El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
- Álvaro Mutis
Escritor colombiano nacido en Bruselas, funcionario de compañías petroleras, preso en Lecumberri, mentor de Gabriel García Márquez, amigo del pintor Alejandro Obregón, la voz del narrador de la serie de televisión Los intocables, puente entre el grupo de Octavio Paz y la izquierda mexicana, amigo sin par de sus amigos, Premio Nacional de Letras en su país, Premio Villaurrutia en México, Orden del Águila Azteca y Premio Cervantes… Esta retahíla de características dibujan el perfil de uno de los mejores escritores de nuestra lengua. Si bien fue también un gran poeta, la saga de Maqroll el Gaviero lo llevó al reconocimiento internacional.
- Las siete novelas de Maqroll el Gaviero
Maqroll comparte la alegría de vivir de Zorba el griego y el desencanto ante la vida del filósofo rumano Emil Cioran. Es un pesimista que sabe que todo va a terminar mal; sin embargo, se embarca en proyectos imposibles, en relaciones amorosas condenadas al fracaso y en negocios turbios que siempre acaban mal.
La nieve del amirante (premio Médicis al mejor libro extranjero publicado en Francia) nos relata la absurda empresa de bajar los troncos de un aserrradero por el río Xurandó. Allí conoce a Flor Estévez: “Nadie me ha sido tan cercano, nadie me ha sido tan necesario, nadie ha cuidado de mí con ese secreto tacto suyo dado al silencio”, dice Maqroll. En medio de la selva, el Gaviero lee el homicidio de Luis de Orléans ordenado por Juan sin Miedo, como si la literatura le diera otra profundidad a sus locas aventuras. Flor era la dueña de la tienda que le da nombre a la novela. Al final, sóló quedan ruinas y un letrero que nos recuerda que allí se vivieron historias amorosas.
Ilona llega con la lluvia se desarrolla en Panamá. Allí llegó el Gaviero a hacer viajes para transportar mercancia ilegal y conoce a Ilona Grabowska, de padre polaco y madre triestina, hija de macedonios. “Hacíamos el amor por las tardes, con la lenta y minuciosa paciencia de quien levanta castillos de naipes”. Ponen una casa de citas “Villa Rosa”. Allí llega Larissa, una chilena, a trabajar. Se enteran de que vive en el Levante, los restos de un barco. Le cuenta a Ilana y a Maqroll que en las noches se le aparecen dos oficiales napoleónicos, que encarnan en nuestra época lo suficiente para tener con ella, cada uno, noches de amor enloquecidas. Ilona trata de escapar de ese descenso a la locura al que Larissa la quiere llevar. No lo logra. Una explosión acaba con el Lepanto y con las dos mujeres, dejando a Maqroll, una vez más, solo.
En Un bel morir, Maqroll sobrevive de los giros monetarios que le manda desde Trieste su amigo, cómplice y socio Abdul Bashur, y de la ayuda de la ciega que administra la pensión donde vive, quien lo cuida y le advierte de que las malas compañías que le proponen negocios son temibles. El holandés von Braden contrata a Maqroll para transportar maquinaria a la mina para un supuesto ferrocarril. Él no sabe que son armas. Allí aparece Amparo María, la morena con cintura de gitana y “con una sed de cariño oculta tras la desconfianza y el temor de ser lastimada”. El Gaviero escapa por los pelos de la emboscada donde muere Amparo María y su gente. Se desliza por el río y, en esta novela, alcanza la muerte: “El Gaviero yacía encogido al pie del timón (…) Sus ojos, muy abiertos, quedaron fijos en esa nada, inmediata y anónima, en donde hallan los muertos el sosiego que les fuera negado durante su errancia cuando vivos”.
La última escala del Tramp Steamer nos relata la fascinación del levantino Abdul Bashur por estos cargueros decadentes y pasados de moda. Maqroll vio por primera vez al Alción en Helsinski. Lo verá luego en otros puertos donde el barco y otros parecidos se entrecruzaran en la vida de los dos amigos, que habían compartido eróticamente a Ilona. Aparece Warda, la hermana de Bashur, una mujer libre y musulmana -imposible contradicción-, que mantiene amores con el capitán Jon en los distintos puertos en los que hace escala. Al final, el barco encalla y se hunde y el amor entre Warda y el capitán igual. Todo es evanescente y se escurre entre los dedos.
En Amirbar, Maqroll abandona el mar para explorar una mina de oro. Se necesita ser inocente para no imaginar que detrás de esos empeños hay gente dispuesta a matar y a morir sin escrúpulos. Amirbar viene del árabe Al Emir Bahr, jefe del mar. Flor Estévez le mando al Gaviero a Antonia, que por no quedar embarazada practica el amor que en un tiempo se consideró contra natura. Cuando Maqroll decide dejarla, una vez terminada la empresa minera, ella intenta quemarlo vivo. Rocía las ropas con petróleo y apenas alcanza a salvar la vida. Antonia acaba en un manicomio. Luego vienen unos apuntes de lectura. A Maqroll le encantan las Memorias del cardenal de Retz y otras memorias, las de ultratumba, de Chateaubriand.
En Abdul Bashur, soñador de navíos, la atención está centrada en este levantino, socio y cómplice de todo tipo de aventuras de Maqroll. La novedad es que otro de los personajes es el propio Mutis, que describe en primera persona su encuentro con Fátima, la hermana de Abdul, desde su condición de recopilador de los relatos de las andanzas de estos dos amigos. La novela relata cómo se salva Maqroll del Rompe Espejos, tipo peligroso; la etapa en que Ilona, Abdul y Maqroll cobraron alfombras caras y a cambio dejaron unas parecidas pero sin valor y cómo Maqroll le cuenta a Abdul que Ilona ha muerto. Se nos relata también la muerte de este último, en un accidente aéreo en Funcha.
Tríptico de mar y tierra nos relata el suicidio meditado del nórdico Sverren, el encuentro de Maqroll con el pintor Alejandro Obregón -pintor real, gran amigo de Mutis- y de cómo interviene Gabriel García Márquez sobre la versión que dio Obregón de cómo rescató el cadáver de Maqroll. Esta novela -y con ella el ciclo de Maqroll- terminan con el año durante el cual el Gaviero cuida a Jamil, el hijo de 5 años que tuvo Lina con Abdul. Ella se lo encarga para ahorrar un poco de dinero y poder darle a su hijo una vida. El libro lo dedica Mutis a su nieto y es una delicia la relación de quien funge como abuelo y un niño ávido de conocimiento, aventuras y cariño.
Javier García-Galiano, en el libro Los sueños intactos: evocaciones de Álvaro Mutis en su centenario (Delirio, 2023), afirma: “Maqroll encarna el heroísmo de un mundo sin héroes”.
Hace dos años, en la Casa Octavio Paz, tuvo lugar un homenaje por los 100 años de Álvaro Mutis, con la presencia de escritores mexicanos y colombianos. Se recordó cómo Mutis le aventó Pedro Páramo a Gabo, mientras le decía: “¡Lea esta vaina, carajo, para que aprenda!”, y cómo, durante la escritura de Cien años de soledad, los Mutis recibían cada tarde a Gabriel y a Meche para comer y beber; luego les daban su itacate -que era el desayuno del día siguiente- al término del cual Gabo escribía 8 o 10 horas para ir luego a comer con los Mutis y así interminablemente.
Enorme personaje, enorme escritor. He releído las 7 novelas y son un deleite, por su prosa, por su conocimento de cualquier geografía, por su sabiduría, por el desencanto y el amor a la vida del Gaviero. ¡A leerlo y releerlo!
Tomado de https://morfemacero.com/
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