septiembre 17, 2025

Cómo los homínidos dominaron el mundo mal preparados para el frío

En este artículo, exploraremos cómo los homínidos mal preparados para el frío lograron dominar el mundo.


La evolución humana es un tema fascinante que nos lleva en un viaje a través del tiempo y del espacio, revelando los misterios y desafíos que enfrentaron nuestros antepasados. Muchos de nosotros podemos sentir una conexión con nuestras raíces tropicales, disfrutando del calor y buscando refugio de las temperaturas frías durante el invierno.

Pero, ¿cómo es que nuestra especie, que se originó en climas cálidos, logró dominar el mundo entero, incluyendo latitudes gélidas? La respuesta radica en la capacidad de los homínidos para desarrollar soluciones culturales a los desafíos de la vida, incluso en condiciones adversas.

Somos una especie tropical. Hemos vivido en climas cálidos durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva. Esto podría explicar por qué muchos de nosotros disfrutamos del calor de casa durante el invierno. Además, en la actualidad todos los simios vivos habitan en los trópicos, incluso los fósiles más antiguos de nuestro linaje proceden de África central y oriental.

Sin embargo, cuando algunos homínidos se dispersaron hacia latitudes más altas, enfrentaron temperaturas gélidas, días más cortos y dificultades para cazar debido a la nieve. A pesar de nuestra limitada adaptación al frío, nuestra especie ha logrado dominar el planeta gracias a nuestra capacidad para desarrollar soluciones culturales a los retos de la vida.

Los primeros indicios de homínidos en el norte de Europa provienen de Happisburgh, en Norfolk, al este de Inglaterra. Allí se han encontrado huellas y herramientas de piedra de 900.000 años de antigüedad. En aquella época, predominaban los bosques de coníferas con inviernos fríos.

Es un misterio cómo estos homínidos sobrevivieron a las difíciles condiciones en ausencia de refugios o tecnología compleja. La existencia de hogueras intencionadas y herramientas para confeccionar ropas ajustadas y resistentes a la intemperie son dudosas. Es difícil imaginar que los homínidos sobrevivieran al frío sin fuego ni ropa de abrigo.

Sin embargo, el hecho de que los homínidos estuvieran tan al norte significa que debieron de encontrar una forma de sobrevivir al frío. Quién sabe lo que los arqueólogos descubrirán en el futuro sobre esta misteriosa presencia de homínidos en el norte de Europa.

El yacimiento de Boxgrove, situado en West Sussex, Inglaterra, ofrece información valiosa sobre cómo los antiguos homínidos sobrevivieron al frío y las bajas temperaruras. La fecha de este yacimiento es de hace aproximadamente 500.000 años, durante uno de los periodos más fríos de la historia humana. Se ha encontrado evidencia de caza por parte de estos homínidos, como marcas de corte en los huesos y un omóplato de caballo probablemente atravesado por una lanza de madera. evidentemente, ña carne era una fuente importante de calorías y grasas necesarias para sobrevivir en climas fríos.

A pesar de nuestra limitada adaptación al frío, nuestra especie ha logrado dominar el planeta gracias a nuestra capacidad para desarrollar soluciones culturales a los retos de la vida | Getty Images

La espinilla fosilizada de un homínido de Boxgrove indica que pertenecía a un homínido alto y robusto, lo que ayudaba a reducir la pérdida de calor. La forma más eficiente para evitar la pérdida de calor es una esfera, por lo que los habitantes de climas fríos tienden a tener cuerpos más grandes y extremidades más cortas. También se ha encontrado más evidencia de la existencia de hogueras en esta época.

Sabemos que los neandertales eran especialistas en climas fríos y vivieron en Eurasia hace unos 400.000-40.000 años. Tenían extremidades cortas y fuertes y cuerpos anchos y musculosos para retener el calor. Sin embargo, su nariz protuberante y puntiaguda no se adaptaba a una era glacial. Sin embargo, según modelos informáticos, sus narices eran eficaces para retener el calor y la humedad.

Se adaptaron al frío, pero carecían de pelaje grueso. Establecieron una organización social compleja, pues hay pruebas de que fabricaban ropa y refugios con pieles, cocinaban y controlaban el fuego para fabricar herramientas. Algunos arqueólogos afirman que los huesos de los primeros neandertales muestran daños estacionales debidos a la hibernación, pero la mayoría de las especies que hibernan son pequeñas, incluidos algunos primates. Es posible que los humanos seamos demasiado grandes para hibernar.

Los primeros fósiles del linaje del Homo sapiens datan de hace 300.000 años, en Marruecos. Pero no salimos de África hasta hace unos 60.000 años, colonizando todo el planeta. Esto nos convierte en relativamente recién llegados a la mayoría de los hábitats que ahora habitamos. A lo largo de miles de años, los habitantes de lugares helados se han adaptado biológicamente a su entorno, pero a pequeña escala.

Un ejemplo bien conocido de esta adaptación es que, en zonas con poca luz solar, el Homo sapiens desarrolló tonos de piel claros, que sintetizan mejor la vitamina D. Los genomas de los inuit vivos de Groenlandia demuestran la adaptación fisiológica a una dieta marina rica en grasas, beneficiosa en el frío.

Una prueba más directa es el ADN de un cabello de 4.000 años de antigüedad conservado en el permafrost de Groenlandia. El pelo apunta a cambios genéticos que llevaron a una forma corporal fornida que maximizaba la producción y retención de calor, como el homínido del que sólo tenemos un hueso de la espinilla del yacimiento de Boxgrove.

Nuestro legado tropical significa que seguiríamos siendo incapaces de vivir en lugares fríos sin desarrollar formas de hacer frente a las temperaturas. Por ejemplo, la parka tradicional de los inuit, que aísla mejor que el moderno uniforme de invierno del ejército canadiense.

Esta capacidad humana de adaptación comportamental fue crucial para nuestro éxito evolutivo. Incluso en comparación con otros primates, los humanos muestran una menor adaptación climática física. La adaptación conductual es más rápida y flexible que la biológica. El ser humano es lo último en adaptación y prospera en casi todos los nichos ecológicos posibles.

Fuente: The Conversation

Tomado de http://Notaantrpologica.com/