El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
- L’abbé Prévost (1697-1763)
L’abbé Prévost (con acento en la “e”) ingresó con los jesuitas y más adelante ejerció como sacerdote con los benedictinos, pero, como Julien Sorel, el protagonista de la novela de Stendhal, dos siglos después, oscilaba entre el rojo y el negro, entre la carrera eclesiástica y la de seglar.
Se convirtió en escritor y es autor del best seller de su siglo (junto con Pamela, de Samuel Richardson, novela inglesa publicada en 1740 que describe cómo la protagonista defiende su virtud ante los embates de un libertino, con quien termina casándose).
Prévost escribió Manon Lescaut -publicada en 1731-, que narra la historia de ella y del caballero Des Grieux (joven de 17 años, Manon, de 16). Él dilapida su fortuna por ella y se convierte en un ladrón, y ella, a quien le gustan los placeres que otorga el dinero, se convierte en una mujer fácil. Después de viajar a Nueva Orléans, se aventuran en el desierto de Luisiana, donde ella muere.
Que dos jóvenes vivieran juntos sin casarse era un escándalo para la época. Sin embargo, el amor redime y se coloca por encima de la moral.
Manon Lescaut dio lugar, en música, a Manon, de Jules Massenet, a Manon Lescaut, de Giacomo Puccini e inspiró La traviata de Giuseppe Verdi.
Para algún crítico, Manon Lescaut es la primera novela moderna. Lo es en tanto que sus aventuras moldearon la moral de una generación, aunque el primer novelista moderno, a mi juicio, fue Flaubert, quien con Madame Bovary nos enseñó que la literatura es texto, no trama (aunque la trama sea importante).
- Robert Prevost
El abate Prevost, nacido en Chicago y con nacionalidad estadounidense y peruana, fue hace unos días electo Papa en sustitución del argentino Jorge Mario Bergoglio. Decidió llamarse León XIV, en homenaje a León XIII (1810-1903), quien en su encíclica Rerum novarum criticó la opresión de los pobres “por un puñado de gente muy rica”.
En la coyuntura en la que se encuentra el mundo en 2025, más allá de las creencias personales de cada quien, le deseamos suerte al abate Prevost (sin acento) para que se convierte en un antídoto contra las fuerzas destructoras y en un defensor de la paz en el mundo.
- Abate
Abate es la palabra que designa a un eclesiástico venido de otras latitudes. Un abate, Prévost, escribió una novela libertina y a la vez moralizante; otro abate, Prevost, conducirá los destinos de más de mil 400 millones de católicos. Tendrá que enfrentarse a una reorganización de la Iglesia como institución -y de sus finanzas- y, al mismo tiempo, ser un factor de equilibrio en la geopolítica mundial. El primero ya tiene la inmortalidad literaria; al segundo le esperan retos y desafíos enormes. Ya veremos.
Tomado de https://morfemacero.com/
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