septiembre 16, 2025

El coro griego de Fernando Solana Olivares 

“En el mundo de hoy, lo fragmentario es lo único que existe. Lo mismo pasa en tu novela. Por eso, lo que en ella importa es el coro, la polifonía de las narrativas individuales. Todos son protagónicos o nadie lo es....

El laberinto del mundo

José Antonio Lugo

I. Nuestra señora de las letras

En alguna charla, hace muchos años, Solana definió así a Marguerite Yourcenar, la gran escritora belga/francesa. Lo traigo a colación porque su obra cumbre, Memorias de Adriano, fue escrita entre 1948 y 1951, poco después de la Segunda Guerra Mundial. A pesar del horror que vivió la humanidad a partir del holocausto y de Hiroshima, Adriano, el emperador a quien le dio vida en esos años —y que está impregnado de alguna manera por el tiempo en el que Marguerite escribió su novela— tiene fe en el futuro, cree que quienes lleguen a ocupar Roma, en un futuro en el que ya no exista el imperio de los Césares, acabarán siendo menos bárbaros y más romanos. 

Solana escribe su más reciente novela, Hormiguero, en la tercera década del siglo XXI. Describe el horror —nuestro horror, el de los feminicidios, los baños con ácido, los periodistas asesinados y un larguísimo etcétera— y, sin embargo, no pierde por completo la esperanza, aunque no cree en los voluntarismos de moda que afirman que por imaginar o decretar algo la realidad se transformará, como si estuviéramos frotando la lámpara del genio. 

II. El camino a Hormiguero 

Cuando leí por primera vez la novela, que he tenido el privilegio de publicar en El tapiz del unicornio, le expresé a su autor: «Para mi clase de literatura releí El Danubio. Magris habla del Banato como del territorio de lo fragmentado, la imposible convivencia de etnias, historia, cultura, lenguas, geografías. En el mundo de hoy, lo fragmentario es lo único que existe. Lo mismo pasa en tu novela. Por eso, en ella lo que importa es el coro, la polifonía de las narrativas individuales. Todos son protagónicos o nadie lo es. En Hormiguero descatan los discursos radiofónicos, así como los de las redes sociales. Miles de discursos, cada uno para unos cuantos. Pero esas células no se comunican entre sí. La red no es una red, a fin de cuentas».

III. La gozosa tortura de escribir

Fernando Solana es un espléndido ensayista. Allí está ese libro asombroso que es Cuarenta y nueve movimientos, ensayos narrados por una voz omnisciente; Luna Roja, sus ensayos tardomodernos, libro publicado también en El tapiz del unicornio y, muy recientemente, Casandra se desvanece, que el autor define como «ensayos, fragmentos, astillas».

       Estamos también ante un gran novelista. Allí están como muestra Parísgótica, un homenaje literario a la capital de Francia; La rueca y el paraíso, donde habitan Adela y Vasconcelos, y la espléndida Casa Medusa, donde uno de los personajes se pregunta si está en la lucha, en el comienzo del reconocimiento o en la aceptación final. Pregunta que se hace Fernando y que, quizás, nos hacemos todos. 

       El Maestro Flaubert —citado por Kundera— señala que la estupidez es «la falta de reflexión sobre los lugares comunes». La obra de Solana es la de un escritor que deconstruye los lugares comunes y nos exige una complicidad con la inteligencia, la sensibilidad y el amor a la literatura. Amigos lectores de Morfemacero: compren y lean Hormiguero. Es una estupenda novela, que retrata nuestro tiempo, reflexiona sobre nuestro México con un poco de amargura y guarda, sin embargo, un poco de esperanza basada en las mujeres y hombres buenos que todavía hay, y en el poder transformador de la literatura y el arte. Está escrita por un escritor que padece y disfruta la escritura. Así le pasa a los artistas de verdad. 

Tomado de https://morfemacero.com/