mil. Esos son los mexicanos que todavía son gobernados por el PRI de 128.9 millones que componen la población total del país. Por otro lado, Nuevo León tiene 5 millones 784 mil habitantes y Jalisco, 8 millones 348 mil. Juntos dan 14 millones 132 mil individuos. Esos son los ciudadanos que están bajo gobierno de Movimiento Ciudadano.

Pero es un efecto óptico que “conserve” esos 20.1 millones. El pacto que hizo Alejandro Moreno con Claudio X. González; la sociedad que hizo con Acción Nacional y la decisión a la que se arrojó por recomendación de la élite intelectual no son gratis. El PRI deberá entregar uno de esos dos estados al PAN antes de las elecciones. Coahuila o el Estado de México tendrán candidato panista, no queda de otra porque de eso se trató la formación del bloque opositor.

Lo que estamos viendo: El otrora omnipotente y omnipresente PRI entregará por decisión propia uno de sus dos últimos bastiones, los que nunca había perdido desde 1929. Se rendirá sin disparar un solo tiro ante Acción Nacional por el acuerdo con Claudio X. González. Si alguien planteara esto hace diez años podría considerarse ficción. Pero no, no es ficción. El PRI realmente se extingue. Hay poco por hacer ahora mismo; falta ver si existe astucia para sobreponerse pero no veo cómo.

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El caso del PRI, a su vez, prende una enorme luz roja de advertencia en el tablero de Movimiento Ciudadano. Claudio X. González ha estado presionando a los naranjas para que se unan a su coalición. Nada menos la semana pasada dijo en Jalisco, en reuniones con ellos, que sus números no le dan y que necesita de los votos de ese partido que lleva desde su fundación en manos de un solo hombre: Dante Delgado. Un momento notable en la intervención del multimillonario fue cuando llamó a Movimiento Ciudadano “fresco, nuevo y joven”. También dijo que PRI, PAN y PRD están muy vistos y que el partido naranja aportaría “juventud” a la alianza.

Se puede leer de muchas maneras lo que dijo. Si yo fuera el PRI, por ejemplo, me sentiría sumamente ofendido porque Va por México lo despelucó y ahora lo llama vetusto. Pero bueno, cada quién; Alejandro Moreno no es un tipo muy digno, que digamos.

La otra lectura, clarísima, es que en el afán de comerse a Movimiento Ciudadano ha deslizado la posibilidad de que el candidato presidencial de su alianza sea “fresco, nuevo, joven”. Es decir, alguno de los muchachillos de MC en Nuevo León. Y el mejor posicionado en las encuestas es Luis Donaldo Colosio. Equis González y la élite empresarial que representa seguramente le meterán levadura para inflarlo y llevarlo ante el electorado sin que nadie sepa si es honesto, trabajador, buen servidor público o lo contrario de todo lo anterior. En realidad a esa élite no le importa. Allí está Vicente Fox, su empleadillo convertido en Presidente. Un mequetrefe manipulable. Ese es el perfil que ven en Colosio. Ahora falta que él se acepte y que a ellos les cuaje el plan.

Sin embargo… el PRI. Sí, el PRI. Movimiento Ciudadano podría no estar tan emocionado con esa alianza. En cuatro años, en los que le hizo caso a la élite intelectual y se abrazó del PAN y de los patrones, el PRI básicamente se fue a un abismo. Es cierto que para allá iban sus pasos pero no a esa velocidad. Ahora pensemos en MC: Si su punto de comparación es el PRI, bien podría decir: ni de loco me mutilo un brazo para darle gusto a Claudio X. González.

Y el PAN no es una buena referencia para MC. Los azules han decrecido territorialmente en estos años. De hecho podrían quedar bastante despelucados en 2022 incluso si no sueltan Aguascalientes. Perderán Quintana Roo, Durango y Tamaulipas, casi con toda certeza. Son estados panistas y los van a perder.

Pero el ejemplo del PRI podría bastar a cualquiera. ¿Unirse para quedar reducido, en apenas unos años, a bagazo? ¿Por qué querrían los naranjas unirse al proyecto de Equis González si todos los partidos en esa alianza han perdido y dos de ellos van hacia su extinción? ¿Qué incentivo tendría Movimiento Ciudadano para ir en coalición con tres partidos vetustos, como los llama el mismo multimillonario; tres fuerzas del pasado que huelen a moribundo?

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En Los de Abajo, como es sabido, la piedra no se detiene y tampoco Demetrio. Juntos se van al vacío para siempre. La Revolución lo devora a él, a sus cuadrilla militar, a su familia, a sus pueblos. Pero a Demetrio lo mueven fines nobles, aunque al final no sepa bien a bien cuál bando es el que lo representa.

Al PRI, en cambio, no lo mueven causas nobles. Lo mueven los deseos más vulgares, sean Alejandro Moreno o Peña Nieto. El domingo, por ejemplo, El País reveló que el expresidente se instaló en España con un permiso migratorio conocido como “golden visa” o “visado dorado” que se da a grandes inversionistas o millonarios. Peña no ha hecho otra cosa en su vida que ser funcionario. Viene de una familia de clase media. Es un reverendo ladrón en la impunidad, según todos los datos disponibles sobre él.

Dentro de una semana, el día después de la elección del domingo, el PRI despertará con un dolor de cabeza terrible y sin Hidalgo y Oaxaca. Los perderá. No hay forma de que los conserve. Se quedará, en los hechos, con una gubernatura: o Edomex o Coahuila, porque deberá compartir con el PAN su territorio porque esa es la condición que le impuso la realidad.

Ahora falta que el dueño de Movimiento Ciudadano decida qué hará. La presión de Claudio X. González es mucha y quiere que ese partido entienda que México “vive una emergencia” del tamaño de los impuestos que han tenido que pagar las empresas de su padre desde 2018.

Dante Delgado razona lo que hará. Tiene la piedra en la mano y frente a él la noche es oscura. A veces, quizás, las piedras vuelan. Pero no creo que esta piedra vuele. Como la piedra de Demetrio, más bien creo que si se suelta de su mano se irá rodando al abismo. Y mira al PRI, mira esa piedra cómo ya no se para…

*Publicado originalmente en https://www.sinembargo.mx/30-05-2022/4192530.


Alejandro Páez Varela. Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx