Delibes y Umbral, dos gigantes a cuatro manos

Umbral llegó a considerarse "el octavo hijo" de su amigo. 278 cartas desvelan la íntima relación de estas dos figuras en 'Miguel Delibes-Francisco Umbral. La amistad de dos gigantes' Leer#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura...

Literatura

Actualizado Jueves,
22
abril
2021

01:18

Umbral llegó a considerarse «el octavo hijo» de su amigo. 278 cartas desvelan la íntima relación de estas dos figuras en ‘Miguel Delibes-Francisco Umbral. La amistad de dos gigantes’

J M LOSTAUMUNDO

Dos genios, Delibes y Umbral. Un placer lector indispensable por separado. Juntos, a cuatro manos, un lujo. El primero, vallisoletano, el austero y sabio maestro anclado a su tierra que recuperaba y pulía el lenguaje y, a cada nueva entrega, parecía más joven. El otro, el pupilo aventajado que triunfó en Madrid día a día, con una prosa exuberante que todo lo abarcaba. Siempre mantuvieron una estrecha relación y ahora ya podemos saber qué se decían y hasta dónde llegaba una amistad cultivada durante casi cuarenta años.

La ciudad de Delibes (Valladolid, 1920-2010), en la que Umbral (Madrid, 1932-2007) pasó infancia y juventud, acogió ayer en el Palacio Pimentel el gran acontecimiento literario: la presentación oficial del libro Miguel Delibes-Francisco Umbral. La amistad de dos gigantes. Correspondencia (1960-2007), publicado por la editorial Destino, en colaboración con la Diputación de Valladolid y las fundaciones Miguel Delibes y Francisco Umbral.

278 misivas que, como expresó Aurelio Fernández, director general de Publicaciones de Unidad Editorial, son cartas que «todos hubiéramos querido escribir o recibir». «Sinceras, sin dobleces».

Para Fernández, este libro no solo es «un hito» que posibilita «comprender mejor» a estos dos premios Cervantes, sino que ejemplifica valores como la «fidelidad y la admiración»: «Mantuvieron una fidelidad muy difícil de encontrar en cualquier ámbito», apuntó y destacó también «el respeto», incluso cuando se discrepa. «A través de la correspondencia se trataba de entenderse, de entender al otro. Todo un ejemplo para esta época en que no se escucha, se levanta la voz, en que la sana discrepancia parece cosa de otras épocas, cuando la tolerancia era sinónimo de convivencia».

En el epistolario intercambiado tras forjar una amistad en las rotativas, Umbral y Delibes conversan acerca de cuestiones diversas como su opinión de otros escritores, consejos prácticos sobre con qué editorial firmar y las más íntimas confidencias. Delibes, a la muerte de su esposa: «Yo, con el eje roto, he optado por la pasividad». A lo que Umbral, con su hijo fallecido pocos meses antes, responde: «Ayer, por teléfono, volví a encontrarte bajo y esto me cabrea. Tenemos que inventar algo».

En un tono más distendido, en una carta leída ayer por el presidente de la Diputación vallisoletana, Conrado Íscar, Umbral le cuenta que aceptó dar el pregón de las fiestas en Valladolid de 1970 y recibiría 10.000 pesetas.

La primera de las epístolas de este volumen data de finales de 1960 y la firma el autor de El Hereje. Le felicita la Navidad y le agradece el ensayo sobre su obra. El principio de una profunda amistad en la que Umbral llegó a considerarse «el octavo hijo» de su amigo.

Elisa Delibes, hija del escritor y presidenta de la Fundación con su nombre, descubrió que «Umbral era su interlocutor más asiduo», y narró una simpática anécdota de cuando le conoció de niña: «¿La hija guapa dónde está? preguntó. Me hundió», bromeó. Más emotivos resultaron sus recuerdos sobre este amigo de su padre al pie de la cama en sus últimos días de su madre. Un afecto que Delibes devolvió en la última misiva de esta recopilación, esta vez hacia un destinatario especial a la muerte de su compañero, su viuda, en 2007: «Vivo contigo este día minuto a minuto […] Los viejos amigos seguimos a tu lado. Te abraza de corazón. Miguel Delibes».

Como «un logro fundamental» calificó la obra Conrado Íscar, que reconoció estar «cautivado por la facilidad de su lectura» e impresionado por ver a estas figuras «al desnudo», como cuando Delibes escribió: «Desde niño he sido insociable y con tendencia a la huronía», o cuando de la pluma de Umbral salió: «Quisiera quemarme escribiendo y viviendo, y te aseguro que a veces duelen las quemaduras».

El catedrático y crítico literario Santos Sanz Villanueva, autor del prólogo, intervino a través de un vídeo. «Delibes protege al discípulo y este responde con buenas maneras, pero tiene, además, una importancia sobre el debate artístico, hay dos escritores en las antípodas y da lugar a un debate contemporáneo sobre cómo escribir».

Por razones sanitarias, el público se ciñó a un perfil institucional y entre los asistentes se encontraba el consejero de Cultura, Javier Ortega. María España Suárez, presidenta de la Fundación Francisco Umbral y también su viuda, proclamó «el placer» personal de ver terminada una publicación que refleja «la relación de dos personas que tanto se quisieron y admiraron» y que sella «la relación de dos familias».

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