En una entrega anterior[1] recordaba la frase atribuida a Tucídides para definir a la democracia de su tiempo: “la locura desatada”.
Recordaba también que, en la definición aristotélica, la democracia (el gobierno del pueblo para el pueblo) no era sino la versión degradada de la república (el gobierno del pueblo para el bien común). Un gobierno republicano, para el estagirita, es aquel que, si bien es gobernado por el pueblo, este no sólo se favorece a sí mismo (como en la degradada democracia) sino que escucha todas las voces y favorece a todos los estratos sociales, en tanto abonen al “bien común”. Esa diferencia entre democracia y república es sutil y muy importante para nuestro muy democrático presidente actual, como veremos a continuación.
El caso del INE
El próximo domingo se realizará, convocada por la oposición a la actual administración del país, una marcha en la Ciudad de México —y en otras ciudades de la nación— bajo el eslogan “El INE no se toca”. Independientemente de que podemos estar de acuerdo con el gobierno actual en que los salarios de los altos funcionarios del INE resultan insultantes para la mayoría de los mexicanos (lo cual es un rezago del vergonzoso México desigual promovido por las administraciones priistas y panistas), de todas maneras carecen de toda lógica las propuestas de AMLO respecto al organismo electoral.
AMLO pretende que los consejeros de tal organismo sean elegidos por voto directo de los ciudadanos. Dicha propuesta “muy democrática” es, desde mi lectura, un buen ejemplo de “locura desatada”. Cuando se trata de puestos que exigen un conocimiento muy especializado es un grave error promover que sea el pueblo llano el que decida quién debe ocuparlos. La democracia directa en este caso sólo produce horrores. ¿Se imaginan eligiendo democráticamente a quienes se le otorgará el título de cardiólogo u oncólogo? ¿O quién debe dirigir una institución educativa de alto nivel? Es totalmente absurdo. Si fuésemos tratados por tales médicos “elegidos democráticamente” nuestra salud estaría en grave riesgo. De la misma manera que las instituciones, dirigidas por los nuevos titulares “elegidos democráticamente” o “por democrático dedazo”, comenzarían a degradarse de manera acelerada. Personalmente he apreciado en varias ocasiones que cuando el Estado interviene en las instituciones de alto nivel estas no pueden sino destruirse.
En resumen, considero que si bien es cierto que debería poco a poco corregirse la desigualdad salarial de los altos funcionarios del INE —y otras instituciones—, tal organismo debe mantener su autonomía y exigencia de calidad en sus funcionarios. Eso se ha logrado gracias a los “candados” que largos años de lucha política mexicana han conseguido. Sustituir al INE con la “muy democrática” iniciativa de AMLO es absurdo, su propuesta no es sino “locura desatada”.
El caso de la Sra. Ariadna Fernanda López (q. e. p. d.)
El caso de la muerte de Ariadna Fernanda es otro caso en el cual se está utilizando todo el poder del Estado para denostar a un funcionario respetable.
Gracias a la documentación fílmica recabada por la fiscalía de la Ciudad de México —lugar donde ocurrió el crimen, pues en Morelos sólo fue abandonado el cadáver— sabemos que hubo un crimen contra la Sra. Ariadna Fernanda López. Los videos son inequívocos: un hombre lleva el cuerpo rígido de la víctima para deshacerse de él.
Todos hemos visto ese video y estamos de acuerdo en que hubo un crimen. Lo que no está claro es de qué crimen se trató.
La primera y más simple posibilidad —el feminicidio— es la que arguye la fiscalía de la Ciudad de México: el que carga a la muerta la mató y por ello pretende deshacerse del cadáver. Tal hipótesis requiere que un médico forense examine el cadáver y determine que la causa de la muerte fueron golpes mortales o el uso de armas.
Sin embargo, cuando el cadáver fue revisado por Yazmín Herrera, la médica legista de la fiscalía morelense, esta determinó que “el cuerpo de Ariadna no tenía traumatismos que pudiesen generar la pérdida de la vida”, que su cuerpo “presentó lesiones externas que no conducen a la muerte” y que, según su expertise, la causa de la muerte fue “broncoaspiración por intoxicación de alcohol”[2].
