Como parte del ciclo de presentación de las colecciones Pre Fall 2024, Balenciaga y el diseñador georgiano Demna Gvsalia plantearon un discurso de diseño fundamentado en la ironía que esconde la fama.
Este fin de semana fuimos testigos del ciclo de presentación de las colecciones Pre Fall de las grandes casas de la alta costura y uno de los desfiles más destacados fue el de Balenciaga de la mano de su polémico y ambicioso director creativo: Demna Gvsalia.
A través de los looks de la colección pudimos ver que el diseñador georgiano no renuncia a ironizar la moda -algo que ha hecho desde su historia en Vetements- y ahora establece un comentario de diseño sobre la manera en que se percibe la fama y la riqueza en tiempos en los que ambos conceptos, además de ser etiquetas sociales, también se convertirtieron en categorías performativas.
Todos te conocen, nadie te conoce
¿Qué es lo que nos hace famosos? ¿Nuestros números en redes sociales? ¿Aparecer en un programa de televisión? ¿Que nuestras fachas cuando salimos por un Starbucks un domingo cualquiera sean relevantes para los tabloides de chismes?
Responder de manera afirmativa a las tres preguntas puede ser una guía para entender quién es realmente famoso y quién solo cree serlo y actúa como tal. Salvo las Kardashians y Messi, la relevancia mediática de todos el resto de habitantes del mundo está en entredicho.
A partir de eso, Demna Gvsalia alimenta su idilio con el oversize y dibuja un relato sobre las piezas que pueden delatarnos como famosos (y ricos) reales y famosos (y ricos) falsos. Desde la controversia de nombrar tenis gigantes, sacos desproporcionados, biker shorts y hoodies extra super large como alta costura, el georgiano hace de la fama un personaje: ese que se declara siempre ocupado porque dedica su vida a actividades totalmente intrascendentes (correr, hablar por teléfono, salir por café) en un fetiche de la cotidianidad.
Casi como en el medievo que se comía en exceso solo para demostrar que PODÍAS, aquí Demna hace todo gigante para recordarte que en tu clóset pueden estar unos tenis para correr, un saco que te queda grande porque era de tu papá, los biker shorts que usas para hacer el aseo de tu casa e incluso la sudadera que se hizo gigante con las lavadas; pero nunca nunca, por más que quieras e intentes, serán Balenciaga.
Aludiendo a lo que dice el crítico de moda Guillermo Fonseca en su cuenta especializada El Fashion Memo, la estocada final en el discurso de esta colección de Balenciaga es la reflexión sobre la privacidad que diferencia a la fama y a la riqueza real de la fingida:
”Vestidos que absorben a su portador, lentes que cubren tu rostro casi por completo… Un armario hecho para quienes quieren cubrir su identidad”.
A lo que yo agregaría: en esta dinámica global en la que la vida es como The Truman Show, creemos que conocemos a la gente por sus stories, por sus selfies y por sus Tik Toks; pero nunca sabemos realmente quiénes son.
¿Cómo consiguen realmente su dinero? ¿Qué relaciones cuestionables tienen? ¿Cuáles son las filias y pasiones que terminarían por acabarlos si todo el mundo se enterara de ellas?
En el proceso, Demna refina su propia ”incomodidad” estética: sus piezas ya no solo son chistes que funcionan para hacer de la pasarela un homenaje a lo absurdo, ahora también son prendas con potencial para ser usadas en la realidad, lo que sea que eso signifique.
Y todo sin sacrificar los guiños a los patrones y volúmenes que hicieron grande a Don Cristóbal Balenciaga y a los que Demna ha tratado de referenciar desde el regreso de la marca al haute couture.
Mientras Pharrell huye del fantasma de Virgil… Mientras Matthhew Williams fracasa en Givenchy… Mientras Kim Jones se opaca en Dior… Mientras Raf tiene dudas en Prada… Demnda Gvsalia es nombrado el rey del show.
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Tomado de https://warp.la/
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