septiembre 12, 2025
Clean Industrial Deal: Los cimientos de la nueva Europa industrial

Clean Industrial Deal: Los cimientos de la nueva Europa industrial

Tomado de Ethic.es

La Unión Europea se encuentra en un momento crítico donde debe afrontar las tensiones políticas y económicas globales sin olvidar su compromiso climático. El tradicional modelo industrial, basado en la importación de combustibles fósiles, ha demostrado ser insostenible no solo desde el punto de vista ambiental, sino también económico y estratégico. A medida que el creciente proteccionismo genera inestabilidad en los mercados internacionales y en las cadenas de producción globalizadas, la Unión Europea se enfrenta a un doble reto: reforzar su autonomía industrial y energética y ganar competitividad, sin renunciar a los principios éticos que definen su proyecto político.

En este escenario, el Clean Industrial Deal (o Pacto por una Industria Limpia) se presenta como una guía estratégica para sentar las bases de un nuevo paradigma productivo en el que la competitividad industrial es compatible con la ruptura de nuestra dependencia energética de los combustibles fósiles de los que carecemos. Basado en el informe de Mario Draghi sobre el futuro de la competitividad de la Unión Europea, este pacto –que movilizará más de 100.000 millones de euros– se construye sobre el Competitiveness Compass, una guía que identifica tres pilares para impulsar la competitividad: cerrar la brecha de innovación, crear una hoja de ruta conjunta para la descarbonización y la competitividad, reducir las dependencias excesivas y reforzar la seguridad.

El problema del gas

Reducir la dependencia del gas fósil permitiría a la Unión Europea alinear mejor sus agendas económica, climática y de seguridad. Si bien la Unión Europea ha logrado reducir significativamente su dependencia del gas ruso desde el inicio de la guerra en Ucrania, según un reciente informe de Ember, a pesar de que la demanda de gas en la UE ha permanecido estable, las importaciones de Rusia aumentaron un 18% en 2024, especialmente debido al aumento registrado en Italia, Chequia y Francia, y se prevé que sigan creciendo en 2025. Además, la realidad actual muestra que algunos Estados miembros siguen invirtiendo de forma significativa en infraestructuras gasistas. De hecho, según Ember, si se mantienen los planes actuales, en 2030 la capacidad de importación de gas fósil superará en un 26% la demanda prevista. Este desajuste se debe, sobre todo, a un incremento del 54% en la infraestructura para importar gas natural licuado (GNL) y a la construcción de nuevos gasoductos. El riesgo, señalan, es que una parte importante de esa capacidad quede infrautilizada, generando un gasto público innecesario y un aumento de los costes energéticos.

Reducir la dependencia del gas fósil permitiría a la Unión Europea alinear mejor sus agendas económica, climática y de seguridad

No obstante, si ampliamos la perspectiva temporal, desde 2021 se han logrado avances significativos gracias a algunas iniciativas como el paquete de medidas Objetivo 55 o el Plan REPowerEU. En este sentido, según el informe sobre el estado de la Unión de la Energía de 2024, la Unión Europea logró una reducción de la demanda de gas del 18% entre agosto de 2022 y mayo de 2024. Sin embargo, junto con las medidas para evitar la fuga de carbono, la defensa ante prácticas competitivas indebidas de terceros países y el aseguramiento de la autonomía estratégica de la UE respecto a determinadas materias primas, productos y tecnologías, una clave para consolidar la transición hacia un sistema industrial competitivo es lograr un coste de suministro de energía asequible, el cual es especialmente relevante para aquellos sectores con alto consumo energético. Y para eso es imperativo revisar la fiscalidad que soporta la electricidad en Europa, donde pagamos entre cinco y siete veces más impuestos sobre la electricidad que nuestros homólogos estadounidenses, tal y como destaca el socio de PWC Alberto Martín.

Hacia un sistema más limpio y seguro

En esta línea, la consultora EY ha publicado el informe Un ‘Clean Industrial Deal’ eficaz y eficiente para Europa, que sostiene que la competitividad y la transición energética no solo son compatibles, sino que pueden reforzarse mutuamente. El informe subraya la importancia de contar con infraestructuras energéticas eficientes, crear mercados ejemplarizantes para productos industriales verdes y establecer un marco efectivo frente a la fuga de carbono. También destaca medidas para reducir los costes del suministro eléctrico, como el despliegue masivo de renovables, el impulso de la flexibilidad y el almacenamiento energético, y la promoción de contratos de compraventa de energía a largo plazo. Además, aboga por agilizar y atraer la inversión en redes eléctricas y facilitar el acceso a financiación.

La transición energética puede ser, al mismo tiempo, una estrategia climática y económica

La descarbonización de la industria europea también pasa por diseñar soluciones adaptadas a las características de cada sector, particularmente en función de su demanda de calor, que representa una parte significativa del consumo energético industrial. En este caso, según EY, la electrificación mediante energías renovables es la vía más efectiva para los procesos que requieren vapor o calor de baja temperatura (menos de 500 °C), siempre que se acompañe de políticas de apoyo como incentivos fiscales, financiación específica y procedimientos de autorización más ágiles. Para actividades que precisan altas temperaturas, este informe señala la necesidad de fomentar clústeres industriales e impulsar el desarrollo tecnológico a través de fondos de innovación y apoyo directo.

La producción de energía eléctrica renovable está adquiriendo, por tanto, un papel protagonista. No solo resulta muy  competitiva, sino que también puede producirse localmente y, por tanto, su precio no está supeditado a decisiones de terceros países. De hecho, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la electrificación (impulsada por fuentes de generación limpias) lideró el crecimiento de la demanda energética en 2024. Esta tendencia evidencia que electrificar la producción es cada vez más eficaz y competitiva y refuerza la idea de que la transición energética puede ser, al mismo tiempo, una estrategia climática y económica.

Con todo, a pesar de los retos que presenta la descarbonización energética, las voces y estudios que destacan el potencial económico de esta transición se siguen multiplicando. Según las estimaciones de EY, una inversión de 50.000 millones ya conseguiría descarbonizar una parte significativa de la industria europea, algo que permitiría avanzar hacia los objetivos del Clean Industrial Deal de impulsar un mercado más limpio, competitivo y seguro. Por ello, apostar por la innovación tecnológica y aprovechar el potencial de las fuentes renovables es fundamental y, en este sentido, España se encuentra en una posición de ventaja competitiva.

Tomado de Ethic.es