Colaboraciones
Pura López Colomé
…como la savia
que por el tallo asciende,
vibra en su timbre
y se enciende;
apaga eso
que estaba de más
esa carga de la vida;
igual, cantando
en otro sentido,
pende la hebra al aire
de una bella telaraña rota,
previo reflejo del cosmos.
Sutil bordado
de viuda negra
llorando.
Sus lágrimas
minúsculas
resbalan
perfectas
como el rocío,
mientras las notas
reverberantes
se disolvían sin querer,
óvalos pálidos
en uno de tantos lechos;
y la sangre, ay la sangre
-sorda al desprendimiento
del otro hilillo flotante-
seguía su cauce
con espesa lentitud
trasladando,
sustanciando
la poderosa intención
de ancho río subcutáneo.
Demasiado peso,
demasiada pena
para un cuerpo común y corriente
cuyas redes interiores
habían soltado ya
tanta banalidad, tal indelicadeza.
Y yo instalada en el recuerdo de
la fuerza que por el verde tallo
mientras la viuda retenía
su misterio,
encerrado a piedra y lodo:
alguien a las dos
nos observaba
desde otra esfera
a punto de articular
el engañoso “aliento”
que me diría al oído:
será primavera
cuando esta luz
nos atraviese.
[Me soñé despierta, vigilando tu respiración pausada, tu sonrisa involuntaria con los ojos cerrados. De la nada, comenzabas a hablar. No entendía bien tus frases. Un remolino de palabras, sílabas sueltas, algo en torno a un tejido protector… un olvido de. Emisiones inconexas, eco vaporizando el ritmo de inhalación y exhalación. Me acerqué y aspiré el dulce aire frío. Principiaba el ciclo, según el calendario.]
Misterio encarna
la boca,
el burdo músculo interior
cuyo nombre confunde
lengua
con multiplicación
babélica y deseosa.
Ella permite también
cantar a coro
uno con uno,
en acrobacia
sobre un hilillo
de voz.
Que ahora lanzo a los cuatro vientos
suplicando al buen entendedor
al buen pastor
al buen misterio
a buen puerto llegar
a la buena de Dios
a buena hora,
que cure
este dolor
anónimo,
que nos toque la piel,
nos toque en suerte,
nos arranque
los acordes
que anuncien
el fin
dando fin
a esta falta atroz
de compasión.
[Sin la menor sombra de duda y comenzando por la sombra, la palabra, profeta en su tierra, se cierne sobre esta tierra adolorida. Un recuerdo aislado, sumergido en la emoción adolescente, ahora me grita que la elegía de W. H. en memoria de W. B. concentraba todas las respuestas. Me pone los cabellos de punta. Recuerdo haber leído esellanto atronador, dejándome penetrar por su verdad sin religión: “la poesía no hace que algo ocurra”, haberlo sentido en carne propia: no revive a mis muertos, sí deja en su lugar un canto fúnebre. Ese verso, tan manoseado, lleva después, en las frases contiguas, el relámpago, la tangible profecía, esa que nadie cita ni recita, en la que muy pocos reparan: “sobrevive en el valle de su decir … fluye hacia el sur, entre granjas desoladas, rebosantes de congoja, pueblos toscos en los que creemos y morimos; sobrevive, una manera de ocurrir, una boca”. En efecto, la poesía no hace nada (como se dice de un animal que parece violento y agresivo, pero también sabe llorar, echar cataratas de ternura por los lagrimales). No hace “nada”, (su decir) no hace daño. Solamente hace creer, hace mirar, hace pensar, hace llorar. Esta vox clamantis vaticinó lo que sí seguirá vivo. Nos iremos yendo uno por uno, de diez en diez, de cien en cien, de mil en mil, este afónico concierto de las almas. Nos iremos yendo. Con todo y lengua. W.B. “desapareció en pleno invierno”, según el calendario. Como mis sueños. O mis recuerdos.]
Mientras las cuerdas
vocales
sean
Primavera
Mientras los hilos
asciendan
por el tallo de la flor
Verano
Mientras la miniatura
de estas vidas
alcance y conmocione
Otoño
Mientras llega el invierno.
Mientras se vaya yendo.
*Paráfrasis de Paul Celan
Poema tomado del libro Expósita (Fondo de Cultura Económica, México, 2024).
Tomado de https://morfemacero.com/
Más historias
Tancoyol y su deslumbrante iglesia barroca
Cruz Azul volvió a perder, pero uno de sus fantasmas desapareció
Anuncia Claudia inversión de 32 mil 800 millones para modernizar puertos estratégicos