¿Cuál fue el secreto de miles de abejas para sobrevivir más de 50 días bajo las cenizas de un volcán?

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Miles de abejas fueron rescatadas vivas después de pasar 50 días en colmenas enterradas bajo un manto de ceniza del volcán de la Isla canaria, La palma. Se encontraban a solo 600 metros de distancias del foco eruptivo del volcán Cumbre Vieja. 

En el rescate, intervino la Policía Local de El Paso, uno de cuyos agentes es apicultor, con el apoyo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y de la Guardia Civil.

Tres colmenas habían quedado parcialmente visibles y las otras tres quedaron enterradas bajo las cenizas. Los agentes tuvieron que escarbar para localizarlas y rescatarlas, no sin llevarse alguna que otra picadura.

Las abejas negras, autóctonas de Canarias , utilizaron propóleo para proteger el acceso a sus colmenas de la ceniza volcánica.

Las colmenas más próximas al cono principal del volcán, sobrevivieron a unas condiciones extremas creando una capa de propóleo, un material resinoso con el que recubrieron las rendijas y apenas dejaron un hueco por el que entrar y salir.

El propóleo es un material espeso, similar a la resina, elaborado por las abejas a partir de los capullos de árboles coníferos típicos de la isla. La sustancia se usa para combatir bacterias, virus y hongos y se ha empleado para numerosas afecciones.

Usan este material para resguardar la entrada a la colmena porque son muy sensibles a un cambio de temperatura en el interior”, dijo Francisco Hernández, de la Asociación de Apicultores de Gran Canaria.

Las abejas mantienen la temperatura dentro de las colmenas casi a la misma temperatura que la sangre humana, que es de 37 ° C.

Cada colmena puede albergar entre 30.000 y 40.000 abejas en primavera, y entre 20.000 y 25.000 cuando hay menos flores, de cuyo polen se nutren.

Una de las teorías es que si las abejas sobrevivieron tanto tiempo es porque lo que cae en esa zona tan próxima a la boca del volcán más que ceniza fina son pequeños fragmentos de lava o lapilli, que por su grosor permiten que pase el aire.

Además, el dueño de las colmenas no había sacado la cosecha de miel de verano, por lo que “tenían reservas de alimento”.

Sin fecha para el final de la erupción

Con respecto al final de la actividad eruptiva, los expertos consideran que no se puede poner una fecha concreta, aunque si dieron posibles pistas de cómo podría darse el principio del final. El descenso del tremor, de los niveles de gases emitidos a la atmósfera (SO2 y CO2) son claves, al igual que un aporte magmático superficial.

También se produjo un repunte de la sismicidad, y de los niveles de dióxido de carbono que se situaron en unas 43 mil toneladas. El último seísmo fue de magnitud 5, localizado a 36 kilómetros de profundidad y su intensidad era de IV-V, de forma que ha sido el mayor terremoto desde la erupción.

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Tomado de https://portal-ambiental.com/