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Portada: El Fisgón
(06 DE OCTUBRE, 2025).-Las fuerzas armadas de Estados Unidos llevaron a cabo la noche del sábado un nuevo ataque contra una embarcación que, según el gobierno estadounidense, transportaba drogas ilegales frente a las costas de Venezuela, informó este domingo el presidente Donald Trump. El mandatario añadió que su administración ampliará las investigaciones hacia el tráfico de drogas en territorio terrestre, además del marítimo.
El anuncio fue realizado durante un discurso en la Estación Naval de Norfolk, en compañía del portaaviones Harry S. Truman, aunque Trump no presentó pruebas que respaldaran sus declaraciones.
“En las últimas semanas, la Marina ha colaborado en nuestra misión de eliminar a los terroristas del cártel”, afirmó el presidente. “Anoche realizamos otra operación. Ahora simplemente no podemos encontrar ninguno”.
Trump agregó que, ante la supuesta reducción del tráfico marítimo, su gobierno centrará los esfuerzos en operaciones terrestres, ya que, según dijo, “ya no vienen por mar, así que ahora tendremos que empezar a buscar por tierra porque se verán obligados a ir por tierra”.
Los gobiernos de Rusia y Venezuela manifestaron este lunes una “profunda preocupación” ante el incremento de la presencia militar de Estados Unidos en el Caribe, advirtiendo que dichas acciones podrían tener “consecuencias de gran alcance” para la estabilidad y la paz regional. La declaración conjunta fue resultado de una conversación telefónica entre el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo venezolano, Yván Gil, según informó la Cancillería rusa a través de un comunicado oficial. Ambos diplomáticos condenaron enérgicamente lo que Moscú calificó como un “nuevo ataque” de las fuerzas armadas estadounidenses: la operación contra un buque en aguas internacionales cercanas a Venezuela, ocurrida el 3 de octubre.
El incidente había sido mencionado previamente por el secretario de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, quien sostuvo que la acción se dirigió contra una embarcación que supuestamente transportaba drogas dentro de la jurisdicción del Comando Sur, y que el operativo dio como resultado la muerte de cuatro presuntos “narcoterroristas”. Sin embargo, tanto Caracas como Moscú pusieron en duda esta versión, calificándola de infundada y políticamente motivada.
El canciller Yván Gil llevó el caso ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde denunció una “incursión ilegal” de aviones de combate estadounidenses que penetraron a unos 75 kilómetros de la costa venezolana el jueves anterior. Según Gil, esta acción constituye no solo una “amenaza directa a la soberanía nacional”, sino también una violación del derecho internacional y de la Convención de Chicago sobre Aviación Civil Internacional. El gobierno venezolano considera estos hechos parte de una estrategia de hostigamiento sostenida. Esta estrategia se ha intensificado desde que la Casa Blanca, a través de su portavoz Karoline Leavitt, confirmó en agosto el despliegue de tres buques de guerra con cerca de 4,000 soldados en aguas caribeñas próximas a su territorio.
El contexto de esta tensión se enmarca en la creciente escalada militar, política y diplomática de Washington contra Caracas. El punto de quiebre ocurrió cuando la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, anunció a inicios de agosto una recompensa de 50 millones de dólares por información que condujera a la captura del presidente Nicolás Maduro. Las autoridades estadounidenses acusan, sin pruebas, al mandatario de liderar una supuesta organización narcotraficante llamada “Cártel de los Soles”, incluida recientemente en la lista de organizaciones terroristas globales. Ante lo que percibe como una “amenaza inminente”, el gobierno venezolano ha movilizado sus milicias populares, reforzado el despliegue militar fronterizo y solicitado la intervención del secretario general de la ONU, António Guterres, para mediar en la crisis.
La alianza estratégica entre Rusia y Venezuela, cimentada a lo largo de años de cooperación económica y militar, se reafirma así como un contrapeso diplomático frente a la influencia estadounidense en la región. La condena conjunta de Moscú y Caracas no solo evidencia la internacionalización del conflicto venezolano, sino que también marca una nueva fase de confrontación geopolítica en el Caribe, donde la disputa por el poder y la legitimidad se extiende más allá de las fronteras nacionales.
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Tomado de https://elchamuco.com.mx/
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