En consecuencia, el fiscal de Morelos, Uriel Carmona, no podía sino repetir el dictamen de su experta, lo cual hizo públicamente.
La cuestión, desgraciadamente y gracias a las evidencias fílmicas, rápidamente se convirtió en material político: pronto se acusa al fiscal Carmona de negligencia, y tanto la jefa de gobierno como la fiscalía de la Ciudad de México señalan a Uriel Carmona como cómplice del crimen. La puntilla la coloca el gobernador de Morelos, el cual está en abierta lucha contra el fiscal por múltiples razones (nunca olvidemos que Cuauhtémoc Blanco llegó a Morelos cuando el PES, para mantener su registro como partido, lo soborna, y tampoco las fotografías en las que el gobernador aparece al lado de los más importantes narcos de la región… y todo ello debía ser vigilado por el fiscal), y exige al Congreso estatal su destitución.
En este caso nos encontramos con un asunto complicado. Por un lado es evidente que se cometió un crimen, pero ¿cuál? Son crímenes muy diferentes el feminicidio que el intento de deshacerse de un cadáver.
Yo no tengo razón alguna para desestimar el dictamen de la médica legista de la fiscalía de Morelos. Y tampoco puedo negar la evidencia fílmica del crimen… ¿qué pasó entonces?
Desde mi punto de vista, el dictamen de broncoaspiración alcohólica de la legista no es algo que esté reñido con el feminicidio. Aunque también pudo deberse a un accidente.
Alguien puede tener una broncoaspiración alcohólica por dos razones principales: si es obligado a beber demasiado rápido, a atragantarse. En este caso se trataría de un feminicidio. La segunda, si una persona, estando muy ebria, se queda dormida en una posición (decúbito supino o ventral) que favorezca la broncoaspiración y, en consecuencia, al vomitar simplemente se ahogue. Esto último ha ocurrido muchas veces, y en no pocos casos los, generalmente también alcoholizados, acompañantes de la persona fallecida cometen las peores estupideces, incluso actos criminales (como pretender deshacerse del cadáver).
Personalmente no considero que el dictamen de broncoaspiración alcohólica excluya la posibilidad del feminicidio, aunque establecer tal veredicto requiere de más pruebas que determinen la intención de los victimarios. Sería un grave error desestimar la posibilidad de que se tratase solamente del crimen de pretender deshacerse de un cadáver, realizado por unos inconscientes a los que, en su estupidez, no se les ocurrió otra cosa. Deshacerse de un cadáver, lo reitero, no es lo mismo que un feminicidio. El fiscal de Morelos, desde mi lectura, simplemente dio cuenta de ello.
En resumen, considero que la fiscal de la Ciudad de México debería, en vez de estar haciendo acusaciones ligeras, hacer mejor su trabajo y buscar las pruebas que verdaderamente establezcan el feminicidio. En caso contrario, quedará en ridículo (pues un buen abogado desestimará sus argumentos) o consignará por un crimen diferente a los acusados.
Lo que sí me parece patético es que se esté empleando todo el poder del Estado para perseguir a un funcionario respetable —personalmente conozco a varios integrantes de la familia del fiscal Uriel Carmona Gándara y no puedo sino tenerles el mayor respeto—, el cual simplemente hizo su trabajo al reiterar las conclusiones a las que los expertos habían llegado. Es muy vergonzoso que desde el gobierno se genere un linchamiento público. Se está azuzando no sólo a los mass media sino a los familiares de Ariadna Fernanda a realizar un linchamiento. Eso sí que es un crimen.
Cuernavaca, Morelos, 10 de noviembre de 2022.
[1] https://lalupa.mx/2022/03/06/amlo-de-democrata-a-dictador-luis-tamayo-perez/
[2] Jiménez, B. “Desestiman en Morelos necropsia de CDMX a Ariadna”. Diario Reforma, 9 de noviembre de 2022.
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Last modified: 11 noviembre, 2022Tomado de https://lalupa.mx/





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