“Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”.
Isaías 11,1-10
Romanos 15,4-9
Mateo 3,1-12
Mons. Ruy Rendón L,
Hace ocho días, al iniciar el tiempo del Adviento, el profeta Isaías nos exhortaba: “¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor”. A partir de tal invitación, nosotros, como hombres y mujeres creyentes, comenzamos a recorrer este camino de preparación que tiene como punto de llegada la gran Solemnidad del Nacimiento del Hijo de Dios. Decíamos que, para poder avanzar con seguridad a lo largo de estas semanas, la palabra de Dios que es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero (ver Salmo 119,105), nos iba a estar acompañando, diaria o semanalmente. Este domingo, por ejemplo, Dios a través de su Palabra nos invita a suscitar en nuestro corazón, en nuestra mente y en nuestra conducta, una verdadera conversión, es decir, una transformación profunda y radical, no superficial y moderada.
Comencemos por el texto de Isaías, quien al hablar de los futuros tiempos mesiánicos (relativos a la venida del Mesías) nos presenta, precisamente, las características de este Salvador que Dios enviará a su pueblo: “Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios… Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura”. Asimismo, el ambiente renovador que traerá a la tierra es bellamente descrito por medio de la extraordinaria convivencia de seres que, de por sí, son antagónicos: lobo y cordero, pantera y cabrito, novillo y león, vaca y osa, etc. Este ambiente paradisiaco lo podemos sintetizar con la expresión: PAZ EN LA TIERRA. El Salmo responsorial confirma esta idea fuerza que se convierte para nosotros, hoy en día, en una gran esperanza: “Ven, Señor, rey de justicia y de paz”.
San Pablo, en la segunda lectura, también nos insiste en lograr una verdadera renovación a partir del ejemplo que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo. En efecto, la exhortación que nos hace es a: “vivir en perfecta armonía unos con otros, conforme al espíritu de Cristo Jesús, para que, con un solo corazón y una sola voz alabemos a Dios…”. Esta propuesta, si la ponemos en práctica durante este Adviento, suscitará, sin duda, un ambiente excelente en nuestra familia, escuela, trabajo y comunidad.
El evangelio, por último, nos presenta una de las grandes figuras del tiempo de la espera, nos referimos a Juan el Bautista el precursor de Jesús. Hoy meditamos en su fuerte y valiente predicación, pero también en su estilo de vida, pobre y austero. En cuanto a sus palabras, sobresale el llamado a la conversión: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”. Y en cuanto a su forma de vivir, es interesante su austeridad y pobreza, que se convierten para nosotros en una llamada de atención ante el derroche de los muchos o pocos bienes materiales que poseemos. Recordemos que para lograr una plena Navidad se requiere, sobre todo, disponer nuestro corazón, libre de toda atadura, para que el Niño Dios pueda habitar en él.
Participemos en la eucaristía de este domingo haciendo el buen propósito de lograr una auténtica conversión personal, renovando nuestros ambientes, buscando que sean ambientes de armonía, justicia, paz, amor y austeridad. Así sea.
¡Que tengan un excelente domingo!
Tomado de https://www.elsoldehermosillo.com.mx/rss.xml
#ExpresionSonoraNoticias
#Sonora
#Hermosillo
#RedesSociales
#ESN
Más historias
Del heroísmo vecinal al populismo oportunista ante los incendios
Claudia Wilson: La importancia del ejercicio en la vida adulta
Ante protestas en Los Ángeles, cabeza fría y resistencia de Sheinbaum contra Trump: Lorenzo Meyer